Sabía que eras tú...

118 13 1
                                    

La hermosa voz de aquella persona sonaba como ecos en su mente. Inuyasha seguía petrificado en aquel lugar, viendo como aquella mujer se marchaba lentamente, segura de que no la seguirían, sin embargo ella no contaba con que aquel hanyou era el mismo de hace años atrás, curioso, impetuoso…

- Esa voz…-musitó el mitad bestia.

La lluvia comenzó a hacer acto de presencia, bañando todo a su paso, mientras aquella extraña mujer caminaba con dificultad por el espeso y embarrado bosque. Inuyasha la estaba siguiendo y eso podía sentirlo, mas no se animó a enfrentarlo, solo siguió caminando como si ignorara completamente su notable existencia.

Inuyasha, no has cambiado en nada…

Se detuvo repentinamente al ser interceptada por el joven.

- ¿Qué es lo que quieres, Hanyou? -trató de disfrazar su voz lo más falsa posible.

Su voz…es distinta, pero su esencia es casi la misma… ¿Realmente será ella?

- Kagome, ¿eres tú verdad? -preguntó algo tímido.

Me descubrió…pero no le daré el gusto de aceptarlo.

- No, creo que me confundes híbrido, no soy quien tú dices…

- ¡No puedes engañarme, bruja! ¡La esencia es la misma! -exclamó sintiéndose burlado.- ¡Te quitaré esa capa negra que llevas y así lo comprobaremos!

- No te acerques -lo amenazó rápidamente- si te mueves un centímetro más ¡te mataré!

Intentó mantenerse firme, pero de repente tenía tantas ganas de descubrirse a sí misma delante de él y reprocharle tantas cosas, pero recuperó la compostura en cuestión de instantes…cuando recordó la razón por la cual había viajado y entrenado duramente por dos -malditos- años, aprendiendo a defenderse sola, pasando tantas penas y ahogándolas dentro de ella.

- ¿Por qué te escondes, entonces? ¿Qué es lo que tienes que ocultar?

- No entiendo a qué te refieres…

- ¿Por qué nos ayudaste si no nos conocías?

- Soy una sacerdotisa y mi deber es eliminar a los demonios que aquejen la paz de esta aldea, no confundas las cosas, hombre mitad bestia.

Inuyasha se quedó callado ante esas palabras. La hermosa joven solo suspiró pesadamente ante el silencio provocado. Tenía que perderlo de vista. Estaba casi segura que si volvía a emprender su marcha de regreso a casa, él de cualquier forma la seguiría para tratar de averiguar quien era en realidad. Intentó dar un paso y notó en seguida que Inuyasha seguía mirándola. Volvió a suspirar.

- Si me sigues, la vas a pasar mal…-sentenció y volvió a emprender su marcha de regreso a su cabaña.

Inuyasha no la siguió. Solo se dedicó a perderla de vista.

El apuesto joven de ojos dorados regresó con su grupo, caminando en dirección opuesta a la de la muchacha. El que no la haya seguido no significaba que había decidido dejarla tranquila. No iba a rendirse hasta descubrir el rostro que se escondía tras aquella capa negra. Sus amigos le vieron llegar, pero no dijeron nada al respecto, mucho menos Kikyou, quien lucía tan serena como siempre, como si aquello no la hubiera perturbado en lo absoluto. Se acercó a él y le aconsejó que lo mejor era marcharse de aquella aldea, pero este se negó rotundamente a su pedido.

- Pero, Inuyasha…

Ella no era Kagome. Aunque...

No supo en que maldito momento había caído presa del sueño, había estado pensando tantas veces en aquella extraña mujer que el cansancio lo envolvió sin darse cuenta. Despertó víctima de una cachetada del pequeño Shippo. Se levantó fastidiado mientras el pequeño se escondía tras la falda de Sango. El chico se sentó y no hizo más que suspirar.

La partida sigilosa de KagomeWhere stories live. Discover now