- Buenos amigos -

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Mamá y yo decidimos que el sábado sería día de películas, por lo que eran casi las seis de la tarde y ambas estábamos echadas sobre los sillones comiendo ensalada de frutas y hablando más de lo que debería hablar un espectador que respeta el arte del cine. De todas formas ella me comentaba las maravillas del maquillaje que acababa de comprar mientras me observaba aplicándome mascara negra de pestañas.

-¿Y por qué te maquillas?- quiso saber.

-Invité a un chico a casa.- dije.-No es como que esté especialmente interesada, pero me gusta esta mascara... mmm, quizás no debería ponerme nada.- dudé.-Sí, mejor al natural.- decidí buscando el desmaquillante.

-Espera, ¿invitaste a un chico?- preguntó irguiéndose.-¿Y no me dijiste?- se quejó.

Se miró de pies a cabeza, probablemente muy consciente de que estaba en pijamas y con una desordenada trenza rubia sobre la espalda. Nada del glamour con el cual se presentaba frente a las personas. Se puso de pie sin hacerme preguntas y corrió hacia el segundo piso. Bostecé cansada y la seguí hasta su habitación.

Cuando llegué ya se había soltado el cabello y trataba de decidir entre los vestidos casuales que usaba en casa cuando quería verse decente sin dar la impresión de que estaba tratando de deslumbrar con su belleza natural. Yo también usaba un vestido, era corto, de color verde y holgado. Val me había visto como dios me echó al mundo y ya había superado la fase de enamoramiento inicial que tuve con él, así que la verdad era que me daba igual como me viera.

Esa idea me recordó lo mal que me veía el día que fui al Spa y me encontré con Elías. Inmediatamente volvió la sensación de vergüenza infinita y me arrepentí por enésima vez en la semana haber salido de esa clase de ballet tan indignamente, ni siquiera mi cabello se había salvado de la mediocridad.

-Mamá, no te conté.- le dije con un quejido.-El jueves fui al Spa y me encontré con un compañero nuevo atendiendo la recepción, lo malo es que es el amor de mi vida y fui muy estúpida.- me lamenté.

Ella se decidió por un vestido floreado azul marino y se calzó unas sandalias negras, con eso ya se veía cinco mil veces mejor que hacía dos minutos. Esta mujer en verdad que había hecho un pacto con el diablo, no había otra forma de explicar su aura mágica.

-Oh, sí, lo sabía.- dijo.

-¿Qué?-

-¿Recuerdas a ese maestro lindo con el que hablé esa...?-

-Sí, lo recuerdo.- la interrumpí con interés.

-Bueno, me contó que acababa de llegar a la ciudad con su hijo.- dijo y pude adivinar lo que se venía inmediatamente.-Es padre soltero, se separó de su pareja hace algunos años, no me dijo cómo, pero es comprensible... Resulta que el chico es bastante inteligente, así que él había estado ahorrando para darle una buena educación, estaba muy contento cuando lo contrataron en Bonet, porque eso significaba que le harían un descuento en la matricula y en la mensualidad.- dijo saliendo de su habitación.-De todas formas tu sabes que esa academia es ridículamente cara, y además de eso el muchacho está a un año de la universidad... así que las cosas no estaban exactamente geniales.- explicó.-Así que le dije que podía darle un trabajo de Part-Time en el hotel si quería.- dijo.

-Todavía no entiendo como le sacas tanta información a la gente.- dije y ella sonrió orgullosa.

-Así que supongo que hablas de su hijo, no creo que tengamos a muchos compañeros tuyos trabajando para nosotros.- rió.-Oye, pero si es su hijo me imagino que debe ser igual de guapo que el padre...-

-¡No te estoy escuchando!- me tapé los oídos.

-Entonces, ¿lo invitaste a cenar?- quiso saber.-Tengo que llamar a la Sra. Owen para que prepare algo bueno.- dijo pensativa.

Mi Último AñoWhere stories live. Discover now