~15~

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¡4 meses!

No existían padres más felices en el mundo que Frank Iero y Gerard Way, la criatura en el vientre del pelinegro ya se hacía de notar, tenía el tamaño de un plátano (según aquella app maravillosa en palabras de Gerard, la cual ahora también compartía Frank), de aproximadamente 18 centímetros.

Según las terapias para padres a las que estaban asistiendo, a partir de la semana número 15 Gerard podía sentirse muy tranquilo puesto que su bebé ya empezaría a ganar peso y se dedicaría a crecer, además que le dijeron que era muy probable que le dieran antojos más seguido y que ya casi no habrían malestares, aunque nunca tuvo, realmente su bebé era muy bien portadito o portadita.

Pero hacia un par de días que las hormonas de Gerard estaban totalmente locas, al principio se preocupó porque con su anterior embarazo eso no le había pasado pero Amber le dijo que cada embarazo es diferente así que no tenía nada por que estresarse más bien debería disfrutar.

Así es como en su cuarto mes de embarazo mientras Frankie llegó a hacerles una visita casual en el trabajo, ya Gerard lo había empujado en la silla giratoria y se había colocado encima suyo.

Exactamente, su apetito sexual había incrementado el triple, parecía que la sola presencia o aroma de Frank lo excitaba.

—Amor nos pueden oír —aunque su instinto humano le exigía aceptar a Gerard, su poca razón le gritaba que no era el lugar.

—Mmm... entonces déjame hablar con el dueño —prosiguió con los besos en el cuello de su pareja—. Dice que esta de acuerdo.

—Pero Gee... —sin querer sus manos ya estaban acariciando los glúteos de Gerard.

—Ya Frankie, menos palabras y más acción

Sin dejarlo responder le arrancó la camisa y juntó sus labios, mordiendo un poco los de Frank, dejando después que su traviesa lengua jugara con su compañera.

Con todo el cuidado del mundo Frank se puso en pie con Gerard abrazado con sus piernas y brazos a su cuerpo, torpemente movió las cosas que estaban sobre el escritorio y acomodó el cuerpo de Gee.

—Se ha portado usted muy mal señor de Iero —habló con ese tono tan sexual que enloquecía a Gerard, le desabrocho los pantalones y en menos de un minuto lo tenía sin nada en la parte inferior y con la camisa de vestir completamente abierta, dándole una vista perfecta del bonito vientre de Gerard.

—Como si a usted ese le molestara señor de Way —jaló a Frank de la cintura y comenzó a frotar su pene erecto contra la tela que le separaba de la erección de Frank, quien lo tomó del cabello y lo besó, un beso salvaje, en el que había mordidas, succiones y mucha saliva.

Fue descendiendo por el pecho de Gerard hasta llegar a sus pezones y comenzar a jugar con ellos, logrando arrancar deliciosos gemidos que hicieron dar a su polla un tirón, quería penetrarlo y hacer que gritara su nombre, pero antes iba a tentar el cuerpo de Gerard.

Empujó el torso de Gee y tomó su piernas para acomodarlas sobre el escritorio y lo jaló de manera que sus glúteos rozaran con el borde del escritorio, hizo un recorrido de besos por sus piernas, mientras Gerard suspiraba y esperaba ansioso lo que venía.

Al llegar a su rosado pene Frank aspiró su aroma, Gerard era delicioso en todos los sentidos, y aunque se le hacía agua la boca por tenerlo y lamerlo, siguió su camino, solamente aspirando y pasando su rostro muy de cerca, hasta que llegó a ese lugar mágico, comenzó a besarlo despacio, lamia, succionaba y mordía un poco ese apretado lugar, volviendo a repetir la acción, Gerard no tenía ni de dónde agarrarse, el placer que esa hábil lengua le estaba dando era único.

Frank salivaba demasiado con la intención de lubricar bien la entrada de Gee, cuando creyó que fue suficiente bajó con prisa sus pantalones y boxers, dejando su grueso y erguido pene al aire libre.

—Ahora si cariño —lo penetró de una, haciéndole ver el paraíso, lo tomó de la nuca mientras comenzaba a embestirlo duro, a como a él le gustaba.

—Ahh Frankie ahhh siii más ahhh —los fuertes golpes lo inundaban de placer y su mente estaba en blanco, lo que menos importaba era el lugar en donde estaban.

—Mmm tan delicioso mi Gee ahhh —Frank tomó la erección de Gee y comenzó a acariciarlo suave.

De la nada la puerta se abrió, a como era costumbre del intruso.

—Gee adivi... —ni siquiera pudo terminar de hablar porque dejó escapar un grito como damisela en peligro.

—Qué mierda —Frank no sabía a dónde esconderse.

—Son unos...

~𝙻𝙸𝚁𝙸𝚄𝙼~ ➛FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora