○Una segunda oportunidad○

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Un nuevo y soleado día se hacía presente, llenando de harmonía la mansión blanca del héroe.

Por su lado, el joven de cabellos castaños a penas iba despertando, dispuesto a prepararse para comenzar su primer día de trabajo, después de recuperarse de aquel accidente, para ser el nuevo científico de la organización heroica.

Ya encontrándose preparado, miró su reflejo con el nuevo uniforme; unos jeans negros, unas zapatillas azules, un suéter rojo con cuello de tortuga y una bata negra que le llegaba hasta más abajo de la cintura. Pero como sentía que algo faltaba, le agregó a su apariencia actual una bolsa de papel, la cual cubría su rostro por completo.

Al fijar su mirada en el espejo detenidamente, no pudo evitar sentir un gran sentimiento de ansias por ver como sería su nuevo trabajo; era su primera vez haciendo algo en serio, por lo que debía estar a la altura de lo que el señor White necesitaba. Aunque no se preocuparía demás, era perfectamente consciente de sus capacidades y sabía que estaría más que bien trabajando para los héroes.

Aunque no lo negaría, desde pequeño había tenido cierta inclinación hacía los villanos. Pero, no iba a rechazar aquella ofertan tan favorecedora que el demonio le había ofrecido.

De la nada escuchó como alguien tocaba la puerta de su nueva habitación; a lo que simplemente respondió con un "adelante"

Acto seguido, el demonio de ropas blanca entró al cuarto, mostrando una cálida sonrisa, tan gratificante como una taza de café recién hecho en la mañana

- Buenos días, doctor ¿Cómo se siente?.- Saludó con una voz dulce y una mirada curiosa.

- Buen día. Estoy bien, gracias.- Respondió el muchacho sin quitar la vista del espejo, mientras se acomodaba los visores negros por encima de la bolsa de papel.

- Espléndido. Oh, ¿Y esa nueva apariencia? Veo que a cambiado un poco su look.- Comentó soltando una pequeña risilla, mientras se posaba detrás del menor, quien seguía con la vista en su propio reflejo.- No me quejo, aunque se me hace extraño no ver su rostro.

Slug no pudo evitar sentirse extraño al presenciar aquella cercanía; no le molestaba, simplemente, cuando el mayor estaba tan cerca, unos sentimientos extraños se movían en su interior.

El joven decidió no darle tanta importancia a aquello; por ahora solo lo ignoraría, quizás tan sólo era algo pasajero.

- ¿En serio? Pues decidí que como ahora trabajo para su empresa, quiero mantener mi anonimato, y ocultar mi rostro tras esta bolsa, como ustedes los héroes lo hacen con las máscaras.- Confesó el castaño, volteándose para encarar al eldritch.

- Entiendo, si usted quiere hacerlo por mi no hay problema.- Suspiró manteniendo su talante pacífico.- De acuerdo, dejemos las charlas que quiero mostrarle algunos detalles sobre su nuevo trabajo.

- Bien, vamos.- Respondió con sencillez, para luego seguirle el paso al héroe de sombrero blanco.

- A propósito, se que es muy tarde para decírselo, pero...lamento mucho haberlo atropellado, fue un accidente...

~

Después de un largo y curioso tour por la mansión del héroe, ambos terminaron en la sala para darle fin al recorrido, presentándole formalmente los demás miembros de la mansión al joven de la bolsa.

- De acuerdo, ahora que conoces toda la mansión, creo que es hora conozca a los demás miembros que viven aquí.- Habló el héroe, con un tono sereno, mientras señalaba a Clemencia y a un oso púrpura de gran tamaño, y un talante poco amigable.

- Ajá...- El muchacho asintió suavemente, dándole a entender que siguiera hablando.

- Bueno, como ya la conoces, ella es Clemencia. Mi fiel ayudante y aprendiz heroica. Si necesitas algo puedes pedírselo a ella o a mi.- Comenzó a presentar, señalando a la chica quien sonrió con ternura.- Y luego está el experimento 6.0.6. Él es un oso genéticamente modificado, que fue creado por el anterior científico que trabajó con nosotros, y es quien se encarga de la limpieza de la casa; es un poco gruñón a veces pero de seguro se entenderán.- Dijo para finalmente señalar al oso púrpura.

Cuando el castaño le dirigió la mirada al enorme animal, este simplemente rodó los ojos con indiferencia, de manera perezosa. Igualmente, el castaño hizo lo mismo, dejando en claro que no le importaba en lo más mínimo su actitud odiosa.

Luego de aquellas presentaciones, el joven de cabello castaño finalmente comenzó a trabajar en el laboratorio de la casa, poniendo a prueba todos sus conocimientos; dando a mostrar a los demás el valor de su intelecto tan particular.

Sin dudas, aquel sería su trabajo ideal.

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Con el pasar del tiempo, agradecía enormemente el crecimiento que estaba teniendo su pequeño y peludo experimento. Con cada prueba nueva que le hacía, más sorprendido era por el pequeño osezno. Que bueno...ya no era el cachorro que todos habían visto, pues había aumentado de tamaño considerablemente aquellos días; ahora poseía la talla de un niño pequeño, había crecido tres veces a su tamaño previo.

Sin embargo, ahora que era un oso relativamente grande, tenía la obligación conferida por Black Hat, de limpiar la mansión como el sirviente que era. Pero al esponjoso oso no le molestaba en lo absoluto, ya que siempre dejaba todo tan limpio como una tacita de porcelana, con una sonrisa amable, dispuesto a regalar cariño a quien lo necesitase.

En otro orden de ideas, el doctor Flug se la mantenía en el laboratorio trabajando, como era de esperarse; mientras trazaba con ingenio y precisión, el plano de su próximo experimento.

Sin ser notado en la profunda calma del laboratorio, 505 entró con una bandeja de café para su padre. Ya que el pequeño suponía que estaría cansado después de tanto tiempo trabajando.

- Baw Bow.- Gruñó de forma amigable, mientras dejaba la bandeja con café en el escrito donde estaba sentado el muchacho.

- Oh~ muchas gracias 505.- Respondió agradecido el joven doctor, mientras le daba unas pequeñas caricias en la cabeza al pequeño animal.

Y sin más, el peludo experimento salió de la habitación, con una sonrisa, dejando nuevamente a solas al doctor. Pero...algo que ni el chico ni el oso sabían era que estaban siendo observados por alguien más, que ya llevaba un buen rato allí.

Black Hat lo sabía, sabía que era muy vergonzoso que tuviera el capricho de observar al doctor mientras trabajaba y/o hacía otras cosas. Pero por más que lo negara disfrutaba ver cada cosa que hacía el joven y la forma como lo hacía.

Probablemente, eso era causa de su reciente enamoramiento.

Sin embargo, no se quejaba, pues para él era una grata manera de pasar los ratos libres de trabajo, antes que pasar más tiempo encerrado en su lúgubre y lujosa oficina, haciendo cosas que sólo el sabía.

Cuando finalmente decidió volver a dicho lugar, se teletransporto para ahorrarse el largo camino por la mansión. Finalmente, al estar frente a la puerta de su oficina, iba abrirla pero una extraña desagradable sensación de familiaridad, le hizo activar sus alertas.

- Mierda..- Murmuró con una voz grave, para luego abrir rápidamente la puerta de su despacho. Encontrándose a quien más odiaba. Una mueca de asco se hizo presente en su rostro en aquel instante.

- ¡Hola hermanito!~...- Canturreo sonriente, el demonio de blanco, quién estaba sentado encima del escritorio, con las piernas cruzadas.

Allí fue cuando cuando Black supo que su paciencia se iría más rápido de lo que esperaba.

- ¡Maldición!.- Gritó en sus adentros al ver nuevamente a su hermano mayor, sentado sobre sus dominios; apretando la mandíbula para no hacer un alboroto a medio día.

°Destinado a estar juntos° (Paperhat) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora