Línea temporal alternativa

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Marinette apenas podía pensar, demasiado ocupada en sentir. De repente, unos discretos golpecitos en la puerta del gimnasio los hicieron saltar, sobresaltados, a ambos a un tiempo.

--Monsieur Agreste y compañía, siento interrumpir, pero es hora de cerrar --el esgrimista se atusó el bigote para ocultar su sonrisa--. Además, su chófer espera fuera.

--¡Gracias, monsieur D'Argencourt! Enseguida salimos --se llevó la mano al pelo revuelto--. ¡Demonios, ni siquiera me he duchado! Qué desastre: tú estás preciosa, y yo así.

--No me importa --afirmó ella, acercándose con una sonrisa coqueta--. Es más, diría que te da un toque sexy.

--¡Qué descarada, princesa! --fingió escandalizarse él, acercándose para besarla de nuevo.

--¡Chicos! --insistió D'Argencourt--. Cierro en dos minutos.

Se apresuraron a levantarse, riendo avergonzados. Se despidieron con un último besito furtivo, ocultos tras el muro de la vista de Gorila, y después agitando la mano hasta que la limusina se perdió de vista.

Marinette se dejó caer hacia atrás hasta que su espalda quedó apoyada en el muro y cubrió su rostro con las manos, todavía con la sensación de los besos de Adrien impresa en sus labios. Sus mejillas ardían, su cabeza daba vueltas, su corazón saltaba de alegría y parecía palpitar con una nueva melodía enamorada. Quería gritar, y saltar, y reír, y llorar de emoción.

--¡Psst, pssst! --escuchó un leve siseo, como si alguien deseara llamar su atención.

Abrió los ojos a regañadientes. Y enseguida deseó haberlos dejado cerrados.

--¿Bunnix?

--Hola, mini Marinette --la saludó la heroína de la última oportunidad--. Siento mucho tener que estropearte este momento --se disculpó, apenada.

--Por favor, dime que no. Dime que mi felicidad no acaba de volver a provocar el fin del mundo --gimoteó, agobiada, sintiendo que se le caía el alma a los pies.

--No exactamente --Bunnix se encogió de hombros--, pero el panorama tampoco es precisamente halagüeño.

--Suéltalo --gruñó Marinette, alterada.

--Como puedes adivinar, vengo de una línea de tiempo alternativa. En ella, la versión oficial es que Lepidóptero fue derrotado, pero Ladybug cayó en la lucha final. Se te recuerda con honores, y todos aprecian tu sacrificio.

Marinette abrió mucho los ojos, impresionada.

--¿Mi destino es morir peleando?

--No, no lo es. Tienes muchas cosas que hacer aún, Minibug. Además, en esa versión hay muchas cosas que no me cuadran; por eso he venido a buscarte. Está claro cuál es el desencadenante del cambio, así que luego volveremos unos minutos atrás, antes del beso. Pero primero vayamos a echar un vistazo a la realidad alternativa, a ver si encuentras allí alguna pista sobre la identidad de Lepidóptero. Como sabes, yo no puedo darte información concreta: pero sí que puedo ayudar a que tu propio camino te conduzca hasta ella.

La azabache intentaba con todas sus fuerzas concentrarse en las palabras de Bunnix, pero sus ojos se negaban a colaborar en su empeño de mantener la entereza, y las lágrimas empezaban a desbordar, recorriendo sus mejillas.

Bunnix se acercó, enternecida, ofreciéndole su hombro para que se apoyara y dándole golpecitos tranquilizadores en la cabeza. Los hombros de la chica se agitaron entre sollozos.

--¿Por qué? --lloró--. ¿Acaso no merezco ser feliz? ¿Tengo que renunciar para siempre al amor a causa de mis responsabilidades como guardiana? ¡No es justo! --estalló--. La otra vez, vale: parece que de algún modo Chat noir y yo terminamos enamorándonos, y que él descubrió mi identidad. Entiendo que de alguna manera eso pudiera debilitarnos, y se desencadenara el desastre. ¿Pero esto? ¿¡Qué demonios tiene que ver Adrien en esto!?

A fuego lento (Reto Adrinette) Where stories live. Discover now