23. Zakariah

45.8K 7.1K 887
                                    


Se ha instaurado una paz extraña entre ambos, pero una que agradezco porque no me hace sentir tan alejado de ella, sin embargo, sí soy consciente de que me pierdo de mucho aún, aunque la realidad es que deseo que ella me lo diga cuando esté lista, respetar sus tiempos me cuesta un mundo, pero he aprendido que la vida muestra el camino a su momento, justo cuando debe ser. La oruga no se convierte en mariposa hasta que está lista, no antes, menos por el capricho de alguien.

Hay veces que no logro reconocerla, pero conforme habla de lo que fue su infancia la entiendo más. Desa creció sola, en abandono y no se ha dado cuenta aún de ello y temo que eso es justamente lo que la ha convertido en una mujer que no se deja fluir del todo, una que sabe ocultar el dolor, una que por nada del mundo se expone por temor a ser rechazada, sí, esa es mi mujer y sí, yo la entiendo y respeto.

...

Llego a casa de mi madre a la hora acordada, días atrás quedamos para vernos ahí pues no hemos tenido tiempo de vernos y sabe que Desa últimamente no está en casa a esas horas, tenemos algunos temas pendientes sobre Jallow y cuando puedo me agrada pasar tiempo a su lado, siempre y cuando no toque mi vida con mi esposa porque ahí solemos terminar mal.

Entro pero ni Ame ni ella están, arrugo la frente, una chica del servicio me pregunta si quiero algo de tomar. Niego educadamente y le marco. No responde. Esto es extraño, me acerco a una de las ventanas que dan a ese hermoso jardín que entre ellas cuidan. Recargo mi brazo en el marco y me pierdo en esa persona que no deja espacio vacío en mi sistema desde que la conocí.

La recuerdo sonriente, alegre, como una castañuela. El día de la boda iba delicadamente maquillada, con ese vestido blanco que se ceñía a su bella figura de una forma asombrosa. Con su cabello medio recogido y esa forma que tiene de mirarme que aun, a pesar de que la cosas no tiene nada que ver con lo que eran, sigo percibiendo. Caminó de la mano de Graco, decidida, los presentes nos observaban entre asombrados, otros aturdidos y otros incrédulos. Todo fue tan rápido que estoy seguro nadie creyó que ese día llegara, pero en toda mi vida no he sentido algo más correcto que esta decisión pese a que ahora mismo siento que nos estamos perdiendo, aunque deseo pensar que es para encontrarnos. Cuando al fin nos declararon marido y mujer Desa no esperó y así, como es, tomó mi cuello y me besó con brío en medio de todos.

Me rejuvenece, me hace sentir vivo, eso es algo que a lo largo de los años no había ni siquiera pensado que pudiera ocurrir, sin embargo, llegó a mí y todo se volteó de cabeza, eso fue lo que más me atrajo. Esa luna de miel fue tan corta que ahora mismo me arrepiento, debí darnos tiempo para estar solos los dos y conocernos.

Resoplo.

Los días pasaron y dieron pie a semanas, la rutina se instauró entre ambos, era agradable llegar a casa y que estuviese aguardando para colgarse de mí y besarme como solo ella puede y sabe hacer. La pasión entre nosotros permanecía tan latente que era complicado estar en el mismo lugar sin no buscar ir más allá. El tiempo transcurrió y aprendió inglés rapidísimo, aunque ya tenía nociones y creo que ahí comenzó a tornarse todo en algo que... no esperé. Desa salía a diario, gastaba bastante en ropa, cosas para la casa, despertaba tarde, pero siempre lucía impecable, lista para una fiesta. Salidas con su prima, almuerzos, clases de pilates un tiempo, salir a correr otro, yoga, o lo que fuese su ocurrencia en curso. Las cenas transcurrían en medio de pláticas sobre lo que había adquirido o lo que compraría, sobre algún chisme de las chicas que conoció por Camila, o del almuerzo, de alguna anécdota que vivió en el día dentro de algún centro comercial.

Cuando llegó la navidad la casa tenía tantos adornos que me costó ver más allá de ellos. Compró regalos a mi familia, a mí, a sus amistades y eso la mantuvo estresada, decía. La verdad es que no juzgué su comportamiento, no lo cuestioné siquiera a pesar de los comentarios ácidos de mi madre y hermano, Desa era feliz, yo a su lado de alguna manera también pues no tenía ojos para nada salvo para mí, su mundo era yo y, egoístamente, lo acepté, sí, esa ha sido mi parte de culpa en esto. Salidas a cenar, a comer, fiestas, reuniones, restaurantes de moda, nunca nada sencillo, todo comenzó a tornarse cada vez más sofisticado, más complejo.

Más de ti • LIBRO I, BILOGÍA MÁSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora