- La noche -

85 12 2
                                    


-¿Por qué se te ocurrió decirle que fuera sutil?- le preguntó Henry a Alan.

Mi vecino y mejor amigo de la vida se encogió de hombros sin darle importancia y mucho menos una respuesta concreta, lo que solo hizo que Henry rodara los ojos exasperado y continuara haciendo la misma pregunta pero variando su formulación.

Decidí no intervenir en su conversación y en cambio miré mi teléfono móvil distraída. Me imaginaba que la respuesta que buscaba el pelirrojo era en realidad una razón por la cual a Alan se le había ocurrido literalmente desafiarme, pero la verdad era que su consejo de "sutileza" había sido un comentario que yo me había tomado muy personal. Tal vez era mi yo competitiva la que claramente se había propuesto conquistar a Elías a base de miradas tímidas e indirectas muy indirectas.

Ahora ya todos sabíamos que esa ruta no me había servido, pero no estaba segura de si era así porque simplemente era mala coqueteando con sutileza o porque era el amor de mi vida quien en realidad no estaba interesado en mí de esa manera.

Sabía que me miraba con atención de vez en cuando, pues lo había atrapado viéndome unas cuantas veces; pero no significaba necesariamente que le gustara, puede que solo me hallara interesante o que yo era más popular de lo que pensaba. No había forma de saberlo sin preguntarle.

Por suerte esta noche era la noche...

-Entonces, ¿qué debería ponerme?- pregunté levantándome de un salto de la cama.

Ambos me miraron con una mueca de desinterés y volvieron a su discusión, y por lo que escuché Alan estaba tratando de argumentar que había sido yo la que se había tomado demasiado en serio su sugerencia. Los ignoré una vez más y fui hacia mi armario, abrí la puerta y entré en él.

Mi armario era espacioso y se encontraba muy bien organizado, por lo que buscar prendas especificas era simple. Me detuve en la sección que guardaba mis vestidos y los fui removiendo cuidadosamente para no desordenar, sacando los que me llamaban la atención en esos momentos y que se veían apropiados. También saqué otros conjuntos, pantalones y blusas, chaquetas...

-Creo que debería volver a casa.- dijo Henry asomándose a la puerta.

-Genial.- sonreí, entregándole la pila de ropa que había sacado.

Lo empujé fuera del armario y él dejó mis prendas sobre mi sillón, jadeando como si se tratara de una carga de cemento o piedras. Tomé un vestido corto y de mangas largas, de una tela tornasol y reflectante.

-No lo sé, no me gusta.- dijo Alan examinándolo con una mueca.

-Dije que me iré a casa.- repitió Henry.-Quiero asegurarme de que esté todo listo, ¿sí?-

-Nos vemos en un rato.- dije.

-Llamaré a tu chico para asegurarme de que vaya.- dijo antes de irse.

Alan tomó un top escotado con pequeños cristales azules que brillaba más que las joyas de la corona inglesa y me lo entregó luego de darle su aprobación.

-Supongo que querrás brillar literal y figurativamente esta noche.- dijo con una risa.

-Esto me encanta.- dije mirando la prenda con apreciación.-Con unos pantalones ajustados... sí.- asentí.

Terminé de imaginar el atuendo completo en mi cabeza; unos tacones no tan altos para no matarme cuando bailara, el cabello suelto y el maquillaje oscuro e intenso, como si fuera a la guerra; aunque nadie que fuera a la guerra se maquillara, al menos no como yo... Mala metáfora.

-Maya, quiero contarte algo.- dijo Alan de pronto.

-Dime.- dije recogiendo la ropa que usaría para separarla del resto.

Mi Último AñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora