Brazaletes de la suerte

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Gabriel Agreste elevó la ceja cuando recibió el mensaje de Lila.

"Tal y como me pidió, me he mantenido alerta para averiguar qué tipo de relación mantiene su hijo con Marinette Dupain, y he logrado obtener algunas imágenes de cómo se tratan últimamente. Como me dijo, le he informado a usted primero antes de hacer nada con las fotos. Comparto su preocupación con respecto a las intenciones que ella pueda albergar, y sus posibles intereses ocultos. Quedo a la espera de nuevas instrucciones."

Fue pasando uno a uno los archivos adjuntos, observándolos con atención. En la mayoría de las instantáneas, Adrien y Marinette parecían estar manteniendo una conversación de carácter íntimo sentados en las gradas del gimnasio; en otra, se abrazaban; y, en la última, él le daba un beso en la coronilla con expresión de intenso cariño y los ojos cerrados.

Por lo que podía interpretar en las miradas de los chicos, Adrien parecía estar enamorándose sin remisión de la que hasta entonces había llamado su mejor amiga. La chica, sin embargo, parecía contenida, como si tuviera aún algunas reservas a la hora de corresponderle.

Se rascó la barbilla, pensativo; hacía ya tiempo que tenía la impresión de que Marinette Dupain podría tener la clave que desbloqueara su situación. No en vano, además de Chloé --a quien ya había logrado volver a manipular-- era la única persona que, estando en su punto de mira, había logrado resistirse a ser akumatizada. Y cuanto más supiera acerca de ella, cuanto más control tuviera sobre su vida, más fácil sería encontrar la oportunidad para convertirla en su obra maestra.

Las pasiones adolescentes tendían a ser tan volubles como intensas; de hecho, su último akuma había derivado justamente del interés de Kagami Tsurugi por Adrien, y del intento fallido de establecer entre ellos una relación sentimental. ¿Podría ser este también el punto débil de Marinette? Si Adrien lograba conquistarla, si empezaban a salir como pareja, ¿se la ofrecería su hijo en bandeja, sin quererlo, para ser demonizada tras la primera discusión?

Se hizo el encontradizo cuando el muchacho llegó, saliendo de su despacho justo a tiempo para cruzarse con él.

--Buenas tardes, Adrien. ¿Cómo te ha ido el día? --preguntó en tono casual, entrecruzando las manos tras la espalda.

La cara de asombro de su hijo fue claramente perceptible. Gabriel aguardó su respuesta, estoico, aunque por su mente cruzó el pensamiento de que quizás hacía demasiado tiempo que no se dirigía a él sin un motivo concreto, más allá de darle órdenes o reñirle en alguna ocasión. Descartó aquella idea de momento: ya habría tiempo para reconstruir su deteriorada relación paternofilial cuando hubiera logrado su objetivo y Emilie estuviera de vuelta. Cuando volvieran a ser una familia completa otra vez.

--Bien, padre --respondió finalmente Adrien--. Creo que obtendré un buen resultado en la prueba sorpresa de química, y el entrenamiento de esgrima ha estado... muy bien.

Una leve sonrisa furtiva asomó a sus labios, y el brillo soñador de sus ojos le hizo ver que no se había equivocado, y que estaba pensando en la conversación sostenida con Marinette en el gimnasio. Además, se percató de que sostenía entre sus dedos un amuleto, esa especie de brazalete de colores que la chica le había regalado tiempo atrás, y que hacía girar distraídamente las cuentas que lo conformaban, acariciándolas como si su contacto lo confortara.

--Déjame ver eso --pidió, alargando la mano.

--¿Esto? --el chico se lo tendió, dudoso.

--Veo que es una especie de amuleto de la suerte --dijo tras examinarlo de cerca--. Y bien, ¿funciona? --inquirió con seriedad.

--¿Me creerías si te digo que sí? --respondió Adrien, encogiéndose de hombros.

--De hecho, estoy pensando en que quizás sea justamente lo que necesito. Lo hizo tu amiga, ¿verdad? La señorita Dupain.

A fuego lento (Reto Adrinette) Where stories live. Discover now