Capítulo 10: El primer año del pequeño maestro

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A cada palabra de parte de su sobrino su indignación crecía a niveles estelares. ¿Cómo era posible que se atrevieran a querer forzar a JinLing a un matrimonio con su primo? Y no era exactamente el "incesto" de primos lo escandaloso, sino que por, sobre todo, A-Ling no sentía ningún afecto hacia ese joven, peor aún, ese joven había sido el que más ataques le había dado desde pequeño. Conoció al desagradable sujeto que fue el padre de aquel crio, al parecer lo desagradable era hereditario. Y es que la secta Jin se había corrompido desde la ambición y frivolidad de GuangShang, la única esperanza para esa secta era el mismo JinLing, la única esperanza de que esa secta vuelva a ser digna.

No fue el único en reaccionar craneando planes malévolos contra la secta Jin, Jiang Cheng también se puso a hacerlos. Comenzaron a planear un ataque nocturno, desde azotar a los ancianos o llevar a Wen Ning. La ira solo crecía dentro de sí al pensar como pasaban por encima de la herencia de A-Ling, además, de querer confundirlo y acorralarlo para que aceptase vivir a sus caprichos. No querían un real líder, sino títere que pudieran manejar. Su sobrino también les contó del acoso que no comprendía de parte de su primo. Su sobrino era normalmente arrogante, a pesar de eso, no había asimilado que lucía muy atractivo para los alfas. Estaba seguro que era el omega más hermoso de su generación, aunque su temperamento espantaba a muchos, la lujuria no tenía nada que ver con ello. Aquel mocoso que un día lo fastidió podría desearlo carnalmente.

El joven Jin, llamó a los hermanos Lan ante los planes que armaron. Los maestros intentaron calmar a cada omega. Lan Zhan comenzó a infundir ese aroma sándalo que tanto le hacía sentir confortado; pero, aunque estuvo más tranquilo no dejó de comentar acerca del daño que podrían causarle a Jin-Chan ya que se encontraba en Gusu. Estaba seguro que un poco de terror a aquel mocoso sería suficiente para alejarlo de JinLing un tiempo.

JinLing les interrumpió, anunciándoles que había ganado tiempo y que, de hecho, tenía un plan entre manos. Les contó que hizo caer al consejo en su propio juego, con lo cual habían puesto trabas a JinChan para poder casarse con JinLing. Ese tipo de astucia fue aplaudido por Wei Ying, se sentía orgulloso pues el manejo de las palabras era una de las destrezas enseñadas por él. De ser el único competidor por su mano, Jin Chan ahora debía de demostrar ser un buen partido. El orgullo era un gran aliciente para los Jin.

De repente, llegaron Yuan y Jingyi. Se llevó una gran y desagradable sorpresa al enterarse que ambos chicos habían sido completamente rechazados. Su hijo debía ser el que tuviera el corazón en añicos. Era consciente de que estaba enamorado, además de que eran destinados. Cuandol os chicos se enteraron de todo, las reacciones fueron tan diferentes. Jingyi estalló, mientras Yuan lo tomó tan tranquilamente que se sintió sorprendido y preocupado. ¿Cuánto estaría conteniendo su hijo? Podría no ser un Lan de sangre, pero esa forma de retener sus sentimientos era tan propia de ellos que sentía miedo del momento en que no pudiese tolerarlo más. Era necesario que hablase con su primogénito, permitirle llorar si era necesario. No podía creer que luego del rechazo se encontrase tan indemne como mostraba.

Luego de calmarse, atender el plan de JinLing se retiró, orgulloso del chico, pero también preocupado. Era demasiado tarde así que solo se despidió de los chicos y les recordó que a partir del día siguiente debían de presentarse a su lado como hermanos de A-Yu en el banquete. Serían días pesados, atendiendo a los invitados e intentando salvar a su hermano del matrimonio con Huaisang y apoyando a JinLing en el suyo para no tener que ser obligado a casarse con su detestable primo.

El plan de JinLing era sencillo, pero había tantas maneras en que podía salir mal que tenía miedo. Su papel era hacer uso de ese espacio y de esa pequeña autoridad con la que contaba al ser consorte Lan y tío de JinLing. La vía desesperada de atacar y amedrentar a los ancianos era la más sencilla, pero su sobrino tenía razón: No podía obligar a toda una secta a aceptarlo como su líder sino lo demostraba por su cuenta.

PEQUEÑO MAESTRO LAN (Hiatus Indefinido) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora