Adios mi querido inuyasha

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Alistó sus cosas de manera firme y decidida no sin antes dejarle una nota extensa a su familia explicando el motivo de su inminente marcha, de la cual ya no tenía ninguna duda. Se arregló lo necesario y se marchó a paso lento de su época atravesando el pozo devora huesos que había en el templo. Mientras salía del otro lado con algo de esfuerzo del pozo, fue interceptada por su mejor amiga, la exterminadora Sango.

- Kagome, aún estás débil, ¿adonde vas? -cuestionó preocupada Sango por la inestabilidad de su mejor amiga.

- Eres tú, Sango… -dijo Kagome con algo de temor.

- ¿Kagome? ¿Y ese equipaje?

- Sango, yo...he decidido marcharme de aquí. Me iré a otro lugar, ya no permaneceré con ustedes. -Comentó muy segura de sí misma.

- Kagome, no puedes...Sabes que no es necesario. Podemos pedirle a Inuyasha que se disculpe por las cosas tontas que dijo sobre ti.

- No es por eso, Sango…es una decisión que he tomado por mí misma, es algo que necesito hacer sin importar qué…

- Pero las palabras de Inuyasha son las que hicieron que pensaras de esta forma, Kagome. Tú sabes que es muy impulsivo y dice cosas que no siente. Perdónalo, Kagome…

- Lo perdono, Sango…pero eso no me hará cambiar de parecer, es una decisión que no pienso abandonar.

La exterminadora bajó la mirada.

- Sango, somos amigas, ¿no es así? -sonrió Kagome tomando las manos de su mejor amiga.

- Claro que si, Kagome, lo somos…Somos casi como hermanas.

- Y agradezco que te sientas así -su sonrisa se borró completamente.- Por favor, dale esta carta a Inuyasha…

- De acuerdo, pero ¿adónde vas? Vestida así…-dijo refiriéndose al traje de sacerdotisa que vestía.

- Iré sin rumbo fijo, Sango, viajaré en busca de superarme a mí misma. No quiero ser sólo un radar de fragmentos, quiero ser la sacerdotisa más poderosa, incluso más que Kikyou y si me quedo aquí, mirando como me protegen, no lograré nada…

- Kagome, amiga, te comprendo…-Sonrió a duras penas Sango.

- Por favor, Sango, espero que me ayudes…-la miró suplicante.

- De acuerdo Kagome…pero vas a volver a nosotros en algún momento ¿verdad?

- Quizá no sea muy pronto, pero sin duda en algún momento nuestros caminos se entrelazarán e inevitablemente tendremos que encontrarnos, eso te lo aseguro, Sango.

- Adiós amiga mía, te deseo mucha suerte…-bajó Sango la cabeza, derramando algunas lágrimas de tristeza por más que intentaba contenerlas, ya que comprendía los sentimientos de Kagome.

Se abrazaron fuertemente y después de aquello, Kagome le pidió a Sango que entrara a la cabaña como si nada hubiese ocurrido. Cuando la mayor desapareció de su vista, Kagome se dirigió hacia el árbol sagrado, en donde reposaba, descansando, Inuyasha. Miró hacia arriba y en sus adentros rogaba que el hanyou no despertara mientras ella intentaba despedirse silenciosamente sin que él se diera cuenta.

- Adiós Inuyasha, espero que no me olvides…No olvides a la chica que siempre te amó pero por el bien de tu vida y tu felicidad, fue amiga hasta el final. Sé feliz con Kikyou…de una vez por todas. Recuerda que siempre estarás en mi corazón, pero tal vez, cuando nos encontremos, ya no haya un después para los dos…

Se despidió de él con un beso a la distancia e inició su camino lejos de él.

Caminando por lo oscuro y confuso del extenso bosque del sengoku, Kagome se preguntaba una y otra vez si estaba haciendo lo correcto, sus piernas parecían querer regresar, pero luego venía a su mente el tipo de persona que era, siempre protegida por alguien, siempre viendo la espalda de Inuyasha cuando no era capaz más que de lanzar flechas sagradas. Pensamientos como aquellos herían su orgullo, al menos hasta que una fría brisa la distrajo de sus complicados y tristes pensamientos.

La partida sigilosa de KagomeWhere stories live. Discover now