Capítulo 32 Uchiha Yuda

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Uchiha Yuda, creció siendo un niño hiperactivo, travieso y mimado. No recibía regaños por parte de sus padres, todo lo que quería, el primer príncipe del imperio de Fuego, se le concedían. Yuda con tan solo tres años despertó con el Rinnegan activado, causándole a su madre un fuerte dolor cabeza y preocupación de lo que crearon Senju y Uchiha. La morena no mostraba preocupación ante su bello niño, idénticos a su padre con una sola diferencia, el cabello lacio igual que el suyo, pero en un tono oscuro como las plumas de los cuervos.

Nadie, absolutamente nadie, podía decir no al niño con tan solo cinco años de edad porque si lo hacían activaba su preciado Dojutsu, regalo del sabio de los seis caminos Hagoromo, arrojaba violentamente a más de cinco metros de distancia. Cuando el primogénito del rey y la reina, despertó Rinnegan, fue el día más feliz para el rey causándole una alegría inigualable que nadie jamás había hecho sentir. Su deseo habían sido escuchado por el ángel de la muerte, apodo que le otorgarían los enemigos a su primogénito al cumplir quince años de edad.

Lady Hashirama sabía que Madara seguía siendo ambicioso, ahora que tenían a su lado a un hijo bendecido con un monstruoso poder, sus preocupaciones aumentaron a tal punto que se desahogaba con su hermano menor. Si Yura era idéntico a Madara, y hasta juraba que era como ver a la misma encarnación de este en su pequeño retoño, le traería muchas molestias cuando fuera un adolescente con ganas de probar sus habilidades de retar hasta la muerte a shinobis más poderoso que sí mismo. Peor aún, si eran tan idénticos podía que el niño creciera con los mismos pensamientos de su vil padre, quien solo quería más poder y poner a todos por debajo de sus pies. El pequeño niño era como tener al hijo de un demonio en cuna de oro bajo el cuidado de su amorosa madre, quien escondía el temor que carne de su carne podía llegar hacerle sentir.

Por otro lado, Madara mostraba cómo usar sus poderes contra quien sea que lo maltrate, pero nada tonto era el rey, pues le decía que nunca se atreviera a dañar a su madre o a él. Gracias a ellos tenía en sus manos un poder destructivo y potente. Otra cosa que notó Madara sobre su pequeño retoño, tras activar Rinnegan activó Sharigan. Sin saber qué emoción fuerte lo llevó a hacerlo a su temprana edad, lo vio como un caso especial. Con tan solo ver esos ojos de tono grisáceo y hondas de varías series, Madara al igual que Lady Hashirama, se hacían varías preguntas sin poder responder a todas sobre lo extraño de sus poderes y de los que aún no mostraba.

Yuda, estaba destinado a convertirse en el shinobi más temible y respetado por todas las naciones antes de convertirse en adulto. Los enemigos se verían obligados unirse a los enemigos por miedo de pelear con un monstruo letal como el príncipe del imperio de Fuego.

Tras un delicioso refrigerio, Lady Hashirama, estaba por comenzar con la lección del día de hoy: "¿Cómo ser una buena persona con los aldeanos del reino de Konohagakure?" A medida tomaba asiento sobre su cojín favorito, al centro de la sala de estar del castillo de los reyes, la morena observaba a su criatura molestar a su sapo, quien mantenía una tamaño de un perro adulto para que el niño no lo fuera a lastimar con sus juegos toscos. Ten'no, podía sentir lo fuerte que eran los ojos del primogénito de su ama, y temía que este niño pudiera lastimarla por puro capricho.

—Musuko-chan, ven aquí y toma asiento enfrente de tu madre —dijo Lady Hashirama sonriente.

El pequeño tras sacarle la lengua al sapo tomó su cojín con sus pequeñas manos y lo cargó consigo hasta con su madre, en donde lo colocó enfrente de ella, listo para escuchar la nueva lección. El sapo emperador también se acercó a ellos con cautela de no recibir aquella onda de aire del niño, pues no lo había dejado montarlo hace unos minutos.

El beso de Judas  "Un rey sin corona" [Finalizada] ANTI ROMÁNTICO Where stories live. Discover now