Treinta y siete.

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Llegué a casa y estacioné mi auto.

Entré, y mi mamá y mi papá estaban sentados en la sala, cada uno en su teléfono.  Al verme entrar, ambos los hicieron a un lado.

-¿Cómo estás?

-¿Estás bien?

Ambos se pusieron de pie, y comenzaron a hacerme preguntas.  Cerré mis ojos y tomé rápidamente mi cabeza entre mis manos desde pequeña hacía eso solo un segundo y comprendían que quería que guardaran silencio.

-Estoy bien.- dije.- No vi nada, no estaba cuando ellos estaban nada me sucedió.- mentí. – Voy a ir a dormir ni siquiera dormí en casa de Ca…- comencé a mentir, pero estaba diciendo la mentira incorrecta. Fingí toser, e intenté corregirlo.-… de Kate. Además me llamaron muy temprano.- me giré para subir las escaleras e ir a mi cuarto, pero mi padre me tomó del brazo.

-____.- dijo.- Si algo pasó, por favor dínoslo.- me había creído, pero cuando dudé entre Calum y Kate, dudó el también.

-No pasó nada, papá, en serio.- dije.- Yo me fui antes.- me soltó, y me fui directo a mi habitación, porque si me quedaba otro poco más era capaz de volver a contradecirme yo misma.  Revisé mi celular y tenía un texto de Calum.

“Ya vi las noticias, o por Dios. ¿Estás bien?”

Sí, yo no vi nada.”

“¿En serio?”

“Lo juro.”

“Que suerte no lo hubieras soportado. Jaja.”

“Lo sé, jaja.”

Dejé el teléfono en mi mesa de noche, y me eché en la cama.  Solo estaba pensando. No podía sacarme de la mente el hecho de que había visto a tres hombres morir.  Ya había visto a Michael matar a alguien, pero no lo vi realmente, solo escuché el disparo. Y no podía dejar de pensar en cómo para Michael eso era algo normal. El hecho de que no le remordía en la conciencia. Me quedé vagando en esos pensamientos hasta quedarme dormida.

Me despertó mi madre tres horas después, creo, para que fuéramos a comer.  Fuimos a un restaurante, apenas y hablamos, lo único que dijimos fue que dejaría mi empleo.  Los tres estábamos de acuerdo, pero ahora debía pensar en una nueva manera para pasar tiempo fuera de casa.

Volví a casa, e intenté hacer mi tarea, pero no logré hacer ni la mitad. No tenía cabeza para pensar en ello.  Me di una ducha y me quedé viendo una serie, y después intenté dormir.  Después de un rato lo logré.  Me desperté a la mañana siguiente, y me cambié.   Fui a clases y el tema de conversación que más abarcaban era lo sucedido la noche anterior.  Realmente era desesperante, ya que incluso en clases hablaban de eso. Era un pueblo en donde vivía, estas cosas no sucedían todo el tiempo. Y cuando lo hacían, daban de que hablar.

-Mi mamá dice que fue entre ellos mismos que se mataron.

-Yo digo que tenían algún problema con alguna pandilla o algo.

-Que mas da, están muertos.

-No digas eso. Uno de los que murieron era primo del novio de  Marci.

-¿Creen que den con el asesino?

-Eso espero, ese maldito debe morir.

Estos y otros mil comentarios se decían entre clases y en receso.  Varias veces el hecho de recordarlo me hacía querer llorar, pero lo resistía, no quería ni pensar que interrogatorios se harían si me vieran llorar, ya que trabajaba justo donde sucedió y a la hora en la que sucedió.  Si de por sí todos me habían preguntado si había visto algo.

Testigo. [Michael Clifford] EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora