El ángel de la muerte (Antes llamada "El último dragón rojo") © [✓]

Capítulo 14

Hiroshi sabía que estaba indefenso. El próximo movimiento que hiciera definiría su destino. No importaba cuán rápido era, el tipo estaba demasiado lejos para inmovilizarlo físicamente y demasiado cerca para alcanzar su arma antes de que una bala atravesara su cabeza. Ese bastardo Miyasawa lo había esperado junto a su auto y lo había pillado desprevenido cuando se había volteado al callejón. Pero morir no era su mayor preocupación: su familia lo era, su hermana. Y esa era una guerra a sangre fría, siempre lo había sido.

Sin embargo, todo pasó muy rápido.

Por algún motivo, su rival perdió el equilibrio un instante. Sin pensarlo dos veces sacó su arma y accionó el gatillo. Fueron dos disparos letales en el pecho, seguidos de un grito de horror de una voz femenina que lo sobresaltó.

El pesado cuerpo se desplomó hacia delante, aun mostrando una expresión de sorpresa y pánico.

Y ahí estaba ella: Astrid Greene, justo tras su enemigo y sosteniendo un zapato de tacón entre sus temblorosas manos. Sus ojos mostraban su espanto por lo ocurrido.

El zapato cayó al suelo. Ella se llevó las manos a la boca mientras el charco de sangre se hacía visible bajo el cuerpo caído. Era evidente que no podía creer lo que había ocurrido; ni tampoco él.

Había golpeado a su enemigo por detrás, dándole tiempo a defenderse. Le había salvado la vida...

Hiroshi estaba desconcertado. Ella lo había salvado, quien menos esperaba, pero también lo había visto dispararle a un hombre. Además de que su presencia en ese lugar tenía solo una explicación: ella sabía perfectamente quién era. La verdadera pregunta era si le había contado a alguien, o si había llamado a la policía.

La chica, aterrada, comenzó a retroceder despacio. Era imposible que escapara después de todo lo que había visto y escuchado. Astrid Greene acababa de convertirse en un gran problema, mucho mayor de lo que había sido alguna vez.

—Ni siquiera lo pienses... —le dijo con frialdad y ella se detuvo, casi sin poder respirar.

Y ahí estaba por ironía del destino, apuntándole con un arma a Astrid por segunda vez, inmediatamente después de que ella se convirtiera en la única razón por la que seguía vivo.

¿Sería capaz de matarla en esa ocasión?

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Este capítulo estuvo especialmente dedicado a jengibreymiel
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