Cuarenta y Siete.

128K 7.5K 2.5K
                                    

¿Escuché bien? ¿En serio? Me acababa de decir que me quería. Me quedé sorprendida, realmente no creía que llegara a decírmelo, al menos no que el fuese el primero en decírmelo. Sé que “te quiero” no es tan fuerte como “te amo”, pero para el cómo era Michael, era demasiado.  Miré a Michael, que me miraba con ambas cejas alzadas, esperando una respuesta.

-Yo también te quiero.- le dije, y sonrió.

Se acercó y a mí, y me besó. Sonreí mientras lo hacía, y pasaba suavemente mis dedos por su cuello. Bajó sus besos hasta mi cuello, y se detuvo en una parte específica, estaba segura de que iba a dejar un moratón ahí. Se detuvo, y se volvió a recostar en la cama.  Me acerqué a él esta vez, y yo comencé a besar su cuello. Un pequeño gruñido se le escapó, y me tomó de a cintura, poniéndome sobre él. Seguí besando su cuello y el pasó sus manos por mi espalda, dándome escalofríos. Comencé a bajar mis manos por encima de su playera desde su pecho hasta su abdomen, y me detuve en los jeans. Comencé a desabotonarlos, pero Michael se removió debajo de mí.

-¿Qué pasa?- le pregunté dejando un beso detrás de su oído, haciendo que gruñera otra vez.

-Mierda.- susurró.- Estoy muy triste como para tener sexo, _____.- me dijo.

 Solté una carcajada, mientras me echaba hacia atrás.

-Y vaya que quiero.- dijo.- Pero no puedo.

-Está bien.- le dije riendo, quitándome de encima.

-Jamás creí que fuera a ser yo quien negase esto.

-Yo tampoco.- dije aún riendo. Acomodó su playera, y suspiró.

Seguimos acostados todo el día, solo nos levantamos una vez para pedir pizza, y poner una película, pero de ahí en más, no nos movimos de la cama en todo el día. Nos quedamos dormidos, yo recargada en el pecho de Michael, y el con su brazo sobre mis hombros. Desperté a la mañana siguiente por el despertador de mi celular. Ya no estábamos en a pose romántica en la que nos habíamos quedado dormidos, si no que Michael estaba bocabajo sin playera, y yo abarcaba casi todo el espacio de la cama.  

Me puse de pie, y caminé hacia mi maleta que estaba en la esquina de a habitación. La abrí, y saqué algo de ropa, y todo lo necesario para arreglarme.  Fui al baño, y me di una ducha lo más rápido y silenciosamente posible. Me cambié, y me puse algo de rímel, y ya. Salí del baño, y vi a Michael que seguía totalmente dormido.

-Michael.- lo llamé. Se quejó, y me ignoró.- Michael, tengo clases.

-Tengo sueño.- me dijo.

-Anda, tienes que llevarme.- gruñó, y poco a poco se puso de pie.  Se puso unos pants y una playera a la que le había cortado as mangas, unos tenis, y sus lentes de sol, tomó mi mochila y bajó.

-Te odio.- dijo abriendo a puerta, para dejarme pasar.

-No es cierto.- le dije saliendo, cerró la puerta detrás de él, después de suspirar. Subimos a su auto, y arrancó. No hablamos en todo e camino, más bien veníamos escuchando música. Michael comenzó a disminuir la velocidad, y se detuvo frente a mi colegio.

-Gracias.- le dije tomando mi mochila.

-En serio te odio.- dijo mirándome atreves de los lentes de sol. Se acercó a mi, y me besó. –Te veo más tarde.- me dijo, asentí, y bajé del auto. Entré a la escuela, y de inmediato vi a Kate, que ya venía hacia mí con una sonrisa en su rostro.  

-Hey.- le dije.

-O por Dios, ¿sigues en casa de Michael?

-Sí.

Testigo. [Michael Clifford] EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora