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Juan pablo recién llegó a la casa de su mejor amigo Mario, el ojiazul estaba simplemente destruido, las palabras de su esposa le taladabran la cabeza constantemente.

Quería morirse, quería llorar, gritar, desaparecer a María José Garzón, pero sabía que aún haciendo todo eso no quedaría satisfecho.

Después de todo él tenía la culpa de lo sucedido. Él había aceptado tal trato junto a Daniela. Él había pensado que el amor de su esposa era más grande que cualquier otra cosa, pero no fue así.

A Juan Pablo se le cayó la venda de los ojos, no solo descubrió que su esposa había disfrutado haber estado con alguien más, sino también que tal vez solo él amaba a su esposa con locura y ella a él no.

— Juanpa, ánimo, amigo mío, hay más peces en el estanque.

Esas no eran las frases que Juan pablo necesitaba en ese momento, pero sabía que su amigo era poco ortodoxo.

Mario estaba en una máquina de hacer ejercicio, tratando de dar ánimos a su nuevo compañero de hogar al parecer, pero para juan Pablo nada existía ahora.

Para él solo existía el dolor que habitaba en su corazón destruido, en dónde habitaban las palabras de la mujer qua ama.

De pronto el sonido de un teléfono retumbó en la sala de la casa de Mario, el abogado respondió sin dejar de hacer ejercicio.

— Calle, querida, que gusto oír tú voz, siempre será un deleite hacerlo. — saludó un agitado Mario a través del teléfono.

Cabe mencionar que el pelinegro en su juventud tuvo un tipo de crush con Daniela, pero eso era historia ahora.

— Hola, Mario...— murmuró la castaña con voz ronca por el llanto. — ¿Está Juanpa ahí?

El ojiazul hace horas se había ido de casa, era de noche y Daniela no sabía dónde podía estar y eso le preocupaba, Juan Pablo salió de su crisis haciéndole señas a Mario de que dijera que no, petición que el abogado hizo omisa.

— Oh si, aquí está. — replicó con una sonrisa, Daniela suspiró aliviada.

— Sé que no quiere hablarme, solo dile que no quiero el dinero... — murmuró abatida. — No quiero nada.

Mario quitó el celular de su oreja para decirle a Juan Pablo la situación.

— Dice Calle que no quiere el millón, ¿qué le digo?— cuestionó.

— No me importa, yo tampoco quiero nada.— replicó Juan Pablo viendo a la nada.

Daniela escuchó lo que dijo su esposo colocándola más triste.

— Calle, nena...— mencionó el abogado con pesar. — Entiende a Juanpa, ya se le pasara.

— Pasa buena noche, Mario.

Daniela con lágrimas colgó la llamada, el pelinegro se encogió de hombros volviendo a su rutina de ejercicio, negó lentamente viendo a su mejor amigo.

«No tiene remedio» pensó sin más que decirle a su amigo.

Pov Calle.

Propuesta Indecorosa || TerminadaWhere stories live. Discover now