- Verdad a medias -

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-Antes de que entremos, tengo que decirte algo.- dije agarrando a mi amigo del brazo.

Estábamos frente a la amplia entrada del hotel, el portero ya me había visto y esperaba con una sonrisa frente a las puertas de vidrio para escoltarnos hasta el Spa. Nunca antes había sido tan consciente de todo ese trato especial, digo, sabía que existía por obvias razones; pero no había sido realmente consciente de lo que implicaba cada vez que visitaba el hotel.

Henry me miró con una ceja alzada, curioso y dispuesto a escucharme con calma. Hice que nos alejáramos un poco de la entrada para evitar ser un obstáculo para los huéspedes y luego le hice una seña para que se agachara. Henry era alto, más alto que Alan y definitivamente más alto que yo, por lo que necesitaba que se inclinara un poco para hablarle en voz baja.

-Elías trabaja en el Spa.- le dije.

-Oh, ¿trabaja aquí?- dijo sorprendido, pero luego vi una sonrisa traviesa en su rostro.-¿Por eso querías venir?- preguntó.

-No.- negué.-Es mi regalo por tu victoria.- le aseguré, porque en realidad así era.

-Que coincidencia más conveniente que me trajeras donde está tu crush.- me sonrió.

-Te traje porque sé que te gusta.- lo corregí.

-Me gustan los jacuzzis y las piletas temperadas.- aceptó.-Y la buena atención y los aperitivos.- agregó.

-Lo sé.- repetí.-Es becado y estoy bastante segura de que no quiere que se sepa, y la verdad creo que lo entiendo; debe ser incómodo admitirlo cuando ves que todos los demás chicos de tu edad tienen la vida literalmente asegurada y tu no.- le dije.

-Es...- dijo, rascándose la barbilla.-Sí, te creo.-

Henry asintió aceptando mi palabra como verdad, pues era todo lo que podía hacer. Henry, Alan, Val, Lara, Dom, yo... todos veníamos de familias adineradas, algunos con más negocios y poder que otros, pero siempre nos movíamos en el mismo circulo; sabía que para nosotros podía ser difícil imaginar el hecho de que la gran mayoría de la gente sólo podía soñar con tener nuestras vidas. Si yo y Derek eramos un poco más centrados era porque mamá no siempre había sido dueña de hoteles, porque nuestro tío Tyler recordaba no haber tenido la seguridad de poder costearse la universidad su primer año, porque papá era de esa clase alta que había llegado allí por trabajo y no por herencia... Las historias que se contaban en mi casa eran diferentes a las del resto de mis amigos.

-Un día me lo encontré cuando vine al Spa y me entró el pánico y me hice la loca, así que no sabe que mamá es la dueña.- le dije.-No quiero que sepa, va a intimidarlo más.- me quejé, sintiéndome tonta.

-Maya, todos aquí te dicen "Srta. Faulkner", te tratan como princesa.- me dijo.

-Es por eso que llamé y les pedí que no fuera tan obvio, pero para eso necesito que hagas como que tu pagaste todo ¿sí?- le pedí.

-Claro.- dijo sin oponer resistencia. No como Alan, que probablemente me habría empujado a contarle la verdad a Elías.-¿Eso es todo? ¿Ya puedo ir por mi masaje y bebida de melocotón?- preguntó apuntando hacia la entrada.

Nos encaminamos hacia el interior del hotel y como siempre los empleados del lobby nos saludaron con sonrisas amigables y uno de ellos se ofreció a llevarnos hasta nuestro destino, pero Henry se tomó en serio su rol y respondió por mi que no sería necesario. Llegamos a la entrada del Spa y enseguida vimos a Elías en la recepción, y él nos vio a nosotros.

-¡Hola!- lo saludó Henry con una sonrisa.-Maya me contó que estabas aquí, es una coincidencia muy afortunada, me encanta este lugar.- le contó apoyándose en el mesón.

Mi Último AñoWhere stories live. Discover now