CAPÍTULO 6

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Había pasado un buen tiempo desde que tuvieron esa última conversación, la sala se encontraba enmudecida por completo, Arthur ya tenía en mente salir de allí y regresar a casa junto a su esposa, estaba preocupado, la idea de que ella se encontrara afuera y fuese afectada como las personas que se encontraban tiradas en la calle lo inundaba de pánico, por lo que sin pensarlo se dirigió a la puerta, dispuesto a salir de aquel lugar.

-¿Qué crees que haces? -Aquella pregunta provino de un señor que se encontraba en la sala cerca de él al ver lo que este pensaba hacer.

-Necesito salir de aquí, lo que haya pasado no creo que nos afecte más -en ese instante se abrió la puerta de la entrada, salió y pudo percibir un olor a carne quemada, era el olor de las personas que se encontraban muertas allí afuera. Sintió nuevamente un horror penetrar su cuerpo pero lo superó al fijarse un único objetivo, llegar a su casa y verificar que su amada esposa se encontrara bien. La red aún no se restablecía por tanto no podía ponerse en contacto con ella; tan rápido como pudo llegó a su coche que permanecía intacto pero no encendió, el motor estaba frito.

-¡Demonios! -Gritó exaltado al verse limitado para realizar el viaje de regreso.

Sin pensarlo comenzó a correr por entre todo lo que en la calle había sin importarle más. Al avanzar casi un kilómetro logró divisar a muchas personas saliendo de los edificios, perturbados aún mientras que otros salían corriendo asustados por lo sucedido. También pudo divisar a algunas ambulancias que comenzaban a llegar.

-No se vieron afectadas -dijo en voz baja mientras disminuía su correr y observaba detenidamente la llegada de esos vehículos. Era posible que al igual que las personas que lograron permanecer aisladas de aquella luz, los autos que no fueron expuestos directamente también se encontraran intactos. Volteó a su alrededor y pudo ver un estacionamiento que se encontraba dentro de un edificio, corrió hacia allá, encontró una camioneta y no se detuvo a observar si el dueño se encontraba cerca, solo rompió uno de los cristales, buscó en la viseras y pudo encontrar unas copias de las llaves, se sentía como un ladrón pero lo único que le importaba en verdad era saber que su esposa se encontrara bien. En segundos encendió el vehículo y no se detuvo a pensar en nada más.

En el transcurso del camino fue inevitable ver cientos de cuerpos que se hallaban tirados en todas direcciones, su corazón se exaltó nuevamente al recordar lo sucedido, pero eso no fue algo que durara por mucho tiempo, en frente de él habían demasiados coches inutilizados que tenía que esquivar y en muchos de los casos golpearlos para seguir avanzando. Estaba decidido a no retrasarse más así que aceleró.

Estando cerca de su casa se percató que varios de sus vecinos permanecían dentro de sus casas, muy pocos deambulaban por allí, parecían estar perdidos, tal vez confundidos por lo que sus ojos habían percibido hacía unos instantes, incluso habían cuerpos de quienes no lograron ocultarse y perecieron, sin nada más qué hacer por ellos.

Al llegar a su casa notó que todo estaba en completo silencio; el pánico le invadió.

-¡Amor, ¿dónde estás?! -Gritó sin obtener respuesta alguna, su rostro se llenó de miedo al no oír nada.

-Aquí estoy -respondió Claire desde la cocina con un tono muy suave, al oírla Arthur corrió tan rápido como pudo hasta llegar a ella, su rostro se vio aliviado al ver que nada malo le había ocurrido.

-¿Te encuentras bien? -Le preguntó al momento que él la observaba y examinaba para estar seguro de que su respuesta fuera positiva.

-Lo estoy, solo tengo un pequeño dolor de cabeza, nada de qué preocuparse -ella se tocaba su cabeza mientras él le acomodaba su cabello-. Recuerdo que vi una luz intensa, así que me asomé por la ventana, se sentía fría, era algo -se detuvo al recordar un poco más sobre lo que había pasado- escalofriante -hizo una pequeña pausa posando su mirada sobre la de Arthur. ¿Qué fue todo lo que pasó allá afuera, tú lo sabes? -Preguntó a Arthur al tratar de sobreponerse al intenso dolor en su cabeza que parecía insistente.

-Creo que por ahora necesitas descansar -le respondió al recordar inmediatamente los horrores por lo que había pasado.

-No me vengas con eso -respondió repentinamente ella, llevando sus manos a su cabeza, ahora con una expresión que denotaba seriedad y enojo- sabes los momentos que tuve que soportar sola al no saber si te encontrabas bien o no estando allá afuera justo cuando sucedió eso que no sé qué fue en verdad- se relajó, había expulsado toda su preocupación, era eso lo que más intensificaba su dolor, lo que en realidad la tenía impasible ya que ella siempre se había mostrado tranquila ante situaciones difíciles.

-Lo lamento mi amor, solo que -aguardó un momento- no creo que sea bueno para tu estado el saber lo que pasó -pausó brevemente visualizando en su mente lo acontecido-. No, no es nada bueno.

-Dime, por favor o saldré yo misma y lo averiguaré.

Arthur se encontraba indeciso, sabía muy bien que de una u otra forma ella se enteraría de lo acontecido y si salía vería lo que él no quería que ella viera, en ese instante de incertidumbre Claire se volteó y caminó hacia la puerta de la entrada.

-Las personas -respondió por fin tratando de buscar sus ojos al estar él detrás de ella-, las personas que fueron expuestas por un tiempo mayormente prolongado a aquella luz -movió su mirada hacia la izquierda de su posición- murieron.

Ella se vio exaltada, entonces volvió su mirada a él quien parecía tenso como si decir eso le recordara algo horrible y lo paralizara por completo.

-No sabría explicarlo -continuó diciendo-, solo sé que todo aquel que se encontrara afuera en las calles y que no haya encontrado un lugar para protegerse está muerto, aunque también -se detuvo, respiró un poco- muchos de los que no permanecieron tanto tiempo bajo esa intensa luz lograron sobrevivir -llevó su mirada hacia sus manos, observándolas detenidamente como sintiendo aún aquella energía fluyendo en su cuerpo, ahora era diferente; tal vez se sentía diferente-, e incluso yo -alzó su mirada y vio como ella se aterraba y no pudo soportar verla así, corrió hacia ella y la abrazó, deseaba que nada de lo sucedido hubiese pasado. Nada en lo absoluto.

Las calles poco a pococomenzaron a llenarse de personas, muchas corrían de un lado a otro ante ladesesperación, ante el miedo de contemplar lo que sus ojos observaban. Con elruido de las sirenas las ambulancias anunciaban su llegada, todo allí afueraparecía frustrante, enloquecedor pero, todo parecía haber terminado.

El legado: la llegadaWhere stories live. Discover now