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¿Cómo decirle que no sabiendo que pienso en ella la mayoría de los días?

Sería una mentira decir que no seguía estando enamorada de Bonnibel, siempre lo había estado, podría decir que desde la conocí. Pero a veces mi rencor podía ser más grande; me había lastimado y, no quería pasar eso nunca más.

No me negaría a esos brillantes ojos que anteriormente por las lágrimas se habían vuelto más hermosos, porque en pocas ocasiones ella solía llorar y eso daba a entender lo sincera y vulnerable que era con sus sentimientos. Ojalá sintiera lo mismo que yo y poder gustarle, Ash solo era un idiota que utilicé, sus besos ásperos y sus torpes manos, que ni se podrían comparar con lo suaves que se veían las de la princesa.

—Quédate conmigo esta noche. —me dijo.

—¿Qué? No, ni hablar. —negué con la cabeza. —No quiero usar un pijama tuyo de color rosa. —reí.

—Por favor. —insistió. —Como en los viejos tiempos. —sonrió.

—¿Tus guardias y tu extraño mayordomo dejarán que entre?

—No lo sé... ¿Crees que puedas escabullirte por mi ventana?

—¿A caso crees que puedo volar? —dije de manera irónica, seguido, ambas nos reímos.

—Bien, entonces yo entro por la entrada principal para que sepan que llegué y tú me esperas.

—Bien planeado, nerd. —ella golpeó mi brazo levemente.

Cuando entró por la puerta principal del palacio, quise arrepentirme de estar allí con ella, en su habitación. Recuerdos comenzarían a aparecer, en los cuales la protagonista era la Dulce Princesa. Me quedé pensando mientras miraba a mi alrededor, preguntándome una y otra vez qué hice mal para perderme tanto tiempo sin Bonnibel. Pero no estaba bien lo que estaba a punto de hacer, no podía ignorar todo y jugar a tener una pijamada con ella, pero de nuevo su voz era la que me sacaba de mis pensamientos.

—¿No subirás? —miré hacia arriba. —Pensé que estarías aquí antes de que subiera. —soltó una risita.

—Ya voy. —traté de ocultar mi sonrisa al escucharla reír. Volé hasta su balcón quedando frente a ella, bastante cerca de su rostro. Nos quedamos así unos segundos hasta que ella se alejó.

—Entonces... ¿Quieres que hagamos algo o...? —la interrumpí mientras ambas entrábamos a la habitación.

—Estoy algo cansada. —dije sin más.

—¿Tú estás cansada? —rió. —No te creo. —caminó hasta su cama.

—Oye, ya no soy la misma de hace unos años. Me canso por la edad. —estiré un poco los brazos y bostecé.

—Como digas. Bien, si estás tan cansada, creo que podríamos dormir.

—¿Me prestarás algo entonces? —ella me apuntó su armario.

—Toma lo que gustes. —me dirigí hasta su closet. Yo lo abrí y reí fuertemente.

—Nada me gusta, todo es... —me callé un momento al ver que en la pared de su closet tenía una foto de nosotras, de hace algún tiempo.

—¿Ocurre algo? —me sonrojé un poco al recordar ese día.

—No sabía que tenías esta foto aún. —la quité con cuidado mostrándosela. Ella no dijo nada, sus mejillas se tornaron rojas y caminó hacia mí.

—Fue un bello día. —sonrió. Me volteé nuevamente, dejando la fotografía en su lugar.

—Creo que usaré... —miré nuevamente entre sus cosas. —Oh, encontré lo único que no es rosa en tu armario. —saqué con cuidado una camiseta color negro que había. —No puede ser. —sonreí. —Aún la tienes.

Good Little Girl [Bubbline]Onde histórias criam vida. Descubra agora