12. Zakariah

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VERSIÓN BORRADOR ( EN LA VERSIÓN A LA VENTA HAY ALGUNOS CAMBIOS, ESCENAS EXTENDIDAS, EPÍLOGO Y UN EXTRA)


Vamos a aquel lugar que no visitamos desde que estuvimos saliendo. Navy Pier tiene una rueda de la fortuna, juegos y cosas que sé, por como la percibo a últimas fechas, apreciará. Come un gran trozo de esa pizza que la conquistó desde que la probó y la noto tranquila, aunque en guardia y eso me desconcierta. No entiendo aún a qué vino esa reacción repentina en cuanto a Rowe.

Mi vida ha sido una madeja de situaciones tan complejas que a veces, cuando lo pienso, no comprendo cómo es que llegué a este punto donde la vida se podría decir que ha sido benevolente. Las cicatrices que mencionó por la mañana, en este momento, mientras la observo perdida en el paisaje que nos regala el estar arriba de la rueda, se sienten presentes, como si tuviesen vida propia. Pelear era la única manera que encontré en aquella época, ser testigo de monstruosidades, entender la carencia, el dolor del hambre, leer en los ojos de mi madre la desesperanza y sentir terror de que Kiroh, con aquella frágil salud, nos dejara, crearon en mí rabia, tanta que cuando se presentó la oportunidad de usarla a mi favor, lo hice, no siempre gané y no siempre salí ileso, esas marcas me lo recordarán eternamente, así como otras más profundas que se alojan en cada instante de mi memoria.

Desa, con su personalidad, logra opacar todos esos momentos que me persiguen, pero, por otro lado, saca lo más duro de mi personalidad. Soy consciente de este desequilibrio que estamos viviendo, de lo complicado que está siendo el hecho de no poder hablar de una vez, pero hasta ahora no me he sentido listo para mostrarme, menos si es algo que deseo enterrar, olvidar. Lo cierto es que pensé que era suficiente, que el estar juntos y dar lo mejor de mí, ella a su vez, alcanzaría, pero no... Esto de una forma extraña se está tornando más hondo de lo que de inicio creí que pudiera llegar a ser; no es solo el deseo que me provoca, o su manera de ser, o lo que piensa, ahora es va más allá, es necesidad de conocerla, de conocerla desde lo más absurdo hasta lo más importante, de entenderla de verdad, lo cierto es que paradójicamente ella también lo desea, lo malo, ninguno está dispuesto aún a ponerlo en palabras y compartirlo. ¿Cuántos tiempo más durará esto?

La veo sonreír lánguida y mi pecho se oprime, pues busca mi mano y la aprieta sin dejar de ver el exterior. Últimamente incluso puedo decir que la percibo más mujer que antes y eso... eso no ayuda. De pronto gira y me observa fijamente, se ancla a mi cuello para cercarme a su rostro. La beso despacio al percibir su aliento, con cuidado. Vamos solos así que no me limito, ella ríe por lo bajo.

—Aquí no es el lugar —se separa satisfecha, acalorada—. Escuché que una vez bajaron a una pareja que estaba ya sabes...

—Ni idea... —replico con inocencia, me gusta abochornarla, aunque no es sencillo, es osada, pero no en esas cosas. Me da un golpe en el pecho, frunciendo la boca.

—Teniendo relaciones —dice abriendo sus ojos marrones de más. Rio. No ha sido una vez, de eso estoy seguro, aunque la multa es alta hay quien le importa un carajo.

—No me importaría arriesgarme —la pincho apropósito. Ríe divertida.

—Sería excitante —admite, como sopesándolo, pero al final niega y me acerca de nuevo a su boca—, pero no me gustaría quedar por siempre en esas cámaras haciendo algo que no pienso compartir con nadie salvo contigo —y señala el lente que está justo en el centro. La alzo en mis brazos, riendo.

—Podemos hacer algo... menos arriesgado —propongo, arquea las cejas intrigada—. Confesión por confesión, Desa —digo serio, tomándola por sorpresa. Desenreda las piernas de mi cintura y baja lentamente, atenta, pero desconcertada.

Más de ti • LIBRO I, BILOGÍA MÁSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora