Capítulo 26

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Hiroshi ni siquiera lo pensó, solo sacó su arma velozmente y le apuntó a Takeshi con una mirada furiosa

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Hiroshi ni siquiera lo pensó, solo sacó su arma velozmente y le apuntó a Takeshi con una mirada furiosa.

Mōippo fumidasanaide* —le dijo con firmeza. El hombre se quedó estático, evidentemente conmocionado por su reacción.

—¡Hiroshi! —le gritó su padre levantándose de su asiento con rapidez—. ¿Qué diablos crees que haces?

—Padre, no haga esto. Yo seré responsable por ella, Astrid no será un problema.

—¡Ella ya es un problema! —Su sangre se heló al ver a su padre en ese estado, jamás lo había hecho enojar. Pero no pensaba permitir que mataran a Astrid, no lo haría—. ¡Baja la maldita arma, Hiroshi!

—No, si lo hago él irá por ella.

Su padre suspiró profundo y analizó la situación un instante. Luego se dirigió a su hombre:

Onʼnanoko no chikaku ni itte, hitori ni shinaide kudasai.**

Al escuchar la orden de su padre, finalmente bajó el arma. Takeshi asintió y salió de la habitación cerrando la puerta tras de sí. Hiroshi se volteó hacia su padre, que caminó despacio hasta llegar a su lado. Un nudo se le formó en la garganta al ver la expresión de desaprobación de su progenitor.

—Me decepcionas, hijo, no te reconozco... —Cada palabra fue dolorosa como un disparo al corazón, pero una parte de él no estaba arrepentida de lo que había hecho en lo absoluto. No podía estarlo luego de impedir que dañaran a Astrid.

—Lo lamento, padre, verdaderamente lo lamento, pero no podía permitirlo...

—Acabas de desobedecer deliberadamente uno de mis mandatos, y has amenazado a uno de tus hermanos, ¿qué ocurre contigo? Siempre has sido mi mano derecha.

—Por eso mismo, confíe en mí, padre. Le aseguro que Astrid no traerá problemas a la familia.

—¿Cómo puedes estar tan seguro? —exigió su padre elevando ligeramente el tono de su voz—. ¡La policía tiene que estar buscándola!

—Ya me he encargado de verificar eso. La buscan, pero no tienen forma de relacionar su desaparición con nuestra familia. Nunca lograrán encontrarla aquí, padre.

—Aun así —dijo Akihiro, de forma tajante—, me enfrentaste, y eso es algo imperdonable.

—Lo sé, padre, perdóneme. —Se arrodilló frente a su padre, extremadamente avergonzado—. Haré lo que usted me pida...

—Hiroshi, tu comportamiento ha sido deshonroso. Solo hay una forma de pagarlo, para que recuerdes siempre que le debes respeto a tu familia, y en especial a tu padre.

Hiroshi tragó en seco y se puso de pie sin mirarlo a los ojos. Sabía perfectamente a lo que se refería, y solo de pensarlo su alma cayó a sus pies. No obstante, no lo dudó ni un segundo, pues sabía que eso era lo menos que merecía luego de su accionar. Introdujo la mano en su bolsillo y sacó la navaja —la misma que había utilizado contra los Miyasawa y que llevaba consigo desde ese entonces—. Era su turno de ser castigado, pero en su caso sería por una causa aún peor que atacar a sus enemigos: el deshonor.

Su padre lo miró, serio y expectante, mientras se posicionó frente al escritorio y colocó el dedo meñique izquierdo en el borde. Luego acercó la pequeña pero afilada hoja metálica a su dedo con la otra mano y, sin pensarlo dos veces, lo hizo. Su rostro se contrajo en una mueca de dolor que trató de disimular, mientras la navaja atravesó la carne y el hueso, y chocó finalmente contra la madera. Un chorro descontrolado de sangre comenzó a brotar de su mano.

Su padre extrajo un pañuelo de seda blanca del bolsillo de su traje negro y se lo entregó. Hiroshi presionó la fina tela contra su mano unos instantes. Luego tomó el dedo cortado del escritorio, lo limpió con el pañuelo y se lo acercó a su padre, inclinándose.

—Jamás volveré a desobedecerlo, padre —le dijo en un tono de voz decidido—. Nuestra familia es lo primero para mí.

Su progenitor lo observó con seriedad y tomó el dedo.

—Márchate —le dijo—, y solo espero que verdaderamente seas capaz de mantener esta situación bajo control. De lo contrario, tanto ella como tú, están perdidos.

*No des un paso más.

**Sal de la habitación y no te acerques a la chica.

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El ángel de la muerte (Antes llamada "El último dragón rojo") © [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora