once.

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Las estrellas estaban alumbrando hermosamente el cielo mientras suspiraba hastiado. Si tuviera la posibilidad de arrancarse la jodida cabeza no dudaría en hacerlo, sentía que estaba en lo correcto en haber detenido a Mark esa vez que intentó llegar a más o mejor dicho, cuándo se dejó llevar por el momento. Seguía pensando en eso último, esa idea a pesar que el menor se lo negara rotundamente, necesitaba pensar así, realmente era lo mejor o terminaría haciendo cosas indebidas. Quería mentalizarse que solamente había sucedido  esa situación por las circunstancias en la que estaban, nada más.

Odiaba que la moral estuviera de por medio cuando se trataba de su pequeño hermanastro. Pero es que joder, ¿Cómo iba hacerle todas esas cosas que se le estaban pasando por la cabeza? Justamente después de esa plática nocturna que tuvieron en las orillas del mar empezó arrepentirse de haberse negado o haber apartado a Mark cuando las cosas empezaban a subir de tono. Era ridículo y lo sabía, anteriormente cuando se trataba de acostarse con alguien —aunque todas eran mujeres —nunca se negó ni le importaba que algunas de ellas fueran a tener su primera vez con él ni nada por el estilo con tal de conseguir lo que quería. Ahora todo era totalmente distinto, sentía que estar con Mark era el mismísimo pecado y que sin duda se iría al infierno. No está demás en recalcar que era solamente un ser inocente e indefenso frente sus ojos, también un menor de edad y...su hermanastro. Pero si era más honesto, lo que más le preocupaba además de la moral era su experiencia. Es decir, no quería que su primera vez fuera con cualquiera solamente porque se estaba calentando y la tentación fuera más fuerte. Claramente se estaba preocupando demasiado, podía parecer un loco exagerado, pero no era cualquier cosa hacer el amor con el menor, claro que no.

Desordenó sus cabellos con frustración. Estaba volviéndose loco, porque además de pensar en todo eso... también estaba la tentación que lo consumía sin piedad alguna, era tan cruel que el propio autocontrol se estaba yendo a la mismísima mierda.

— Hyung, ¿No piensa irse a dormir?

Esa suave voz lo hizo salirse de sus pensamientos y miró a la persona causante de sus líos internos. Levantó la comisura de su labio pasando unos de sus mechones que cubrían un poco sus ojos hacía atrás. Negó levemente.

— Quiero estar aquí un poco más, pensé que ya estabas dormido. ¿Necesitas algo? —enarcó una ceja y mordió su labio inferior sin aplicar fuerza.

Mark abultó sus labios mientras jugaba con sus dedos, se acercó lentamente al mayor con lentitud y se sentó en sus piernas. Dirigió su mirada hacía el cielo dando un leve suspiro. Luego de unos segundos asintió.

— Quiero estar con hyung. ¿Puedo? —giró su rostro hasta conectar con la mirada ajena.

Tragó en seco al sentir al menor encima suyo, era lo que menos estaba necesitando en estos momentos. ¿Acaso Mark no tenía piedad con él? Quería contener todas sus intenciones poco inocentes pero estas actitudes del más bajito no ayudaban en nada.

Aclaró su garganta, pensó en si hacer algún otro movimiento o no ya que su situación además de torturante, también la encontraba lamentable. Pero tampoco es que se podría negar a un acto tan pequeño y quizá insignificante. Sin embargo ya no quería pensar en eso ahora, así que finalmente rodeó la cintura del menor con sus brazos y lo acomodó entre sus piernas.

— Claro que puedes...— dijo mirándolo fijamente y luego desvió la mirada hacía el cielo nuevamente.

No quería privarse de hacer éstos gestos/acciones que ya se habían vuelto normales entre ambos. Pero anhelaba si le dieran un tiempo para estar solo y calmar su estúpida cabeza.

Mark se le acercó hasta llegar a su cuello e inhaló esa zona. Lo miró con el ceño fruncido e hizo una mueca de disgusto.

— ¿Volvió a fumar? —inquirió con amargura.

𝐻𝑒𝑟𝑚𝑎𝑛𝑎𝑠𝑡𝑟𝑜 || MarkSon ✓Where stories live. Discover now