Pelo suelto

4K 297 415
                                    


Tikki ya dormía apoyada en la mullida almohada cuando Marinette se decidió a acostarse también. Había sido un fin de semana increíblemente intenso, y aunque escribir aquella carta --que no leerían otros ojos que los suyos-- la había ayudado a relajarse, tenía la intuición de que le costaría bastante conciliar el sueño.

Acababa de cerrar los ojos cuando escuchó la suave vibración de su teléfono móvil. Alargó la mano hacia el aparato, y descolgó de inmediato al ver quién era.

--¡Kagami! ¿Qué sucede? ¿Cómo estás?

--Marinette... --la voz de la japonesa le llegó como un quedo susurro--. Disculpa por llamarte tan tarde. Yo... No sabía si ibas a descolgar.

--No te preocupes, no estaba dormida.

--¿Y no... Me odias?

--¿Por qué iba a odiarte, Kagami? Somos amigas --le aseguró Marinette con suavidad.

--Pero el otro día te ataqué. Os ataqué a ambos. Y eso es algo imperdonable.

--Kagami, Gothel no eras tú; recuerda que es Lepidóptero el que se las arregla para sacar a la luz la peor parte de cada uno, cien veces aumentada. Todos tenemos sentimientos negativos; el verdadero culpable es el villano que los alimenta y los aprovecha para convertir a buenas personas en armas --la tranquilizó--. En realidad, tenía muchas ganas de aclarar las cosas contigo, pues entiendo que hayas podido sentirte molesta al ver fuera de contexto la fotografía que Lila subió. No te he llamado antes porque Adrien me pidió que te diera un poco de margen.

--Es cierto, yo misma se lo dije. Pensé que debía aclarar las cosas con él antes que nada. Pero soy consciente de que te debo una disculpa a ti también. Espera --se oyó cómo cubría el auricular para asegurarle a su madre que se dormiría enseguida--; tengo que colgar --musitó--. Y no sé cuándo podremos vernos.

--¿Quieres que vayamos a tomar un zumo mañana por la tarde?

--Tengo práctica de esgrima; pero supongo que no pasará nada si falto por esta vez. Después de todo, no creo que vuelva a perder horas para escaparme con Adrien... --hizo una pausa--. Sabes que ya no estamos juntos, ¿verdad?

--Me había parecido entenderlo. Lo siento mucho por vosotros, de verdad --realmente, era sincera. Una de las cosas que menos le gustaba de aquella situación era saber que su amiga sufriría.

--Tengo que colgar, Marinette. Nos vemos mañana.

***

Resultó todo un reto concentrarse en las clases con Adrien buscando constantemente su mirada, o rozando su mano con cualquier excusa. Además, el destino pareció conjurarse en su contra para no permitirles un solo instante de charla privada: desde un examen sorpresa de química, hasta una reunión de delegados en la pausa entre clases, los mantuvieron alejados durante toda la jornada.

Cuando ya recogían sus cosas para marcharse, el chico aprovechó para abordarla al fin.

--¡Uff, qué día de locos! Pensé que no encontraría ni un momento para hablar contigo --Adrien se cubrió la boca con la mano para ocultar un breve bostezo.

--Tienes cara de cansancio --observó ella con una leve sonrisa, preguntándose si también le habría costado dormir--. ¿Te acostaste tarde anoche?

--Un poco --el rubio se encogió de hombros, mirándola de soslayo--. Tenía una carta importante que escribir. ¿Y tú?

--Escribí mi carta temprano; pero luego recibí una llamada de teléfono y también me entretuve --reconoció.

A fuego lento (Reto Adrinette) Where stories live. Discover now