Capitulo 48

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MIA O'CONNER

Todo el lugar está oscuro, excepto un sector el cual da la luz de la luna. Eso me beneficia de algún modo, necesito prepararme mentalmente para salir de la oscuridad y que me vea, y ahí terminar con todo esto. Pero me resulta muy difícil, nunca me había pasado algo así, el de enfrentarme a una persona y tener dudas con eso.

Sigo sin poder salir de donde estoy.

Veo como mira a todo su alrededor y empezaba a llamarme.

—¿Hay alguien?—gritaba—¿Daga?

Respiro profundo y lo sigo observando. Él se encontraba en el lugar donde habia luz.

Dale Mia, hacelo rapido.

Doy un paso pero retrocedo pegando mi espalda a la pared.

—¿Y? ¿Estás o no?—gritó.

—Si—digo.

Empieza a mirar para todos lados.

—¿Quién sos?

Tengo a uno de mis más grandes molestias a unos pasos.

No voy a desaprovechar la oportunidad de matarlo.

Es una molestia y a las molestias las saco de mi camino.

—¿Quién sos?—vuelve a preguntar pero esta vez gritando.

—Te pensaba más astuto—digo sin salir de las sombras.

—Yo te hacia menos cobarde... pero me equivoque—dice buscandome con la mirada.

Me río y salgo de la oscuridad para irme a donde él se encontraba, a donde la luz me iluminaba muy minimamente pero podria llegar a ver mi cara bien. Saco el arma de mi cintura.

—Los dos teniamos unas miradas difentes del otro—digo segura y jugando con el arma.

Al escuchar mi voz se da vuelta y cuando sabe quien soy se queda helado.

—¿Vos?—me dice casi sin aliento.

—¿Sorprendido, Anderson?—le sonrío arrogante.

—Es... esto no puede ser real—tartamudea.

—Para tu desgracia, si lo es.

—¡¿Por qué mierda no salis?! ¡¿Tan cobarde sos como para mandar a otra persona y hacerme creer que es ella?!—empieza a gritar mirando para todos lados.

Me rio a carcajadas y él me mira desesperado.

—¿A quién le gritas, estupido? Nadie me mando a hacer nada. Soy yo, Daga—digo abriendo los brazos.

—No puede ser.

Tenía que fingir, tenía que demostrarle que no sentia nada, aunque en realidad lo sienta todo.

Veo como la poca luz refleja sus ojos y los veo cristalizados, a punto de llorar.

—Se termino el juego de policía bueno, Adrik—le digo apuntándolo con el arma—¿Últimas palabras?.

—Mia, no... ¿qué estas haciendo?—pregunta mietras se le escapan lagrimas y me mira.

Mierda tengo muchas ganas de llorar yo tambien.

—¿No es obvio?

—Baja el arma, Mia.

—No soy Mia, soy Daga—grito sin poder controlarme.

—Muñeca, muñeca. Tranquila ya vamos a pensar algo.

Sonrío y con una de mis manos seco mis cachetes por las lagrimas.

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