Mia O'Conner, una chica de diecisiete años. Es una de las más grandes narcotraficantes mundialmente, y oculta su identidad bajo el apodo de "Daga".
Adrik Anderson, un chico de dieciocho años. Trabaja para la policía pero como un agente oculto, sin r...
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MIA O'CONNER Estamos caminado hacia mi edificio, en silencio.
—No necesito un niñero—suelto como por tercera vez.
Había intentado insistirle en que en realidad no hacía falta que esté pegado a mí, pero empezó a ignorarme.
—Mira, rubia, yo tampoco tengo ganas de ser uno pero no me queda otra—dice seco, poniendo los ojos en blanco.
Le frunzo el ceño con desagrado.
¿Y a este que le pasó? Me molestaba para hacerme el gracioso, y ahora me contesta de mala manera.
Solo lo ignoro y sigo mi camino con él al lado. Hasta que llegamos a mi habitación.
Meto la llave y cuando abro la puerta, lo detengo poniendo una mano en su pecho. Él me mira totalmente confundido.
—Hasta acá el recorrido, teñido—le cierro la puerta en la cara.
Escucho como maldice y sonrío.
No tengo porque soportarlo todo el día. Mucho menos con esos cambios de humor.
Así que aprovecho para pasar toda la tarde en acomodar mis cosas en mi nueva habitación.
ADRIK ANDERSON Me quedo mirando la puerta blanca y aprieto fuertemente los dientes.
Que ahora asuma las consecuencias. A mi nadie me pasa por alto.
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—Entrenador—lo llamo.
Se voltea a verme. Les hace una seña a mis compañeros para que descansen. Yo debería de estar con ellos...
—¿Si?
—Mia, la chica que lleve a la enfermería—le aclaro—, no quiere que esté a su lado como usted me ordeno, y tampoco quiere tomar las pastillas que le receto la enfermera—digo mostrando el frasco con la receta.
La estupida había salido rápido de la enfermería, entonces me tuve que encargar de agarrar la receta y las pastillas por mi cuenta.
—Ven conmigo—me ordena y lo sigo con la sonrisa de un niñito que acaban de decirle que lo van a llevar a comprar golosinas.
