VII

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Me quedé pensativa, en el escritorio de mi habitación, tratando de distraerme con algún quehacer, pero no había nada. Me puse a pensar sobre Braco, en que él me había engañado, y a pesar de que fue hace algunos meses, aún sentía un vacío, no uno amoroso, sino, que ahora estaba sola.

Quizás podría ir a ese concierto que daría Marceline, no la veía hace mucho tiempo, pero aún así estaba al tanto de sus presentaciones, deseando animarme e ir a verla tocar en vivo. Era mi oportunidad, así que decidí levantarme del escritorio y buscar algo mejor que ponerme. Quizás una chaqueta, debido a que era de noche, también decidí usar su camiseta luego de años de tenerla guardada; no me atreví a tirarla por mucho odio que le tuve cuando terminó conmigo, a pesar de que ahora sabía la verdad de las cosas.

Deseaba poder hablar con ella, quería verla, necesitaba su compañía, aunque estaba siendo algo irracional, puesto que cuando sucedió lo de Braco, ella ni siquiera se comunicó conmigo.

¿LSP? —dije al teléfono.

—Lo siento mucho, traté de que la tonta de Marceline hablara contigo, pero no ha querido. —suspiré pesadamente.

—Oh, yo... creo que lo entiendo. —hice una pausa. —Gracias por decirme.

Decidí irme en mi auto, el concierto que daría era a una hora de aquí, y si quería llegar a tiempo, necesitaba mi auto. Recogí mi cabello en una coleta y me miré en el espejo retrovisor para ponerme algo de labial, quizás beber un poco me ayudaría, y por suerte, siempre traigo mi petaca.

***

Cuando llegué, al parecer el concierto había comenzado hace mucho, debido a que no había ninguna fila, al parecer calculé mal el tiempo ya que, solamente habían  guardias en cada entrada, me acerqué a uno de ellos, quien me miró fijamente, queriendo intimidarme, lo cual no logró.

—El concierto está por terminar, no puede entrar. —dijo firmemente.

—Claro, espere un segundo. —de mi chaqueta, tomé mi identificación, mostrándosela.

—Oh, lo lamento princesa. Disfrute lo que queda de música. —logré entrar al estadio donde estaba, si antes se presentaba en lugares pequeños, realmente había alcanzado la cima con esto. En cuanto la vi, había notado algo diferente en ella, su mirada perdida en cualquier lado, se tambaleaba un poco casi como una niña pequeña, pero aún así su voz se escuchaba espléndida al igual que su bajo.

Me quedé viéndola un buen rato, mientras cambiaba su bajo por una guitarra. La conocía, esa guitarra se la di yo. Mi corazón comenzó a latir rápido en cuanto la vi, sentía mariposas en el estómago e inconscientemente, sonreí cuando comenzó a tocar los primeros acordes, sintiendo los pelos de punta con aquella canción, queriendo abrazarla en ese mismo instante. Cantaba como un ángel, aunque era obvio que no era uno.

Me pones nerviosa al hablar, así que simplemente no diré nada. Tengo ganas de liberararlo, y tú me sigues diciendo que me contenga.

Su voz rasposa me ponía demasiado, causándome escalofríos por todo el cuerpo, imaginaba que éramos sólo nosotras, sin nadie alrededor.

En cuanto terminó su canción, me desvié por la vía de escape mientras ella se despedía de su fiel público, quizás así encontraría la entrada para su camerino, suponiendo que tuviese uno, lo que era lo más probable. Un tipo enorme me detuvo del brazo, sosteniéndome firmemente. No parecía ser un guardia, pero tenía una identificación colgando de su cuello, la cual no leí pero supuse que trabajaba con Marceline.

—¿Qué hace aquí, señorita? —dijo firme.

—Primero, suélteme. —dije de manera autoritaria. —Soy amiga de Marceline.

Good Little Girl [Bubbline]Where stories live. Discover now