9-La búsqueda:

243 15 25
                                    

Pensó que aquel largo día había sido una horripilante pesadilla pero nunca se imaginó que sólo era el preludio de algo más terrible. Tardó un tiempo para reponerse del horror, para que sus sentidos volvieran funcionar correctamente y sus pensamientos se tornaran más coherentes y centrados. El impacto de la noticia la dejó sin fuerzas por un largo tiempo. Sin embargo, el dolor que compartía con su familia jamás se fue.

Debido al viaje, el trabajo (ya que no quiso renunciar por nada del mundo a cubrir la noticia, aunque su jefe se lo propuso) y la conmoción no pudo ver a sus familiares hasta dos días después. Cuando se reunió con ellos pudo ver el alcance real de la tragedia. Estuvieron hablando casi tres horas y lamentablemente descubrió que sabían menos que ella. Las novedades eran escasas. Al terminar la entrevista se encontró más preocupada y desesperanzada que antes por el destino de su sobrino, que aún no aparecía.

— No hay casi ningún rastro de ellos, Eli. ¡Ninguno! Es increíble que a esta altura no haya muchos avances —le contaba su cuñada, con lágrimas en los ojos—. ¡Y pensar que la última vez que lo vimos discutimos con él!

La mujer se acercó a ella, que estaba sentada en el sillón de su sala, y la abrazó. ¿Qué podía decir? No había consuelo para aquella madre.

— Le prohibimos ir, ¡y se escapó! Él no hacía estas cosas... —manifestó su marido, que se encontraba sentado en una silla, con las manos en su cabeza. No había ido al trabajo en dos días y se sentía inútil y devastado.

— ¿Qué clase de personas eran los chicos con los que fue de excursión? —le preguntó su hermana.

— ¡Oh! Sólo conocemos a Pedro. Es un buen chico, pero su hermano...—se apresuró a contestar la mujer, mientras se agarra la cabeza. Tenía el cabello corto y desaliñado.

— ¡Ese idiota bueno para nada! —La interrumpió su esposo, golpeando el apoyabrazos de su silla con el puño de la mano—. Santiago Gaiman les ha dado varios disgustos a sus padres. Nunca dura mucho en un trabajo y se la pasa viajando. Una vez lo detuvieron por golpear a un tipo hasta dejarlo inconsciente en el piso. No me gusta para nada.

— ¿Crees que podría haberlos atacado en el bosque y...? —dijo su mujer, horrorizada ante la nueva idea que se le había venido a la mente.

— No... no... No sé. Aparecería él... ¿o no? —la interrumpió su esposo, confundido. No había pensado aquello.

— ¿Dijiste que viajaba mucho? —intervino Elizabeth.

— Sí. Prácticamente se pasa la vida viajando. Hablé con su padre, les dijo que él y los demás se irían a la montaña por una semana...

— Pero eso no tiene sentido, cuando Ezequiel nos habló del viaje nos dijo que sería por el fin de semana no más.

— Aparentemente nos mintió en eso también —puntualizó el hombre, entre dientes y con el ceño fruncido.

Elizabeth se quedó pensando, mientras el matrimonio discutía sobre las mentiras de su hijo y si no había sido mala influencia su amigo Pedro, a pesar de todo. La periodista estaba un poco confundida, si como decían sus familiares Santiago tenía experiencia en este tipo de travesías... Era poco probable que se hubieran perdido, como les indicaba siempre la policía. ¿Realmente habría pasado algo tan grave como para que no pudieran volver? Comenzó a alarmarse, no obstante no quiso preocupar a sus familiares por aquello y no lo mencionó. Decidió anotarlo mentalmente para indicárselo al investigador apenas lo viera.

— ¿Les han dicho algo nuevo? ¿Hay novedades?

— No, nada. El primer día nos indicaron que habían encontrado el auto de Santiago Gaiman en el estacionamiento y que tres personas o más lo habían visto en "El bosque tallado", junto a tres varones más y dos chicas. Una señora los escuchó planeando ir al campamento, que está cerro arriba. Y también un andinista pasó por su lado cuando iban ya por el bosque, por lo que los de la policía están seguros de que realmente entraron al bosque. Desde ese momento nadie más los vio —respondió el padre de Ezequiel.

El CultoΌπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα