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Tal como Gerard le había dicho a Mikey pasó a buscarlo temprano por su casa, después de haber ido al restaurante por el auto.

—Definitivamente de aquí a unos meses voy a tener unas ojeras imborrables —replicaba el Way menor—. ¿Acaso se dañó tu reloj Arthur? ¡Son las 9 de la mañana! ¡¡¡LAS 9!!! —gritó.

—En primera a tu hermano mayor y sobretodo embarazado lo respetas —lo señaló con el dedo índice—. Y en segunda no es mi culpa que te hayas divertido tanto anoche —le dijo en tono burlón, levantando las cejas varias veces y señalando el cuello de su hermano, donde había una evidente marca.

—Cállate.

—¿Oíste bebe? El tío Mikey no quiere que le hablemos.

—Hey no le digas esas cosas al niño, me va a odiar.

—Está bien, no le contaremos lo que paso anoche —siguió hablando con su vientre, ignorando a Mikey que estaba colgado de su brazo.

—Gerard no seas malo —estaba haciendo un berrinche literal—. James dile a tu papá que yo no hablaba en serio.

—Si bebé tienes razón, no merece que le  digamos la sorpresa —acomodó su chaqueta y comenzó a intentar caminar—. ¿Me sueltas por favor? —sacudió su brazo y miró a su hermanito con aires de grandeza.

—Ya Gee lo siento, ya sé, los invito a desayunar a cambio de que me perdonen.

—Mmm... —lo miró con los ojos entre cerrados.

—¿Waffles?

—¿Y helado?

—Y helado —confirmó derrotado, siempre terminaba pagando caro el pronunciar una palabra mal dicha frente a Gerard, que estuviera embarazado lo volvía peligroso.

—¡Yei! viste Lily tienes al mejor tío.

—Es James, Gee, ya lo verás.

—Es niña, yo la llevo dentro, yo sé —arrojó las llaves a Mikey mientras caminaban al parqueo—. Maneja tú

—¡Si capitán!

—¡Ah! No creas que todo está perdonado —se subió en el lado del copiloto, mientras esperaba a Mikes se abrochó el cinturón de seguridad—. Tienes que contarnos con lujo de detalles como te fue anoche patitas chuequitas —ahora era él quien habla en tono infantil.

De camino a un bonito lugar para desayunar Mikey le contó a Gerard como le fue en la pedida de matrimonio, según sus palabras Kristin había estado súper feliz, lloró y luego río, también le mostró unas fotos que se habían tomado, en una de ellas salían los dos espectaculares y la muchacha mostraba su mano con aquel bonito anillo, sin duda hacían una linda pareja.

—Gracias —agradeció cuando Mikey le ayudó con la silla para que se acomodara mejor.

—Ahora si cuéntame, que me ocultan.

—Verás anoche cuando Frankie y yo...

—Ay no me digas, que estaban en el acto sexual —le interrumpió.

—¿Qué? ¡NO! —le gritó con las mejillas rosas—. Ya te dije que más respeto Mikes.

—Jajaja perdona pero debiste ver tu cara Gee.

—Bueno basta, ¿me vas a dejar contarte o no? —se cruzó de brazos, un tanto molesto, afortunadamente la muchacha que los iba a atender apareció con los menús.

Cuando por fin ordenaron Mikey volvió a insistir está vez un tanto más serio.

—Ya Gee dime por fas.

—Ven ven acércate —habló eufórico.

Mikey bufó pero obedeció y se acercó a Gerard.

—No te voy a contar, vas a sentir —le dijo al tiempo que tomaba su mano y la posaba sobre su vientre.

Mikey casi se arroja al piso de la alegría, sintió como la pequeña criaturita se movía al interior de su hermano, era tan lindo, pero sin dudas recordó cuando pasaron esa misma situación con Helena.

Luego de que Gerard le comentó a Mikey como fue que sintieron los movimientos de la bebé la noche anterior y el bonito detalle que Frank había tenido para con quienes ahora llamaba sus hijas, al menor de los Way se le ocurrió una gran idea.

Antes de ir a dejar el bolso de la señora pararon en una floristería, un ramo de rosas rosadas fueron las elegidas.

Ambos hermanos caminaban abrazados por ese camino que conocían a la perfección, Gerard quería contarle a su hija lo que Frankie había hecho aunque seguro ella ya lo sabía, y Mikey quería simplemente ir a ese lugar a liberarse de la tristeza que se apoderaba de él al recordar esa perdida tan dolorosa.

Lloraron, sin dudas al estar juntos frente aquella tumba les hizo recordar lo que habían vivido los tres, eran recuerdos felices pero la protagonista principal ya no estaba.

Una hora más tarde se despidieron de sus chicas y partieron.

Eran casi las tres de la tarde cuando llegaron, Mikey recordó que tenía que retirar un encargo que había hecho y ya iba retrasado, Gerard como buen hermano le dijo que podía ir, él lo estaría esperando ahí pero que no tardará demasiado.

La casa a la que llegaron no era lujosa pero tampoco tan humilde, era una casa sencilla pero acogedora.

—Ve, cuando estés aquí me llamas y salgo a esperarte.

—Vale pero si es una loca me llamas y me regreso inmediatamente.

—No te preocupes —buscó algo en su bolso y sacó un pequeño atomizador que estaba junto a otro montón de cosas en un mounstro de llaveros, había un gas pimienta, un teaser pequeño y una cosita que traía varias navajas pequeñas pero de distintos estilos—. Estoy preparado.

—Bueno, ya regreso.

Por fin bajo del vehículo y caminó unos cuantos pasos hasta estar enfrente de la puerta, acomodó su bolso y la cartera de la señora Ballato.

La puerta se abrió dejando ver a una mujer un tanto mayor, de cabellos negros, muy elegante y bonita.

—Buenas tardes señora.

—Hola cariño, pasa.

Sin dejarlo contestar lo jaló de un brazo obligándolo a entrar a su morada.

~𝙻𝙸𝚁𝙸𝚄𝙼~ ➛FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora