CAPÍTULO 2

18 0 0
                                    

BASE DE RECLUTAMIENTO DEL EJÉRCITO DE LOS EE. UU.

JEFFERSON CITY, MISSOURI

04:12 p.m. Enero 17, 2030

Ante los últimos conflictos generados al sur de los Estados Unidos y en el golfo se llegó a una disminución del personal activo dentro del ejército, lo que generó una búsqueda y reclutamiento exhaustivo de jóvenes dispuestos a defender su país, lo cual resultó intolerable para los padres de las poblaciones que se veían afectados por todo este conflicto, y era de esperarse que ante todas las actividades retorcidas que se habían hecho para atraer a tantos reclutas provocara un desacuerdo por parte de muchas dependencias y, con ello un problema más para la WCU, que comenzaba a alzarse apenas unos años como un aliado poderoso para este país, pero eso no parecía afectar tanto al general Robertson que era escoltado por un par de soldados pertenecientes a esta corporación, su actitud era muy seria, alto y con una mirada profunda. Los tres se dirigían a lo que parecía ser una sala de juntas dentro de la base. Al llegar ahí los escoltas lo dejaron solo y él se acercó a uno de los paneles que se encontraba en una de las paredes, tocó dos pares de números en el teclado táctil del panel e inmediatamente apareció una especie de pantalla seguida de una voz femenina que le pidió colocara su mano; en seguida, una de la paredes del lugar comenzó a abrirse dejando ver una especie de elevador, lo cual conducía a uno de los cuarteles de la corporación. Al llegar abajo lo esperaban la directora de la ISA, el doctor en física termonuclear Ian Crowler y el físico experimental Adam, estos dos últimos se mostraban ansiosos para poder mostrarles las nuevas armas y equipos en las cuales se encontraban trabajando.

-Es un gusto poder conocerle directora -dijo el doctor Crowler mientras se aseguraba que sus anteojos estuvieran en la posición correcta.

-A lo que nos interesa por favor -interrumpió el general Robertson con voz prominente y llena de desinterés ante el intento del doctor por interactuar con ellos.

-Oh sí claro, claro es por aquí, sígannos -en un solo movimiento articular de sus brazos el doctor y el físico Lambert señalaron la dirección a la cual debían ir y fueron ellos quienes encabezaron una serie de pasillos que los conducían a la Sala B, un lugar exclusivo para el desarrollo y experimentación de nuevas armas, que era la razón por la que dos de los líderes exponenciales de diferentes corporaciones relacionados con el nuevo proyecto estaban en ese lugar.

-Espero se haya hecho un buen uso para nuestras inversiones doctor -comentó Summer, dejando mostrar una sonrisa que al parecer era algo escalofriante para sus acompañantes, debido a que durante su estancia y recorrido se había mostrado completamente seria.

-Por supuesto que sí señora -respondió el doctor algo aterrado, como si hubiera visto la peor cosa en su vida-. Hemos trabajado mucho en este proyecto y sin duda alguna sé que quedarán satisfechos con el avance que hemos tenido -esperó un momento mientras avanzaban un poco más y entonces llegaron hasta una puerta-. He aquí señores, por lo que vinieron -al término de esa frase se escuchó un sonido que indicaba el desbloqueo de la puerta que se encontraba en frente de ellos y en breve esta se abrió. Dentro de aquella inmensa sala se dejaba ver múltiples equipos mejorados, armas, vehículos, aunque lo que más sorprendía era una especie de máquina de cuatro patas semejante a un escorpión que se encontraba apartado de todos los demás vehículos.

-Como pueden observar hemos aprovechado muy bien los recursos que nos han brindado y durante...

-¿Qué es exactamente eso? -Interrumpió nuevamente el general Robertson señalando la máquina parecida a un escorpión, ante su mirada que parecía completamente intrigada por conocer, más que nada el potencial destructivo que tendría.

-Eso -respondió el físico Lambert con una pequeña sonrisa involuntaria ante el deseo de explicar la más grande creación en armamento en la que se encontraban trabajando- es el prototipo de un vehículo no tripulado con armas altamente destructivas; lo llamamos el escorpión -parecía un nombre apropiado dado que tenía un claro parecido por su extraña forma además de coincidir con el parecido con el que el general Robertson le había encontrado.

-¿Prototipo? -Preguntó el general.

-Así es, aún estamos trabajando en ello -respondió el físico dejando pasar un pequeño lapso de tiempo como si buscara las palabras adecuadas para lo que tenía que decir-. Pequeños detalles, ustedes saben, en la guerra no se puede dar el lujo de cometer errores.

-Un error puede costar toda una guerra -comentó el general en total acuerdo con lo que había dicho el físico Lambert.

El recorrido y la exposición de todo el armamento en aquella sala continuaron. El lugar era extenso, del tamaño de un campo de fútbol en el cual se albergaban decenas de vehículos aparcados en diferentes zonas que indicaban principalmente su rango en cuestión de armamento incluidos en ellos. Muchas de las armas permanecían a lado de estos vehículos como parte de ellos al no estar aún ensambladas, otras, sin embargo, permanecían apartadas por completo muy distintas de las armas convencionales y encima de cada una se mostraba una indicación de tonalidades diferentes, con lo cual se describía el potencial destructivo de cada una.

La sala apenas contaba con la presencia de una decena de científicos que realizaban una serie de análisis a varios de los vehículos que eran registradas en sus tabletas.

Ante una explicación sobre un vehículo de asalto, esta se vio interrumpida por el sonido proveniente del dispositivo de comunicación de la directora de la ISA, que inmediatamente decidió contestar al ver el número que en el registro aparecía, se trataba del complejo de reconocimiento.

-Directora -se escuchó una voz que sonaba preocupada- tenemos algo que mostrarle, necesitamos que se presente inmediatamente en el complejo.

La seriedad en el rostro de la mujer dejaba en claro la intriga que aquella llamada le provocaba, parecía dudar pero sin duda no podía continuar allí, de igual forma ella tenía acceso a aquel sitio.

-En este momento voy para allá -respondió al cabo de unos segundos con una mirada y gesto de preocupación, algo había ocurrido, pensó, ¿pero qué? Eso la desconcertaba más-. Señores, me temo que me tendrán que disculpar,pero tengo asuntos pendientes que requieren mi insistente aseguramiento. Doctor Crowler, físico Lambert -dirigiéndose con un pequeña sonrisa hacia ambos- requeriré me envíen toda la información respectiva sobre todo lo que hay aquí directo a mi terminal, por favor. General, ¿Me haría usted el honor de acompañarme? -El general Robertson asintió con la cabeza, procediendo a partir de aquel lugar no sin antes hacer la misma petición sobre el requerimiento de los datos de todo el armamento. 

El legado: la llegadaWhere stories live. Discover now