𝑿𝑿𝑰𝑰.- 𝑪𝒐𝒓𝒂𝒛𝒐𝒏𝒆𝒔 𝒓𝒐𝒕𝒐𝒔. 🌹

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Zayn.
Jueves, 11:05 p.m.

Los dos días anteriores no quiso bajar a cenar ni desayunar con sus padres, no quería que vieran que había sido golpeado. Sabía que, por supuesto, le harían preguntas al respecto y no estaba de humor para nada que no fuera llorar y lamentarse. Pero ahora su madre no le permitió no cenar con ellos, prácticamente lo obligó a bajar a pesar de que le dijo que ya había cenado.

Sus padres se alarmaron al ver su lastimado rostro, y él tan sólo se limitó a decirles que no era nada importante, que él provocó a quien lo golpeó y que no quería que se metieran.

En el comedor tan solo se escuchaba el chocar de los cubiertos contra los platos de Yaser y Zayn; uno porque estaba muy molesto tomaba su comida de forma ruda y el otro porque no tenía apetito por las tristeza solo picoteaba sus alimentos.

Trisha estaba muy tensa viéndolos a ambos, pero sobre todo estaba preocupada por su hijo.
—¿Zayn? —habló con la voz más tranquila que tenía. Su primogénito no respondió, pero ella continuó como si sí lo hubiese hecho—. Puedo ver tristeza en tus ojitos, hijo, ¿seguro de que todo está bien?

—¡Por supuesto que nada está bien! -! —gritó Yaser poniéndose de pie con un golpe de sus palmas en la mesa—. ¡¿Qué no ves que lo golpearon y el muy... tarado no se defendió?!

Zayn se encogió en su lugar.

—Cállate, Yaser, no sabes ni siquiera por lo que está pasando. Es tu hijo.

—¡Y por eso me enoja tanto! —repuso—. ¡¿De qué sirvió que te enseñara a pelear si cuando te agredieran te ibas a dejar?! —gritó a su hijo.

—Es que yo no quería pelear —dijo Zayn casi en un susurro.

—¡Pero no es de que quieras o no! ¡Es que no te tienes que dejar, no seas idiota! —rodeó la mesa y fue hasta donde su primogénito—. Me vas a decir quien te golpeó, vamos a ir a su maldita casa y le vas a romper la cara —dijo tomándolo de la muñeca y tirando de él.

—No, no quiero —dijo dejándose caer al suelo para que su papá no pudiera llevárselo.

—¡No te pregunté!

—¡Yaser, déjalo en paz! —intervino Trisha acercándose a ellos y haciendo que su ex esposo soltara a su hijo.

—¡Si se sigue escondiendo detrás de tu falda jamás se va a hacer hombre! —gritó más molesto—. ¡Ponte de pie, Javadd!

—Por favor, papá, no quiero hacerlo —suplicó Zayn.

Yaser empuñó sus manos y dio un fuerte golpe con ambas a la mesa.
—¡Es por tu bien!

—¡Ya basta! —gritó Trisha.

Yaser sacó mucho de su frutación en un alto gruñido y salió de la casa dando un fuerte portazo.

La mujer de inmediato se dio la media vuelta para ayudar a su hijo a volver a ponerse de pie.
—No le hagas caso, ya sabes como es tu papá de tonto.

Zayn asintió e hizo ademán de irse, pero su mamá lo detuvo por el brazo.
—Espera, cariño —le dijo—, tenemos que hablar.

—No hay nada de qué hablar, ya te dije que me golpearon porque yo los provoqué.

—¿Y por qué los provocaste?

—Por idiota. ¿Ya me dejas volver a mi habitación?

Trisha ladeó su cabeza y suspiró.
—Tú estás triste por algo y no quieres decírmelo. —Lo tomó por los hombros y lo hizo sentarse otra vez en su silla—. Te dejaré ir cuando tú me dejes ayudarte —dijo antes de volver a tomar asiento también—. Dime, ¿qué es eso que te aflige?

Rosas: El reflejo del amor || Ziam Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt