-¿Qué son?

Le entregué mi paraguas mientras tomaba los papeles, leyendo con cuidado cada uno de ellos y acercándome a su cuerpo. Acobijándome entre su pecho.

Lauren: Son mis documentos, este.. -apuntó el primero de ellos.- es de mi ingreso a un nuevo centro de rehabilitación. Debo ir cinco veces por semana. Pero no.. no puedo internarme otra vez.

Ya con una sonrisa pasé al segundo de los papeles, con uno de mis brazos rodeando su cintura con emoción.

Lauren: No puedo porque.. tomaré mi último año de escuela. Poder entrar a la universidad. -la miré y sólo pude hacer eso. Ver lo hermosa que estaba, sus labios ahora suaves, su piel ya no tan pálida, y sus ojos brillaban de felicidad- Estoy completamente rota, pero estoy cambiando todo lo que está mal en mi vida. Estoy rota. Pero sé que puedo amarte con cada uno de mis pedazos.

Y yo sabía que podía unirlos y hacerlos encajar con los míos.

*Fin flash back*.

Ya habían pasado dos años de ello, y estábamos viviendo juntas en un nuevo departamento hace unos cuantos meses.
Ella pudo salir de la escuela con las perfectas calificaciones que solía tener antes, y ahora se encontraba en su primer año de Universidad.

Medicina.
Le gustaba mucho, tanto porque seguía los pasos de su padre, como porque le iba muy bien en la escuela con ello. Incluyendo también que se había asociado más al estudiar conmigo a veces.
También eligió tomar clases de música por las tardes, fue la mejor decisión que pudo tomar. Era algo que amaba, a pesar del problema motriz que aún afectaba su mano, pero mejoró meses después y ya era casi imperceptible.

Solía darme sus pequeños conciertos un par de veces a la semana. Cantando sobre la cama y yo a los pies de esta, uniéndome segundos después a cantar con ella.
Ella estaba feliz.
Aunque aún asistía un par de veces al mes a su centro de rehabilitación para posibles recaídas o nuevos problemas. Pero sin su tratamiento.
Ya no tomaba sus medicamentos, ni nada relacionado a ello.
Era ella otra vez.

Me ayudaba a estudiar cosas que aún no le habían enseñado, y es que me tomaba los libros de vez en cuando. Pero también se le dificultaban algunas cosas que a mí se me daban un poco mejor. Por lo que nos ayudábamos bastante la una a la otra.

También ha estado intentando volver a retomar lo del boxeo -lo cual yo rechazaba rotundamente- ya que si la lastimaban o recibía cualquier golpe fuerte en su cabeza, podía convertirse en algo muy grave, y ella lo sabía. Pero yo no podía hacer más que acompañarla a sus peleas, y esperar que bajara con una sonrisa directo a mis brazos.
Lo amaba, y yo la amaba a ella.

No entendía cómo podía organizarse para hacer tantas cosas, sobretodo cuando yo me encontraba devastada sólo con la universidad.
Yo estudiaba, y ella había ido a la universidad, luego a entrenar, a sus clases de música y ya había estudiado para sus exámenes. Nunca estaba quieta, y de cierta manera, me calmaba que se distrajera todo el tiempo. Le ayudaba con su recuperación.

Hoy era un buen día, y es que mis padres vendrían a casa por unos días, junto a Sofia.
No solían hacerlo constantemente, ya que era preferible que yo fuera a Miami. Tanto por el dinero, como por Lauren. Y es que mis padres, -mi padre en específico- habían tenido unas cuantas discusiones con ella. Muchísimas en realidad.
Aún se les dificultaba soportar la idea de su consumo de drogas, a pesar de ya estar recuperada, no la querían demasiado cerca de mí.

Lo entendía. Sin embargo, ella hacía lo posible para mejorar y demostrarle su recuperación. Pero cada vez que ellos se topaban, resurgía una y otra vez. Por lo que mi novia prefería no aparecerse.
Sin embargo, ahora ella no lo sabía. Quizás porque yo no iba a soportar que mi novia no quisiera ver a mis padres, ni ellos a ella.

Ellos habían llegado hace un par de horas, y Lauren debía llegar en los próximos minutos. Por lo que ya me estaba preparando para futuras discusiones.

Sofi: ¡Quiero mi pizza!

Se quejó desde la cocina, haciéndonos reír a nosotros sentados en el sofá.
Antes ya de llegar al departamento, ella ya había llamado a la pizza, y es que amaba la de Nueva York. Lo que al parecer era más importante que ver a su hermana mayor.

Mi estómago dio vueltas cuando Lucy entró con una sonrisa al departamento, la cual que se transformó en una risa al ver a mis padres a mi lado. Sabiendo lo que para Lauren significaba.

Lucy: Hola, Camila. Hola, padres de Camila. Adiós, padres de Camila. Adiós, Camila. -se volteó y caminó fuera del departamento.- Hora de irse.

De esa manera me dejó ver a Lauren, que no tardó en voltear igual que ella.

Lauren: Voy contigo.

Dijo rápidamente, siguiendo a su mejor amiga, quien ya reía a carcajadas.
Me levanté del sofá, y logré tomar a mi novia de la mano, sin permitir que se fuera, por más asustada que estuviera.
La entendía. No la había pasado muy bien con mis padres.

*Flash back*.

-Ella mejorará.. sólo es un mal momento. -susurré, viendo constantemente hacia la puerta de mi habitación por si mi novia se asomaba.- La conocen.

Alejandro: Pues ya no. Ya no confiamos en ella, y lo sabes desde que ella cayó en prisión por esto. Llegaste destrozada esa vez.

Dijo crítico, con mi madre asintiendo a su lado. Recordando la vez que me enteré de su consumo de drogas, y Lucy acabó llamando a la policía.
Había traído a Lauren a Miami para que pudiera despejarse un poco, porque ya llevaba unas semanas con su recuperación, pero continuaba algo devastada. Y era bastante notorio.
No se quedaba quieta ni por unos segundos, se distraía y solía perder el control en cuanto a su manera de actuar y responder.

-Ella se está recuperando.

Alejandro: Está destrozada. -repitió.- Es drogadicta y es sencillo que te lleve con ella. Camila, si tu llegas a consumir algún tipo de..

Lauren: Eso no pasará, Alejandro.

Se adentró a mi habitación, ya con sus ojos llenos de enojo y sus brazos cruzados por sobre su pecho.
Lo último que necesitaba era este tipo de desestabilización para ella.

Alejandro: Ven aquí.

-Papá..

Lo detuve al notar que alzó la voz, y ya comenzaba a ser inevitable lo que se aproximaba.

Alejandro: ¿Qué es lo que me asegura que no meterás a mi hija en tus problemas?

La desafió cuando mi novia llegó frente a él, lo que se convirtió en la peor señal existente. Tanto como por la molestia de mi padre, como por un probable ataque violento de parte de mi novia en cualquier momento según me habían dicho los médicos.

Lauren: Puedo cuidarla.

Alejandro: Primero deberías aprender a cuidarte tú misma.

Lauren: Si estuvieras tan seguro de la calidad de crianza que tuviste con tus hijas, esto no estaría pasando.

Alejandro: La que a ti te hizo falta.

La empujó con su dedo índice, de esa manera yo pudiendo rodearla con mi brazos y alejarla de mi padre. Casi dando con una de las paredes de mi habitación.
Sus pupilas estaban dilatadas, su cuerpo temblaba, y podía escuchar lo rápido de su respiración.

Lauren: No vuelvas a tocarme.

Lo señaló, para luego aferrar sus manos a mi cintura.
Todo iba de mal en peor.

*Fin flash back*.

Desde ahí que la relación entre ellos se degradó a niveles casi nulos, y realmente en todo este tiempo ninguno de los dos quiso intentar solucionar la situación.
Odiaba que si una parte de mi vida estaba bien, otra se caía.

Next To Me. «Camren»Where stories live. Discover now