CAPÍTULO 5

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CENTRO DE CHICAGO, ILLINOIS

Enero 20, 2030

48 minutos antes del evento

Era domingo por la mañana, Arthur se había dirigido al centro de la ciudad para realizar compras, tendría una reunión con amigos en la noche para celebrar junto a su esposa la razón que lo mantenía demasiado feliz, ambos tendrían un bebé y querían compartirlo con las personas cercanas a ellos. Esa mañana había salido solo, pues quería ser él quien se ocupara de realizar las compras de todo lo necesario para la noche, ademas de ayudar en todo lo que fuese necesario con el fin de evitar cargarle todo a su esposa. Prefería que Claire no realizara tantas cosas aunque ella se había negado a su insistente preocupación, por lo que toda actividad generada sería repartida entre la pareja como de costumbre, teniendo su esposa muchas de las excepciones.

Había entrado al supermercado, un número similar a la que lo hacían salían de aquel lugar con varias cosas que incluso llegaban a asombrar a Arthur debido al gran volumen que muchos de estos ocupaban.

El aire adentro resultaba agradable para Arthur que ya se había dirigido a una de las zonas en las que realizaría la mayor parte de sus compras. Durante su transcurso por los pasillos no pudo evitar verse atraído por una fritura que desde su infancia había disfrutado tanto, provocando en él múltiples recuerdos sobre su vida cuando fue pequeño a lado de sus padres; sin dudarlo tomó varias bolsas del estante en el que se encontraban.

Al término de comprar llevó sus cosas al porta-equipaje; de inmediato subió al coche y se decidió regresar a casa. Más adelante se encontró con un pequeño embotellamiento debido a un accidente que había ocurrido no hacía mucho tiempo. En el lugar había una ambulancia y un par de patrullas los cuales obstaculizaban el tránsito, aunque parecía que todo se normalizaría por lo que era evidente que no tardaría mucho en esperar.

"Parece que tendré que esperar un poco más", pensó en el momento en el que encendía la radio en una de las estaciones que usualmente escuchaba por las mañanas, entonces escuchó un ruido extraño que se acercaba cada vez más, un sonido ahogado que aun al estar las ventanillas del vehículo cerradas resultaban perceptibles. Abrió el cristal de su lado y calló en la cuenta de lo que en verdad era, aunque era algo que ya había imaginado. Un par de helicópteros cruzaban en ese momento.

"Helicópteros de la fuerza aérea" pensó al instante en el que uno de los dos pasaba justo por encima de su vehículo, provocando la reacción de todos los demás conductores que se encontraban atrapados en aquella calle. Al observarlos detenidamente pudo percatarse que solo uno de ellos lo era pero el segundo, siendo más pequeño, no, tenía un color oscuro matizado completamente con un par de franjas color rojo y azul a ambos lados, aunque no logró ver bien el imagotipo que tenía; los siguió detenidamente con su mirada hasta perderse al girar a la derecha de uno de los edificios.

En medio de su detenida observación hacia aquellas dos aeronaves el ruido de los cláxones de los automóviles que se encontraban atrás lo hizo reaccionar, por lo que rápidamente tuvo que encender su coche para poder avanzar.

Había recorrido aproximadamente 50 metros desde el punto donde había ocurrido el accidente cuando la radio comenzó a fallar, haciendo sonidos extraños que hizo que la atención que Arthur tenía respecto a su recorrido se viera interrumpida. El sonido prosiguió, acrecentándose cada vez hasta quedar completamente en estática, provocando que su rostro se llenara de inquietud. Posteriormente su coche se quedó parado al igual que todos los que estaban transitando en la calle, haciendo que su estado de sorpresa por lo que estaba ocurriendo aumentara.

-¡Pero qué rayos está pasando! -Vociferó al momento de ver que muchas de las personas que se encontraban caminando por las banquetas observaban y señalaban hacia el cielo como si vieran algo, él quiso bajarse y observar pero su coche volvió a encender repentinamente, lo cual lo dejó estupefacto-. Esto no está bien -al hacer esta evidente afirmación el cielo se vio iluminado de un intenso color azul, mayormente superior al color usual que representa el cielo, que parecía incrementar cada vez más, provocando que su visión se nublara aunque no lo suficiente para no permitirle ver.

Ante todo esto, decidió salir inmediatamente de su coche, pero la puerta donde se encontraba estaba obstruida por otro automóvil que al parecer se había detenido demasiado cerca del suyo sin que se diera cuenta. Se movió tan rápido como pudo hacia el lado contrario logrando salir, para ese entonces la luz era demasiado intensa que no podía observar con mucha claridad, las personas no paraban de gritar aturdidas, conmocionadas por lo que estaba pasando.

Arthur volteó hacia arriba para ver que provocaba tal fenómeno pero fue inútil, en ese instante un dolor intenso le vino a su cabeza y algo parecido a un escalofrío recorrió su cuerpo el cual le pareció extrañamente pesado. Las piernas le parecían estar cargando con cierto peso pero como pudo se movió hacia un lado de la calle y entró a uno de los edificios que se encontraba allí, junto a varias personas que también se encontraban en la misma situación.

Estando dentro, el dolor en su cabeza disminuyó como si al dejar de exponerse a aquella intensa luz lo permitiera, su cuerpo recobró su movilidad, ya no se sentía pesado pero aun así no podía dejar de estar aterrado ante lo que afuera seguía pasando, aún habían personas allá; el grito era incesante. La necesidad de querer ayudarlas inundó su mente pero salir significaría pasar por lo anterior. En ese instante la luz se difuminó, ahora solo quedaba una especie de niebla que se desvanecía poco a poco dejando ver a muchas de las personas que quedaron atrapadas en la calle con quemaduras en la piel, sus ojos estaban en blanco y sus rostros mostraban el horror de ser expuestos por un tiempo prolongado a aquello que parecía inexplicable, muchos yacían en el suelo, otros aún se movían aturdidos, desorientados en la calle e incluso algunos dentro de sus coches no presentaban ya movimiento alguno.

El terror de las personas que se encontraban dentro de los edificios incluidos donde se encontraba Arthur estalló, la mayoría no podía creer lo que acababa de pasar. La mirada de todos los que habían presenciado tal fenómeno mostraba la sorpresa conjugada con el horror de lo que ante ellos ahora había quedado. Las pocas personas que habían quedado de pie comenzaron a caer sobre sus rodillas hasta derrumbarse por completo sobre el asfalto. En segundos toda la calle había quedado repleta de una multitud de cuerpos sin vida.

Arthur se encontraba absorto por tan alucinante suceso, no cabía de la impresión de lo que podía observar a través de la puerta corrediza de cristal de la entrada de aquel edificio en el que permanecía.

-Toda la ciudad debió verse afectada de la misma manera -alguien habló pero él no pudo ver quién.

-No solo la ciudad, esto debió ser global -alguien más respondió, era un señor de aproximadamente 45 años que se encontraba en el piso cerca de uno de los muebles de la sala de espera del edificio.

-¿Puedo preguntar cómo sabe usted eso? -Preguntó Arthur al verse asombrado ante tal comentario de aquel señor.

-Bueno, yo estaba hablando con mi hija que se encuentra en Londres y fue ella quien comenzó a decir que había algo extraño en el cielo, después de eso la llamada se cortó y pasó todo esto.

-Eso es cierto -respondió un muchacho que se encontraba entre la multitud, su aspecto mostraba aún un cierto grado de desorientación-. Mis padres se encuentran de viaje por Japón y, justo antes de que comenzara todo este desastre, ellos me marcaron a mi celular para saber cómo estaba -de pronto el muchacho se quedó en silencio como perdido al recordar todo lo acontecido después de escuchar a sus padres por teléfono-. Ellos dijeron que el cielo nocturno comenzó a brillar de una manera espectral, al finalizar de decir eso solo escuché estática y bueno como todos aquí sabemos sucedió -pareció titubear pero en realidad buscaba la manera adecuada para describir lo sucedido, otra vez su mirada se perdió, su conmoción aún prevalecía -este fenómeno del infierno.

El legado: la llegadaWhere stories live. Discover now