CAPÍTULO 9

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La tarde de ese mismo día Arthur se vio notoriamente cansado, así que se quedó dormido en uno de los muebles de la sala mientras Claire se disponía a tomar un baño. En sus sueños comenzó a recordar las imágenes que ese mismo día había presenciado a lado de su esposa en aquel programa. Al presenciar la misma escena de hacía unas horas le pareció extraño, pero de igual forma su cuerpo acudía hacia donde se encontraba Claire, ella estaba paralizada, con su mirada totalmente perdida y fija en el televisor. Parecía temblar, como si algo le causara tal efecto en su cuerpo, como si convulsionara sin la necesidad de caer al piso. Él se asustó al verla en ese estado e inmediatamente dejó caer un tazón que traía de la cocina para asistirla, pero en el momento en el que la alcanzó todo pareció moverse. Las paredes de la casa comenzaron a crujir al igual que el piso de una manera abrupta, provocando grandes fisuras en todas partes. Se podía escuchar las alarmas de los coches que se encontraban en la calle o que pertenecían a los vecinos aledaños, los cuales eran sacudidos intempestivamente al tiempo que la tierra comenzaba a abrirse, dando rienda suelta a enormes grietas que no paraban de avanzar como caudales de un río que se desborda sin dar vuelta atrás. Muchas casas eran tragadas completas y, ante todo ello, Arthur decidió llevar a Claire lejos de ahí, salir de su casa para no ser víctimas de lo que ante él estaba sucediendo, pero su impulso se vio detenido al darse cuenta que ya nada se movía, todo estaba absolutamente quieto. Volvió su cara hacia Claire pero ya no estaba, no en el lugar donde la había visto, giró su cabeza en todas direcciones en busca de ella y al fin pudo verla. Se encontraba apenas unos centímetros fuera de la casa, observando directamente hacia arriba, hacia el cielo. Él la habló repetidamente pero su voz no era escuchada, así que corrió, la tomó del brazo y le insistió que ingresara nuevamente, pero ella tenía su atención fija en el cielo, entonces una luz intensa comenzó a brillar, tan intensa que deslumbraba al intentar mirarla. Arthur no soportó verla por un breve instante y bajó su mirada tratando de recuperar su visión, buscó a Claire y en el proceso se dio cuenta que ya no estaban en casa, ahora se encontraban en las calles del centro de Chicago, había demasiadas personas y su esposa permanecía muy lejos de él entre toda esa multitud lo que le imposibilitaba llegar hasta ella. Intentó abrirse paso pero era tal la atracción de todo el tumulto por aquella luz que resultaba aún más difícil poder desplazarse. La distancia entre ambos comenzó a hacerse cada vez más grande y su deseo de llegar a ella se vio incrementarse, no quería que le pasara algo malo, eso no se lo perdonaría.

Continuó empujando a las personas, gritando tan fuerte como podía pero resultaba inútil y, en un momento de desesperación intentó saltar por entre la gente y entonces todo pareció desvanecerse, el escenario ahora comenzó a tornarse oscuro, poco a poco hasta desaparecer.

Su cuerpo se movía, temblaba mientras dormía, parecía agitado, de pronto el lugar donde se encontraba durmiendo comenzó a agitarse levemente, la pantalla se encendió por un instante mostrando solo estática y en breve el cuerpo de Arthur desapareció, provocando una ligera expulsión de todo aquello que se encontraba a su alrededor.

Como una explosión, en las calles del lugar donde Arthur había presenciado el fenómeno que había provocado la muerte de miles de personas, surgió espontáneamente su cuerpo; tan pronto como apareció despertó, agitado por el recuerdo aún intacto de lo que apenas unos segundos había soñado y peor aún, sin saber cómo demonios había llegado a ese lugar que, de no ser por el mal clima, en ese momento las calles estarían repletas de automóviles circulando de un lado a otro, lo cual, sin duda alguna, hubiese provocado su muerte.

Volteó hacia arriba, recordando lo que había pasado en sus sueños, pero el cielo se encontraba oscuro y la lluvia parecía no cesar. En seguida, se vio turbado al pasar un coche muy cerca de él, provocando que se moviera con tal rapidez hacia el costado de uno de los edificios, llevándose un gran golpe al chocar con el grueso muro.

El legado: la llegadaWhere stories live. Discover now