-Pronto.

-Entonces yo no tengo nada que comunicarle a mi hijo -determina y yo solo siento que el alma me regresa al cuerpo, bajo la vista, turbada-. Y, Desa, eres justo lo que esperaba que él eligiera -asegura dejándome estática. Observo cómo se van, pero yo no logro moverme. Mis latidos no logran regularse y mi cerebro apaciguarse. Mi garganta se siente seca, toda yo soy un manojo de nervios y desorientación.

No salgo de mi estupor hasta que un par de manitas se enrollan en mis piernas, sonrío y cargo al pequeño, beso su mejilla sucia y le sonrío.

-Vamos a lavarte esa cara y buscar a mamá. Es hora de cenar -le informo temblorosa, a lo que solo responde.

-Ti.

Llego a casa y es notorio que Riah no está, hace mucho frío pero a pesar de eso tomo las correa de Missy y la saco, ella sale feliz, es su parte favorita del día. Cierro tras de mí cuando veo las luces de su auto, me detengo en la entrada de la casa y un segundo después aparece frente a mí.

-¿A dónde vas con este frío, Desa? -pregunta arrugando la frente, frotándose las manos.

-Missy debe salir -le digo como si nada.

-Estuviste muy mal, debes descansar. Deja, lo hago yo -y señala la correa para que se la dé.

-¿Por qué no vamos juntos? -inquiero. Sonríe bajando la guardia de esa forma tan masculina que tiene.

-Porque no quiero volver a verte mal, no por un tiempo -musita casi sobre mi boca, me importa una mierda nada y termino la distancia. No nos hemos besado decentemente desde que ese maldito virus entrara en mi sistema. Gime al sentirme pero no se opone, al contrario, invade mi boca como solo él sabe hacerlo-. Ni así me convencerás. Soy un tipo difícil -me asegura muy cerca de mi rostro. Sonrío y le doy la rienda, haciendo un leve puchero porque sé que tiene razón.

-Un Neanderthal -le refuto.

-Sí, también eso -dice mientras se aleja con nuestra mascota.

...

El fin de semana fue... confuso. Transcurre en medio de mensajes que me hacen reír de Steve planea pasar con Kyroh el viernes y el sábado y el domingo. Sí, parece que la química hizo ahí su trabajo o quizá otra cosa, pero noto entusiasmo de su parte.

El sábado por la noche van a cenar a casa los amigos de Riah, en esta ocasión es nuestro turno poner el lugar. No me pone realmente feliz la situación y quizá lo hago notar un poco, pero intento ayudar después de llegar molida del trabajo, él se ha hecho cargo de todo esta vez, solo le ayudo a los últimos detalles.

La noche anterior tan solo cruzó la puerta de la habitación salté sobre su perfecto cuerpo y no hubo manera de que me separara, tampoco él lo buscó. Hablamos muy poco, lo cierto es que lo notaba algo pensativo, tampoco pregunté. De alguna manera yo me había puesto en ese punto donde yo no respondía lo que me preguntaba entonces no me sentía con el derecho de cuestionar, por otro lado, constantemente me sentía en guardia respecto a Rowe y por si fuera poco, lo ocurrido con Kindah también me mantuvo perdida en lo mío. El reloj hacía tica tac en mi mente y sabía que ya estaba sobre mí todo, solo estaba agarrando las fuerzas para soltarlo así, de una y atenerme a lo que fuera.

Esa tarde me visto con un poco más de esmero; unos zapatos altos, el pelo cuidadosamente alisado, un vestido de manga larga, oscuro y medias. Al verme descender sonríe con esa mirada felina que tiene, Loen y su novia acaban de llegar, los está recibiendo, pero mis mejillas se enrojecen por la forma en la que, estando solo con el vestido encima, me cargó como un costal de papas logrando que gritara, me llevó a la encimera del baño, me besó con brío buscando mi centro con los dedos logrando así que jadeara sobre su boca.

Más de ti • LIBRO I, BILOGÍA MÁSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora