CAPÍTULO 20

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CENTRO DE CHICAGO, ILLINOIS

03:25 p.m. Agosto 09, 2030

Arthur se sintió extraño, cualquier rastro de temor se había ido y es que la convicción que tenía era muy grande, por lo que la energía proyectada de su mano había alcanzado, en comparación a las primeras que había lanzado contra su enemigo, un incremento de tamaño y él realmente sentía como su cuerpo se recuperaba de todo lo que anteriormente había sentido. Ahora se sentía realmente fuerte.

Una explosión surgió inmediato al choque de aquella esfera de energía lanzada por Arthur hacia el ser, pero el resultado no fue del todo exitoso, pues a pesar de dar en su objetivo este había anticipado el impacto anteponiendo una de sus alas las cuales, sin duda resultaban difíciles de destruir a pesar de la cantidad de energía proyectada. El ser volteó a verlo sin importarle ahora los impactos de los disparos de las diversas armas que penetraron por un momento en su cuerpo, ya que rápido movió sus alas en varias direcciones evitando de esta forma seguir siendo herido.

Los disparos cesaron, haciendo que Arthur sintiera una cierta preocupación por lo que podría pasar pero, aun así no perdió tiempo y de sus dos manos emanó nuevamente energía que lanzaría tantas veces como fuese posible hasta derrotar al ángel quien, colocándose justo en frente de Arthur, se preparaba para embestirlo. Antes de que ambos pudieran hacer cualquier movimiento, cuatro luces de un color rojo comenzaban a avanzar hasta la posición exacta del ser, quedando apenas unos centímetros separadas entre ellas. Arthur apenas percibió una sensación que estremeció su cuerpo por lo que la energía de sus manos se desvanecieron y lo único que le vino a la mente fue protegerse, y al instante alrededor de él se generó una especie de escudo energizado. De inmediato un haz de luz cayó sobre el cuerpo del ángel como una descarga eléctrica, haciendo que su visión se viera enceguecida. El estallido fue tan grande que Arthur no pudo mantener aquella protección, por lo que en un instante su cuerpo desapareció del lugar.

La duración de la explosión duró aproximadamente 7 segundos, suficiente para destruir todo el lugar en el que se encontraba el ser, provocando el desplome de varios edificios. El estruendo de múltiples descargas hacía estremecer a cualquiera, incluso la tierra misma vibraba con cada impacto. Al término, solo una nube densa de polvo sobresalía sin dejar ver con claridad el paradero del objetivo de aquella arma destructiva. Las aeronaves comenzaron a tomar su posición original sobrevolando la zona de impacto. El equipo terrestre igual comenzó a movilizarse en formación hacia aquel lugar. Arthur, por el contrario, aún permanecía alejado, pero observando detenidamente lo que pasaba, ciertamente pensaba que aquel ataque podría haber acabado con el ser aunque de igual manera permanecía atento por si eso no resultara así.

Poco a poco el polvo fue esparcido, dejando ver los estragos de tan destructivo ataque. Los edificios que se encontraron muy cerca habían sido destruidos casi en su totalidad, los escombros habían salido volando en todas direcciones ocasionando con ello el daño de muchos otros edificios alejados, incluso muchos vehículos se encontraban incrustados en varios de estos.

De toda aquella destrucción algo comenzó a moverse, lentamente. La cola de aquel ser serpenteaba de un lado a otro, con graves daños en ella. Pronto sus alas descubrieron su cuerpo, estas tenían una tonalidad rojiza al haber sido expuestas a tan intensa energía, y es que aquel ser las había usado nuevamente como protección, logrando con ello evitar ser afectado en las demás partes de su cuerpo o por lo menos no en su totalidad, ya que claramente se podían observar algunos daños tanto en la armadura adherida a su cuerpo como en este mismo. Su cráneo mostraba una larga bretadura que iba desde la parte superior de su cabeza hasta llegar casi a la parte inferior, pasando por una de sus aberturas que fungían como sus ojos. Los soldados le apuntaban nuevamente con sus armas dispuestos a arremeter hasta detenerlo.

Desde su posición donde se encontraba, Arthur no podía creer que la criatura aún permaneciera viva. Su rostro mostraba asombro mientras empuñaba ambas manos buscando alguna idea de cómo acabar con él. Su mente se llenó de ideas que al final fueron sucumbidas por una sola, pensando por un momento que no tendría oportunidad de hacer algo al respecto y que lo único que le quedaba era huir de ese lugar, llegar a donde su esposa y esconderse hasta esperar lo que pudiera pasar. Al tener todo eso en su mente, podía observar como las soldados disparaban pero el ser retornaba sus alas en posición de defensa, posición que no duró por mucho, pues en cuestión de segundos este dio un salto que lo elevó muchos metros, como si tratara de escapar pero no fue así, su impulso alcanzó una velocidad demasiado alta hasta perderse en las alturas.

Pasó un tiempo, las naves, parecidas a los aviones caza empleados por parte de la OTAN en el combate en México, regresaban a sus posiciones debido a la imposibilidad de elevarse más allá de sus límites de vuelo después de seguirlo.

La mirada de Arthur seguía fija en el cielo, buscando algún rastro del ángel, a pesar de haber desaparecido hacía ya varios minutos no podía confiarse de que este realmente hubiese huido. "Debe haber alguna razón para esto" pensó en su mente, buscando alguna idea mientras bajaba su cabeza.

-¡No puede ser! -La mirada de Arthur denotó total asombro al decir esas palabras, había entendido el objetivo del ser y de inmediato alzó su rostro, logrando observar como algo, envuelto en llamas, caía con varios fragmentos de este mismo a su alrededor.

El arma de energía de descarga M-D03, también llamado Mjolnir por su descarga de energía en forma de rayos altamente cargados, había sido destruido desde la posición en la que se encontraba, por lo que sus restos fueron expulsados y dirigidos en varias direcciones lejos del lugar donde había impactado su disparo. Desde la posición en la que permanecían aún los movimientos por parte de la WCU, era claro el desplazamiento de los restos de aquella arma. La sorpresa de todos se vio incrementada al percatarse del descenso de aquella criatura sobre la zona de ataque. La velocidad a la que descendía era realmente alta, y los resultados de su impacto al tocar tierra fue completamente desastrosa. Los edificios sucumbieron ante tal impacto, mandando escombros, coches y todo objeto que se encontrara cerca. El equipo terrestre presente en la zona fue aniquilado por completo. La mirada de Arthur evidenciaba el horror de lo que sucedía en frente de él, no podía creer que tal criatura pudiera tener tanto poder destructivo y lo principal, no sabía si en verdad existiera algo que pudiera hacer para frenarlo. Nubes de polvo fueron dispersadas a más de 2 kilómetros a la redonda, abarcando el lugar donde permanecía Arthur quien, ante la onda destructiva, había vuelto a crear una protección a su alrededor para evitar verse sucumbido ante tal destrucción.

Las aeronaves también se vieron afectadas, aunque las bajas en sus formaciones fueron mínimas. Pronto comenzaron a reagruparse. En el sobrevuelo, el asombro de los pilotos era muy clara, en el centro del impacto se encontraba el ser monstruoso con sus alas extendidas. La cosa roja sobre su hombro derecho no dejaba de mover aquellos trazos que simulaban lo que parecía un ojo, yendo de un lugar a otro tan exasperantemente. 

Un nuevo equipo terrestre comenzó a desplazarse desde el noreste de su posición, integrados por múltiples vehículos de combate, los cuales poseían una especie de torreta de un único cañón. El general Robertson permanecía en la parte central de la formación, comandando la operación. Su postura permanecía recta, aunque en su rostro se dejaba ver un pequeño gesto de emoción, resultado de obtener parte de lo que tanto añoraba desde el principio de su participación en la fundación de la propia WCU, y ahora, ante tal eventualidad, podía desplegar el equipo que se encontraba bajo su mando. Las órdenes seguían en pie, pero ahora se tomaría con mayor prioridad la de destruir al enemigo, no sin antes poder rescatar cualquier cosa que fuese necesario de él para su investigación. Pero ahora había una nueva orden, un objetivo más a la lista de las ya existentes para dicha corporación y que tenía una importancia igual e incluso mayor que la primera. Las tropas seguían avanzando, con los objetivos bien fundamentados en sus cabezas; sin retroceder en lo más mínimo ante el terror que pudiera causar su enemigo. 

El legado: la llegadaWhere stories live. Discover now