CAPÍTULO 18

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Varios helicópteros tanto por parte de la policía como de diversos medios de comunicación, sobrevolaban la ciudad. Se podían observar cómo multitudes de personas corrían en busca de protección ante lo que a unas cuadras estaba ocurriendo. El ser de gran tamaño se movía violentamente atacando a aquella persona que de igual forma se desplazaba rápidamente en aquel entorno que, tras los ataques sufridos por parte de ambos quienes se encontraban en constante batalla, había quedado devastado. Muchos edificios estaban seriamente dañados, otros habían pasado a ser escombros en todo aquel lugar en conjunto con coches y toda clase de objetos. De lejos se observaban varios vehículos de un color gris oscuro aproximarse al lugar, aterrorizando a todo quien los observara, deteniéndose casi 1 kilómetro de donde se originaba todo aquel desorden. De estos bajaron muchos soldados uniformados completamente de negro, con un emblema que figuraba a un águila detrás de la representación del planeta Tierra y sobre esta 5 estrellas, localizada en el brazo izquierdo de cada uno de los soldados, los cuales portaban armas sin igual. Todos se movían en formación, abarcando todo el espacio que fuese posible. Las calles eran acordonadas y varios edificios, al ser evacuados, eran ocupados por estos, tomando posición para atacar al enemigo desde diversos ángulos.

Varios minutos habían pasado y la cruenta batalla entre el ser y aquella persona se había extendido más allá del punto de origen. Por un instante la persona, alguien mayor de 30 años, parecía tener mayor control contra su enemigo al desplazarse a una velocidad sumamente alta, dirigiendo varias esferas de energía que salían con cierta facilidad de sus manos las cuales provocaban graves daños en el ser que, en algunas ocasiones, para evitar que el impacto de los ataques de su agresor fuesen dirigido a las partes de su cuerpo, acomodaba sus alas en una posición de defensa, como escudos que lo resguardaban, y las cuales no se veían en lo absoluto perjudicadas.

En el mismo lugar donde el denominado ángel había llegado repentinamente en aquella ciudad reapareció Arthur, con mirada que mostraba determinación, había regresado y sabía muy bien el porqué lo había hecho. Las palabras de su esposa inundaban aún su pensamiento, "no tienes que regresar", pero se aseguraba de repetirse la razón que le había hecho tomar la decisión de no quedarse a su lado. Impulsado por ello no dudó más y buscó a la persona que le había dado la oportunidad de salir de allí y poner a salvo a su esposa. Un fuerte golpe se escuchó y de uno de los edificios salió impulsado el cuerpo de aquella persona, quedando atrapado entre los escombros. Arthur quedó inmovilizado al verlo en tan grave estado, tenía que hacer algo pero no sabía qué. El ángel se acercó a su ya herido objetivo, colocó su brazo sobre él paralizándolo por completo. Aquella escena apuntaba a un trágico desenlace. El miedo, el horror de lo que alcanzaba a presenciar se manifestaba evidentemente en el rostro de Arthur, permaneciendo en sus pensamientos, imaginando lo que podría pasar si aquella criatura de aspecto grotesco sobreviviera, podría entonces rastrearlo y encontrarlo tal cual lo hizo con aquel muchacho que no pudo escapar, eso significaría no volver a ver a su esposa y mucho menos a su hija que aún permanecía en el vientre de ella.

-No -apenas vociferó, como un animal al sentirse amenazado, con ese instinto violento de querer matar a quien amenazara con su existencia-. ¡No! -Su grito fue perceptible incluso para el ser quien en seguida volteó hacia él, acomodando sus alas para tener una mayor visibilidad de quien permanecía cerca y de quien emanaba la clase de energía que tanto parecía buscar.

De las manos de Arthur unas esferas luminosas comenzaron a salir lo cual, al percatarse de ellas, provocó que se saliera de sus pensamientos, algo confundido por cómo su cuerpo respondía ante lo que sentía. Aun así su convicción perseveraba, debía salvar a aquella persona, pues posiblemente entre ambos podrían hacer algo para poder deshacerse de aquel quien atentaba contra sus vidas. No dudó más, al ver al ser que mantenía su atención en él como si lo examinara, fijó su mirada justo en el lugar donde se encontraba la persona que aún realizaba esfuerzos por liberarse y, como el resultado de una explosión, varias de las cosas que ahí se encontraban fueron expulsadas dejando el lugar en el que segundos antes se encontrara Arthur vacío. En seguida su cuerpo reapareció justo debajo del ángel provocándole por segunda ocasión cierto terror al estar tan cerca, por lo que de inmediato tomó a la persona por uno de sus brazos y realizó el mismo proceso, dirigiendo su pensamiento hacia uno de los edificios alejado de allí.

El legado: la llegadaNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ