33. Zakariah

59.2K 7.4K 1.1K
                                    


La desnudo despacio, aunque me lo pienso solo un segundo por lo agotada que se ve, lo cierto es que la conozco y no permitirá que demos marcha atrás, además, esa confesión barrió con absolutamente todo lo que hasta ese momento me ha aquejado. La quiero para mí, la quiero entera, la quiero imperfecta, la quiero mujer, la quiero ahora y siempre.

Cuando la tengo expuesta ante mí, sonríe con sus bellos ojos hinchados, paso una mano por su hombro y voy bajando despacio, tocando ese cuerpo que conozco de memoria, solloza, pero no deja de ver mi gesto, atenta, bajo, rozo su pequeño seno y jadea, sigo hasta su cintura estrecha y me desvío hasta su mano que rodea en ese instante la mía con fuerza.

—No puedo creer que llorando te veas también tan hermosa, mi sol —susurro acercándola con cuidado. Sonríe avergonzada.

—No mientas, soy un desastre pero te necesito tanto —admite acariciando mi cabellera rala. Me desvisto bajo su escrutinio, pasa un dedo por mi tatuaje con esa manera tan suya, me mira un segundo y luego lo vuelve a observar—. Tenemos mucho de qué hablar —musita despacio, pegándose a mi pecho, siento sus senos rozando mi piel y el deseo sube aún más, si eso ya no sonara absurdo. Rodeo su estrecha cintura con mis manos acerándola tanto que gime, sonreímos.

—Sí, mi sol, pero antes necesito tenerte.

—Nunca me fui.

—Lo sé.

Me besa despacio, yo a ella, seduciendo la suavidad de su boca, complaciendo a mis sentidos que exigen amarla de una maldita vez, verter en su ser todo mi existir y es que no necesito ya más de la vida, en serio que no. Rodea mi cuello y sube en mí, como suele, sonríe contra mi boca.

—No creo que pueda soportar mucho —murmura y mi excitación arde ante su cercanía. Giramos y la tiendo de espaldas sobre el colchón, llora y ríe a la par, es demasiado para cualquiera, para mí es el mundo y me adentro en su ser sabiéndola lista. Se arquea aferrada a mis hombros.

—Mi Riah —susurra alzando la barbilla. Beso su cuello y en su oído me detengo.

—Mi sol —respondo llevándola lo más lento que puedo a los límites de nuestro placer. Me escucha, busca mis ojos y creo que al fin entiende el significado de ese apelativo.

—Te amo —expresa mientras me muevo, la levanto y siento sobre mí, acarició su rostro con una mano mientras con la otra, rodeo su cadera para adentrarme más. Jadea mordiendo su labio, pero atenta a mi mirada.

—Eres mi luz, Desa, lo fuiste desde que te vi y tus momentos oscuros solo lograron que la viera con mayor claridad.

...

Nos damos una ducha, ambos lo necesitamos y luego acabamos desnudos de nuevo sobre la cama, nos miramos acariciándonos el rostro y es que no me canso de observarla, es lo más hermoso que existe en mi mundo, de eso no tengo duda.

—Necesitas dormir —digo pasando un dedo por sus ojeras. Asiente.

—Lo sé, pero debo contarte todo antes.

—Puede esperar —propongo un poco agobiado por su semblante. Niega con firmeza y se sienta decidida.

—No, ya no —determina cubriéndose un poco con la sábana, la conozco lo suficiente como para saber que sí, tiene razón y que si no habla, tampoco descasará como definitivamente es indispensable.

—Bien —avalo y me acomodo frente a ella. Baja la vista y juega un poco con la tela que la cubre, su cabello la envuelve y se ve tan hermosa que me cuesta tener otro pensamiento que no sea besarla, abrazarla, cuidarla y amarla.

Más de ti • LIBRO I, BILOGÍA MÁSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora