—No, ni en sueños, ni loca —rechacé.

Zoé hizo un puchero.

—¿Qué? ¿Por qué?

—Aquí, justo ahora, tengo toda la distracción que necesito y es más que suficiente. Sin mencionar que no pienso volver a pisar esa casa en mi vida. ¿Entendieron?

—¿No te cae bien? —preguntó Mikayla.

—Ni siquiera he hablado con él, pero es el mejor amigo de Alex —llevé mis dedos índices a mi sien y comencé a sobarme en pequeños círculos—. Así que es obvio que él estará en esa fiesta y yo no lo quiero ver ni en pintura.

No creo necesario el mencionar todo lo qué pasó la última vez que estuve en esa casa. Sé que las circunstancias eran totalmente diferentes, porque aún creía platónico el estar con Alex, y desde entonces han pasado demasiadas cosas.

No sé si pueda verle, o ser capaz de dirigirle la palabra, y aunque pudiese hacerlo, ¿qué es lo que le diría? Estoy segura de que nada bueno. No tengo ni la menor idea de qué es lo que se le dice a un imbécil después de haber jugado con tus sentimientos.

Zoé soltó un suspiro de molestia.

—¿Eso qué importa? Mack, no puedes dejar que tenga tanto poder sobre ti. No lo dejes.

Subí mis pies a la banca y dejé mis brazos sobre mis rodillas para después recostarme sobre de ellas.

—No, no debería, pero lo tiene —solté.

—Eso es tu culpa, tú se lo has dado —la respuesta de Mikayla me tomó por sorpresa y me giré con molestia.

Estreché mis cejas.

—Para ti es fácil decirlo, tu novio no jugó con tus sentimientos y beso a otra enfrente de ti.

Mikayla me clavó con molestia su mirada.

—No lo hizo, pero nuestra relación no es perfecta, ninguna lo es. Estás tan empeñada en que todos vean tu dolor que no te fijas en el de los que te rodean.

—¡No soy un maldito robot sin corazón! —vociferé.

Se volteó para encararme.

—¿En serio? Pues no veo que hagas lo suficiente para demostrarlo. Estás aquí sentada saboteándote a ti misma, en vez de darte cuenta de que Alex ni Leo están bien. Te la vives culpándolo de todo lo que sucedió, cuando nunca te obligo a sentir cosas por él. Tú sola te enamoraste.

»No, no te estoy culpando, pero hay que aprender a reconocer cuando los errores son nuestros. Y, por otro lado, está tu mejor amigo. Que ha estado intentando estar a tu lado en estos momentos y él también está pasando por cosas. No, no sé cuáles son, es algo que nunca nos contaría a nosotras. En cambio, a su mejor amiga sí.

Sentí un nudo en mi garganta.

—Yo-Yo...

—¿Tú qué Mack? —insistió.

—Vamos, Kayla. No seas tan dura con ella —pidió Zoé.

—No lo soy, pero alguien tiene que abrirle los ojos de una puñetera vez. Es mi amiga, y no dejaré que se siga autodestruyendo. Me duele verla así, que ande sin ánimos por la vida y parezca una chica que vive debajo de un puente.

Esto no es un cliché, ¿o sí? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora