Magia

2.1K 203 140
                                    

Vincent y sus ayudantes iban de un lado para otro, atareados, desmontando el improvisado set fotográfico donde Marinette había hecho su debut como modelo. Los dos chicos, mientras tanto, habían buscado un rincón tranquilo donde poder conversar sin testigos.

--Marinette, no sé ni cómo empezar. Realmente, temo que lo que voy a decirte pueda llegar a separarnos para siempre. Pero no puedo ocultarlo, porque mucho me temo que pueda llegar a implicarte, e incluso ponerte en serio peligro.

--Me estás asustando, Adrien --dijo ella, estudiando su rostro con los ojos muy abiertos.

--Verás... Lo diré de golpe, porque no encuentro ninguna manera de decir algo así suavemente --tomo aire antes de continuar--. Creo que el hombre que está bajo la máscara de Lepidóptero... Es mi padre.

Marinette bajó la mirada, incapaz de sostener la suya. Su cabeza trabajaba a toda velocidad; ¿cómo habría reaccionado ella si no supiera lo que sabía, pero no le podía decir que sabía, y Adrien le hubiera contado algo así? ¡Si ni siquiera era capaz de plantearse aquella pregunta sin que sonara como un trabalenguas!

--¿Estás seguro? --se limitó a murmurar.

--Lo estoy. Pero él no sabe que yo lo sé. Ladybug y Chat noir se pusieron en contacto conmigo, y juntos elaboramos un plan para confirmarlo. No te lo vas a creer, ¡pero he sido Aspik otra vez! Y, en esta ocasión, no fracasé.

--Estaba segura de que Ladybug no guardaba una mala opinión de ti. Pero... ¡eso fue muy peligroso! Y tuvo que ser una situación muy dura para ti --se cubrió la boca con la mano--. Adrien, ¿qué vas a hacer? ¡No puedes volver a esa casa!

--No creo que esté realmente en peligro; es mi padre, después de todo, y él no sospecha que yo haya podido  averiguar su secreto. Dimos marcha atrás en el tiempo, así que no puede haber quedado huella alguna de mis averiguaciones. Me parece que lo más sensato es actuar como si nada pasara, mantener la normalidad hasta que los héroes puedan trazar un plan de acción para derrotarlo.

--Dios mío, Adrien --se lanzó a sus brazos, y él acarició su cabello. Luego volvió a encararla y habló con voz firme.

--Si te digo esto, aparte de porque confío ciegamente en ti, es porque creo que mi padre va a tratar de demonizarte. Sé que desea hacerlo, y temo que todo lo que ha organizado con el concurso de los brazaletes forme parte de un plan para conseguirlo.

--Estaré atenta --aseguró la chica, apretando los puños.

--¿Sigues queriendo salir conmigo después de saber todo esto? Incluso en el mejor de los casos, en el que Lepidóptero sea derrotado, mi padre caerá en desgracia. ¡Puede que vaya a la cárcel! Y yo ya no tendré nada para ofrecerte. Él ha hecho mucho daño como villano; es lógico que la gente le guarde rencor. Marinette... Tú no mereces pasar por algo así, y lo que menos deseo es arrastrarte en mi caída --la voz del chico sonaba trémula y temblorosa.

--¿Cómo puedes decir eso? ¡Lo único que yo quiero de ti es tu amor! No me importa lo que tengas o dejes de tener, y tampoco la opinión que la gente pueda tener de ti; de nosotros --puntualizó.

Adrien la miraba con los ojos cristalizados, luchando por no romper a llorar.

--¿Estás segura? ¿Lo has pensado bien?

--No necesito darle más vueltas a lo que mi corazón ya sabe con certeza. Te quiero, Adrien. Y nada podrá cambiar eso.

--¿Cómo puedes ser tan increíble, Marinette? ¿Cómo puedes saber cómo darme en cada momento lo que necesito para ser feliz, incluso en un trance como este?

La azabache sonrió entre lágrimas.

--Muy simple: solo es magia.

***

A fuego lento (Reto Adrinette) Where stories live. Discover now