-Hace mucho que no pasaba por aquí, digo, que no paseaba por aquí... en general debo tomar esa calle para llegar al hotel de mamá.- apunté enseñándole la dirección.

-Oh, sí, escuché que tus padres estaban en la industria hotelera.- dijo.

-Primero, eso es correcto.- dije alzando un dedo.-Segundo, ¿dónde escuchaste eso?- inquirí.

-Bueno...- rió, viéndose algo avergonzado.-Digamos que Lara ha hablado un poco de ti, muy vagamente... pero algo he escuchado.- confesó.

-Claro.- asentí entrecerrando los ojos.-Ya me imagino qué ha dicho, sólo te pido que trates de olvidarlo, sino esto no funcionará.- le dije.

-Ya lo olvidé.- asintió.-Entonces... ¿qué hoteles?- preguntó, siguiéndome la corriente.

-Mamá tiene algunos hoteles, papá es hombre de negocios; seguiré esa ruta el año que viene.- le conté mientras él me observaba con atención.-Probablemente vaya a la escuela de negocios, aún no lo decido bien, pero definitivamente será algo que me ayude a hacerme cargo de los hoteles.-

-¿Sabes?- dijo echándome un vistazo de pies a cabeza.-No veo a una mujer de negocios en ti, pero quizás en algunos años...- dijo dejando la frase en el aire.

-Oh, ya la verás.- sonreí.-¿Qué hay de ti? ¿qué haces?-

Leo se detuvo cerca de la fuente de piedra que adornaba la esquina noreste del parque y miró a través de ella, la rodeó mientras la examinaba con ojo crítico y se detuvo en varios ángulos. Finalmente asintió satisfechos y me tomó de los hombros, haciendo que me parara frente a él.

-¿Qué te parece?- me preguntó asomándose por sobre mi rostro.

Miré lo que me estaba enseñando, es decir, la fuente desde una de sus esquinas mientras que tras ella se lograban vislumbrar las ramas desnudas de los arboles y unos faroles que aún no se encendían a pesar de que estaba atardeciendo.

-Lindo.- dije sin más, buscando su mirada.

-Soy fotógrafo.- dijo yendo a pararse junto a mi y quitándose la mochila que llevaba cruzada en la espalda.

-Espera, espera... ¿vas a trabajar ahora?- pregunté burlona.

-Más o menos.- sonrió alzando la comisura de sus labios.-Si me encuentro con una oportunidad sería tonto no aprovecharla, ¿no crees?- dijo encendiendo su cámara.

No sabía de cámaras, pero esa se veía pesada y profesional; probablemente muy costosa y útil para alguien que literalmente la usaba como herramienta de trabajo. Leo acomodó la cámara con manos seguras y luego acercó uno de sus ojos a ella, supuse que se tomó su tiempo enfocando hasta que de pronto vi una seguidilla de flashes.

-¿Hace cuánto que haces esto?- curioseé.

-Tres o cuatro años, supongo que comencé con una cámara desechable en una de nuestras vacaciones familiares.- me contó.-Cuando dejé el internado tomé una pasantía con un fotógrafo paisajista, ya sabes, naturaleza en su mayoría; encontré unos cuantos trabajos y luego descubrí que me gustaba más la composición de escenarios.- dijo bajando la cámara a la altura de su pecho.-He sido ayudante de cualquier fotógrafo que necesite de alguien y así he hecho algunos contactos, eso hace que sea más fácil que vean tu trabajo.-

-Leo, ¿qué edad tienes?- pregunté al darme cuenta de que no tenía idea.

-Veintiuno.- dijo.-Y me alegra mucho que tengas dieciocho, sino...- chistó, haciéndome rodar los ojos.

-¿Haz pensado en estudiar?- continué.

-Definitivamente cuando lo haga será fotografía profesional, quizás en un año o dos.- pensó.-Por ahora me gusta esto de ser autodidacta, de encontrar gente dispuesta a enseñarme; no es lo normal, pero es emocionante.- aseguró.

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