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Viernes, 5 de Julio 2020.

- ______... - susurro Massimo con un semblante triste. Yo solo le sonreí, todo estaba bien y si no lo estaba, lo estaría. Lo malo no dura toda la vida.

- ¿Todo está listo para mañana? - cuestione al rubio mientras le enviaba un correo a Daniel pues Luka se presentaria hoy en la noche en un programa de televisión.

- Eh... ¡Sí, si!... ¿Segura estás bien? - cuestionó y solo puse los ojos en blanco para luego asentir.

Sólo escuché como se lanzó en uno de los asientos que tenía en frente de mi escritorio. Si lo rompe, le lanzare mi taza de café a la cabeza. Unos sonidos extraños se hicieron presentes en la oficina haciendome levantar la vista rápidamente.

¿Qué demonios?.

- Creo que deberias de dejar de balbucear, o si no esto se convertira en centro de ritos demoníacos. - sugerí desconcertada, nada de lo que salía de la boca del rubio parecía coherente.

- ¿Cómo puedes estar tan tranquila? Explícame. ¡A penas fue ayer! - exclamó incrédulo girando en el asiento. Suspire.

- ¿Qué quieres que haga al respecto? No voy a estar llorando todo el día. Además tengo cosas más importantes que hacer para estar pensando en lo rota que me siento. - trate de relajarme y deje mis manos, que hace unos segundos inconsientemente había empezado a tronarme los dedos.

Él se mantuvo en silencio, sabía que me observaba pero yo tenía la vista fija en un punto inexistente de mi ordenador. Quería evitar pensar en lo mal que me sentía y hasta ahora iba bien, pero claro no todo es color rosa.

- Disculpa... mi comportamiento, sólo... no quiero pensar más en eso, no quiero pensar más en él. - susurre e inmediatamente sentí arder mis ojos.

- No, disculpame tu a mi... se que no te gusta hablar de tus sentimientos y de lo que te sucede e igual insistí, se que hablaras conmigo cuando te sientas cómoda. Aún tienes que soltar tu sola... ¿no es así? - le sonreí y asenti.

Me levante de mi asiento y me lance abrazarlo, hace tiempo no lo hacía y más sintiendome así. El rodeo mi cuerpo con sus brazos y me dio un beso en la coronilla, sin duda alguna mi amistad con el rubio era valiosa y no me había equivocado al escogerlo como amigo.

- Conseguirás a alguien mejor... Tal vez consigas un sugar daddy y así me mantienes. - susurró esto último pero fue en vano pues escuche claramente lo que dijo.

- ¿Qué demonios acabas de decir, Massimo? - parpadee incrédula a la estupidez que había escuchado.

- Las probabilidades de que consigas uno son muy altas... y más cuando estás presentes en las juntas de la disquera... Los socios y amigos ancianos del Jefe si que tienen dine... - interrumpi sus murmullos.

- Estoy escuchandote, ¿Lo sabes? - cuestione tratando de no enfocar mi mente en la imagen de un montos de señores acosandome.

¿Qué hacía eso pasando por mi cabeza?

- Sí. - contesto con inocencia. Yo suspire rendida y negué. Las locuras de la cabeza de Massimo eran infinitas.

[...]

- ¡Me alegra encontrarte aquí! - habló una voz a mis espaldas, deje de recoger mis cosas y me fije quien me hablaba y para mi mala suerte Kagami estaba dentro de mi oficina, y yo que quería irme tranquila a casa.

- Se toca primero antes de entrar. - indiqué y cerre mi cartera dejándola en el escritorio para ponerle atención a la japonesa quien me veía con inferioridad.

Una canción de amor | Luka Couffaine | ✔Where stories live. Discover now