Capítulo 3: Los caprichos de Wei Ying.

27.1K 1.3K 1.6K
                                    



Un cachorro necesariamente trastorna la vida de los padres, les cambia el mundo, la percepción y por su puesto sus rutinas. Pero, a pesar de sus interrupciones nocturnas, Lan Zhan estaba despierto a las 5 de la mañana.

A su lado, observó a su consorte dormir descuidadamente, con el cabello revuelto y la bata entreabierta. Muy diferente a él, Wei Ying se movía cuando dormía. Aunque, en los últimos meses, parecía mantenerse más quieto por el bien de la pequeña criatura. Lan Yu dormía tranquilamente en su propio espacio al lado de sus padres. Sin embargo, en las últimas horas de sueño decidía dormir en medio de ellos. Era el mejor lugar para un cachorro, donde se sentía plenamente protegido y que si presentaba alguna necesidad los tenía a ambos. Justo en esa zona los aromas del alfa y omega se entremezclaban.

Y fue ahí hacia donde la vista del alfa viró: A-Yu tenía los ojos muy abiertos, expectantes, lucía tranquilo, no parecía cercano a llorar. A pesar de que se despertaba menos, en automático a las 5 a.m. se abrían sus ojos, listo para comenzar su día.

El alfa continuó con su ceremonia para quedar presentable. Se vistió y cepilló sus cabellos hasta dejarlos en el peinado que usualmente presentaba. Le gustaría que Wei Ying lo hiciera, las veces que le había cepillado el cabello antes de dormir le relajaba, pero era pedir demasiado que el omega se levantase a las cinco de la mañana igual que él.

Mientras terminaba de arreglarse, cuidaba que el bebe no rodara hasta fuera de la cama. Lan Yu no se quejaba, tenía su dedo pulgar en su boca chupándolo. Al aburrirse, intentó girarse hacia un lado, quedo sobre su barriga y luego intentó levantar su cabeza. Observó largamente a su padre omega con curiosidad.

Lan Wanji se acercó y le tomó en brazos, arropándolo. El niño se relajó y se refugió en su pecho. Sentía el ligero vaho del menor, el cómo inhalaba suavemente su aroma, seguramente comprobando que se trataba de su padre. El alfa sonrío y le apretó contra sí. Adoraba a su hijo.

Se sentía orgulloso. No era uno del tipo sencillo de tener un hijo sano. Más bien, era algo vergonzoso pero instintivo: Una sensación de complacencia de haber creado un ser tan perfecto con la persona que amaba, su omega. Era inevitable su sentir. No había pensado en tener un hijo con Wei Ying. Amó a su omega desde hace mucho tiempo. Si bien intentó demostrarle sus sentimientos luego de su reencarnación, no había planeado imponerse. Inclusive su cortejo fue inconsciente, mientras su alfa interno intentaba halagar a su omega destino. Su más grande deseo era verlo feliz, sano y salvo, protegerlo. Convertirse en pareja, casarse, marcarle como suyo; no lo negaba, era un agregado bastante deleitable. Nunca previno que estar enlazado a su omega fuera tan perfecto y lleno de placer en diferentes sentidos.

El bebe balbuceó y levantó sus pequeñas manos. Así que el segundo maestro bajó su cabeza. El niño no planeaba volver a dormirse, ni quería dejarle ir. Le tomó de su cinta de patrones de nubes, queriendo sacarla de su frente con mucho empeño.

Aquello le causó gracia. Podía parecerse físicamente a él. Pero para Lan Zhan ese comportamiento necio era sin duda de su omega.

—Hey no vayas a caer en sus encantos. La última vez que le deje tener mi cinta de cabello terminó muy babeada. —Advirtió Wei Ying adormilado.

—No importa.

El joven omega descansó su cabeza sobre su mano, aun apoyado de vientre en el lecho. Era evidente que hacía un esfuerzo sobre humano para permanecer despierto. Tener un bebe había alterado al completo su ciclo de sueño.

—Puedes seguir durmiendo, Wei Ying.

El omega hizo un puchero que causó un estremecimiento en todo el cuerpo del alfa. Y ahí estaba, cualquier pequeño gesto le seducía. Aunque las intenciones de Wei no fueran lujuriosas, lograba calentarlo tan fácilmente.

PEQUEÑO MAESTRO LAN (Hiatus Indefinido) Where stories live. Discover now