28-Memorias:

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Al principio, Elizabeth no podía creer en la figura que se presentaba ante sus ojos. ¡Era tan improbable! ¡Tan irreal! Cuando pensaba en los jóvenes que se habían extraviado, no tenía muchas esperanzas de que hubieran sobrevivido, presas de aquel siniestro culto. Sin embargo allí estaba Carolina Robles. Luego el anhelo renació en su corazón. ¿Y Ezequiel? Desesperada, apartó a un lado a Tim y le habló.

Cuando la chica se enteró quiénes eran aquellos dos acompañantes de Tim y lo que se habían propuesto al venir desde tan lejos, se echó a llorar. Siempre había creído que los buscarían pero nunca tuvo esperanzas de que alguna vez los encontraran. Ella misma había vagado por el bosque durante mucho tiempo sin poder escapar del hechizo siniestro que la condenaba a las más dolorosas alucinaciones y que la alejaba cada vez más del camino de regreso. En síntesis, creyó que moriría allí sola y que su cuerpo sería comido por los árboles. Sus padres nunca se enterarían qué les pasó.

— ¿Pero cómo has logrado sobrevivir todo este tiempo? ¡Es increíble! —le preguntó Tim, estupefacto.

— Tuve cuidado de racionar bien la comida y el agua, sin embargo confieso que si no fuera por las pasas no estaría viva. El agua se terminó hace tiempo pero he aprovechado la de la lluvia. Está limpia y no contaminada aún —explicó Carolina.

— ¿Y cómo has escapado? —indagó David y luego le entregó la nota que había encontrado en el sótano. La chica la tomó y la mujer periodista, intrigada, se acercó a ella para leerla.

— ¡Oh! La encontraron. Estuvimos varios días encerrados ahí. ¡Odio ese lugar! —manifestó, frunciendo el ceño. Luego añadió—. Escapé gracias a Tim... pero para Eze ya era tarde.

Elizabeth tenía mucho miedo de hacer la única pregunta que le importaba en ese momento. Carolina, al mirarla, lo comprendió.

— Lo siento mucho, todos... todos han muerto —afirmó, con un nudo en la garganta y mientras las lágrimas se deslizaban por su sucio rostro, dejando pálidos surcos de dolor.

La joven vertió muchas lágrimas y, aunque el tiempo apremiaba, escuchó atentamente a Carolina. Deseaba saber toda la historia. La adolescente contó qué los había llevado allí, cómo habían caído en el engaño de los dos chicos mayores y su objetivo. Buscaban un bosque que ellos creían que era "energético" y se encontraron con que había algo más allí, algo diabólico, siniestro.

— Creo que todo comenzó casi después de pasar el puente —comenzó su relato la chica—. Sentíamos que nos observaban. Creo que nos persiguieron durante mucho tiempo, como un animal acecha a su presa. Pero cuando pasamos el puente de madera, todo empeoró. Algo asustó a Santiago y a Elio, nunca supe qué fue, pero a pesar de que unos minutos antes estaban decididos a seguir adelante, de pronto estuvieron de acuerdo con la idea de volver a la mañana siguiente. Sin embargo esa noche nos atacaron... todo fue un caos, muy confuso. Logré escapar y Eze también, poco después nos encontramos con Delfi y Elio. Volvimos por los demás al campamento pero no los hallamos y sólo... sólo... ¡Oh, todavía es como si lo estuviera viendo!

— ¿Qué vieron? —intervino David.

— La muñeca de Santiago colgando de un árbol... todavía la sangre caía al suelo —exclamó horrorizada.

Al escuchar esto, David enfureció de repente y encaró a Tim. Lo agarró del cuello de la camisa.

— ¡Atacaron a unos niños indefensos! ¡¿Qué clase de seres humanos son?! —le gritó en pleno rostro.

— Yo no participé, nunca participo.

Si Carolina no hubiera intervenido, David hubiera golpeado al hombre. Ella le debía mucho y estaban por oírlo.

El CultoWhere stories live. Discover now