La decisión de Kikyo

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Kikyo miraba fijamente a Inuyasha con extrañeza, mas estaba decidida a no colaborar con "ayudar" a Kagome, no a volverla un alma en pena y someterla al sufrimiento que ella había pasado por culpa de Urasue y sus oscuros deseos. Inuyasha jaló de ella y la acercó hacia el yaciente cuerpo de la otra sacerdotisa. Aska y Kosho se acercaron a ellos con un fragmento de la perla de Shikon en las manos de una de ellas.

- Señora Kikyo, usted debe intentar purificar el miasma que se encuentra dentro del cuerpo de la señora Kagome, al igual que ella lo hizo con usted.

La joven miraba aún con dudas a Inuyasha, quien, decidido, con la mirada le rogaba que lo hiciera. Quería hacerlo por Inuyasha, pero a la vez no quería salvarla. Sabía que, de hacerlo, Inuyasha ya no le pertenecería nunca más. No podía ser igual que Kagome, arriesgando su vida y su felicidad por salvar a su enemigo con tal de ver a su amado feliz, ella no iba por el mundo salvando gente todos los días. Sin embargo, aún con esas dudas que no la dejaban pensar con claridad, decidió ayudar a su reencarnación con un único y silencioso pensamiento en su mente: Inuyasha.

- El señor Inuyasha deberá poner este fragmento dentro de la herida situada en el abdomen, de ese modo se cerrarán rápidamente y lo demás depende de la voluntad de la señora Kikyo...

Miraron todos a la aludida y esta se sintió inesperadamente presionada. Inuyasha se acercó a ella y tomó sus blancas manos, la miró con ternura y le sonrió. Y ella se dejó guiar por él. Conforme fueron avanzando, ella se topó con un enorme espesor que, cada vez más, le dificultaba caminar hacia el sitio indicado, sintió que a la cercanía, sus piernas flaqueaban y el ambiente se le había aún más putrefacto, hubo un momento en que Inuyasha tuvo que tirar de ella aún cuando él tampoco podía atravesar el camino fácilmente. Finalmente llegaron y se adentraron en la frialdad del agua e inmediatamente fueron llevados hacia el fondo de ella, Inuyasha abrazaba a Kikyo, quien parecía estar afectada por el miasma que desprendía el cuerpo de Kagome. Una ardua batalla comenzó a librarse bajo el agua. Inuyasha no podía colocar el fragmento mientras las heridas no fueran purificadas del todo y Kikyo se encontraba haciendo lo que estaba a su alcance para que todo saliera bien.

- K-Kikyo... ¡hazlo! ¡Vamos!

- No puedo hacerlo...¡mi energía están siendo rechazada!

- ¡¿Por el miasma?

Kikyou miró como pudo a Inuyasha.

- ¡Es ella! ¡Kagome está rechazándome!

- ¿Qué? ¡No es posible!

¿Qué está pasando? ¿Quién está tocando mi cuerpo?

- ¡Kagome, tienes que dejarnos ayudarte!

¿Inuyasha? Inuyasha me está llamando...

Se sentía ajena al ambiente que rodeaba su cuerpo, pero escuchaba perfectamente aquellos ecos, esas voces que no paraban de repetir su nombre. Sentía de alguna manera lo que le estaba pasando a su cuerpo y no quería. No. No quería que nadie tocara su cuerpo, ni siquiera Inuyasha...ya que sabía con qué intención estaba con Kikyo purificando su cuerpo. Su voz tembló.

No quiero. No, por favor, déjenme. Yo no quiero revivir. ¡No quiero!

Una descarga eléctrica obligó a Kikyo y a Inuyasha a salir de las aguas. El joven estaba más que agitado y Kikyo había comprendido mientras intentaba purificar a Kagome que esta no quería, por ningún medio visible, ser revivida.

- Kikyo, ¿Estás herida?

- Solo es un rasguño, no es nada importante...Debemos parar con esto, Inuyasha.

- Pero...

- Es imposible, las energías de Kagome están rechazando mis poderes. Ella no quiere revivir.

La partida sigilosa de KagomeWhere stories live. Discover now