-La mató por tu culpa -ruge. Me detengo aturdida-. No la defendiste, la mataron por tu culpa -repite.

-¡No digas eso! ¡No vuelvas a decirlo! -la reprende una de las chicas pero yo prefiero alejarme porque ya no me siento dueña ni de mi cuerpo. Jackson aparece justo cuando estoy bajando, al verme solo me acerca y me abraza, aferro su chamarra con fuerza.

-Quiero ir a casa -musito a lo que él asiente enseguida. Me saca de ahí no sin antes avisarle a Lira que me da un beso en la frente.

-Tómate un descanso, Desa, quizá unos días de distancia te ayuden. Márcame cuando quieras, ¿sí? -Niego determinada.

-Mañana nos vemos -respondo metiendo las manos en los bolsillos de mi abrigo.

...

Conduzco no sé ni cómo, pero logro llegar. Al cruzar el umbral Riah viene bajando, lo miro por un segundo fijamente, esa mañana pudo haber sido la última vez que lo viera, comprendo. Sin embargo, el pecho me arde y necesito de una manera urgente sacar esa escena que se repite en mi cabeza, así que paso de largo, casi huyendo, llego a mi habitación, me deshago de la ropa con prisa y me meto a la ducha. Tiemblo aún. Me tallo enérgicamente al punto en el que mi piel se irrita, luego lavo mi cabeza como buscando que con esa acción las imágenes se alejen, no pasa. Termino sentada bajo el chorro con las rodillas rodeadas con la mirada perdida en la nada, intento evocar algo más, pero es tan difícil que al final permito que mi mente haga lo que desea y entonces lo vivido resurge una y otra vez frente a mí.

-Desa, ¡¿estás bien?! -Su grito me saca de mis pensamientos, el agua está helada, noto y mi cuerpo engarrotado-. ¡Desa! ¡O me respondes o entro! -ruge con advertencia. No tengo ni idea de cuánto tiempo llevo ahí.

-Yo, sí, ya voy -solo digo con voz pastosa. Me levanto, apago el chorro y me enrollo en la toalla. No me siento mejor, nada más lejos, pero debo recuperarme del impacto. Salgo una vez que me unto de crema y lavo mis dientes. Él está sentado en la cama, alza su vista férrea al verme salir.

-Duraste más de una hora dentro.

-Lo lamento -musito y voy por mi piyama.

-¿Así van a ser las cosas? -pregunta pero en este momento no tengo cabeza para nada, la verdad que no porque lo único que veo es muerte, sangre, gritos.

-Sí -solo respondo de forma automática. Escucho que le da un golpe al marco de la puerta, respingo asustada ante el sonido, y luego entra al baño cerrando con fuerza, de nuevo y me cubro las orejas, temblando. Cierro los ojos y recargo la frente en una cajonera. Cómo quisiera llorar, poder hacerlo, pero no lo logro y eso hace que mi garganta escueza.

Cierro los ojos y el disparo se acciona en mi cabeza, la sensación de pensar que me había disparado a mí permanece, pero dos noches sin dormir logran que caiga al fin. En la madrugada el recuerdo vivido aparece y logra que me levante gritando.

-¡No! -ruego irguiéndome, sudorosa, temblando. De pronto el rostro de Riah me hace reaccionar, me observa intrigado, yo a él.

-Fue una pesadilla, duerme -me pide conciliador. Niego nerviosa. Arruga la frente y con sumo cuidado me recuesta cubriendo mi cuerpo con el suyo, siento su aliento en mi cabello, su fuerza me reconforta un poco-. No pasa nada, ya debes dormir, por favor -parece un ruego. Asiento apenas, pero me es imposible conseguirlo, sin embargo, no me muevo, deseo y necesito esto, tenerlo así, sentirme segura, a salvo y eso pasa con Riah tan cerca, rodeándome de esa manera, sintiendo su corazón en mi pecho.

...

Cuando voy para la cafetería prendo mi teléfono, el día anterior lo apagué al subir a la camioneta. Enseguida alarmas de mensajes y avisos de llamadas perdidas, todas de Steve. No leo nada y me limito a llamarlo, ya debe estar despierto y si no, pues ni modo.

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