20. Desa

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Llego agotada, la mano no dolió prácticamente, pero no pude tocar guitarra en el albergue así que canté, jugué, ayudé a los chicos a hacer deberes, merendé al lado de ellas y luego Jackson, que ya entró en la escuela, me acompañó.

Hoy supe que la chica a la que Lira le propuso el trabajo de una de las alumnas de Camila, ya se quedó con él, de hecho recibí un mensaje de ella diciéndome que me agradecía mucho la ayuda, la joven era muy competente. Sonreí satisfecha. En el trayecto le marqué a Cam y le pedí que si sabía de trabajos ahí, con sus clientas, me dijera. Aceptó no sin antes preguntarme si Riah ya sabía lo que hacía, a lo que le respondí que no por milésima vez.

Sé que debo decirle, es ridículo ya omitir lo que tanto me gusta, esconderlo, debo contarle todo y que suceda lo que deba suceder. Decidida a hablar de una vez, entro al cuarto, él se está dando una ducha, resoplo sentándome a su lado de la cama, su celular vibra en la mesa, con descuido leo por encima que es un mensaje, al ver el nombre de Rowe, ahí, me tenso. Lo tomo con interés y leo:

Zak, el tiempo está pasando, ya cuéntale de una maldita vez a Desa...

No alcanzo a leer más porque le llega otro mensaje, lo dejo enseguida, nerviosa, es de ella también pero no me atrevo a leerlo esta vez. Respiro agobiada, con el corazón hecho nudo, angustiada. Mi nombre ahí escrito me genera una rabia sorda, ¡¿contarme qué?! Temo muchísimo la respuesta a esa pregunta, más que a nada en realidad. Me levanto agitada, observo mi alrededor, ¿en serio él y ella? Me llevo las manos a la cabeza, ansiosa, negando. El agua deja de correr y yo no puedo salvo pensar que ya es demasiada coincidencia, pero no puedo simplemente enfrentarlo, no con cómo están las cosas, con lo que hace dos noches ocurrió, con las respuestas que le debo.

Su aroma escapa del baño cuando abre las puerta y llega hasta mis pulmones colapsándolos, de pronto siento sus manos enredadas torno a mi cintura, me gira y besa en el acto. Le respondo porque siento que no puedo más, porque me quema tenerlo cerca y no dejarme llevar, porque si lo perdí de verdad esto será lo que me quedará. Me arrastra hasta la cama con suavidad, sin soltar mis labios, percibo su excitación a través de la toalla y gimo cuando besa mi cuello. Me dejo llevar pensando en aquella primera vez que estuvimos juntos...

Yo ya había estado con alguien más en la cama, la verdad mi primera vez no fue algo memorable pero tampoco me dejó un mal recuerdo. Fue con un chico amigo de un amigo, llevábamos saliendo un tiempo, me rogaba una y otra vez formalizar, yo me negaba, me gustaba salir, estar con quien deseara, divertirme y sabía que una relación terminaría con ello, además, me atraía pero no era para tanto, así que un día ocurrió y listo, continuó insistiendo y yo perdí el interés, así que aunque me rogó bastante no pude. Tras él vinieron un par más que no dejaron ni un rastro en mi vida. Nunca, ni de lejos, sentí un poco de lo que este hombre que me besa ahora mismo genera. Lo necesito, lo ansío, lo pienso y no imagino mi vida sin sus caricias, su presencia, su voz, o su cuerpo cobijándome.

En aquella ocasión salimos de un bar, era de noche, reíamos por algo que dije, ya ni recuerdo qué fue, pero lo besé en el auto con arrebato y es que no podía, tal como ahora, tenerlo en frente y no desearlo, eso en inherente a lo que siento por Riah.

—Desa, no sigas, no puedo ya detenerme —murmuró entre mis labios, en medio de mis besos desesperados.

—No lo hagas, Zakariah, por favor no lo hagas —rogué rebasada de placer, con el cuerpo burbujeando. Separó mi rostro con sus enormes manos del mío, inspeccionó mis ojos con fiereza.

—¿Estás segura?

—¿A qué temes? —pregunté con los labios hinchados, aun cosquilleando, pasó la mirada por ellos y luego de nuevo clavó en mi su iris.

Más de ti • LIBRO I, BILOGÍA MÁSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora