Capítulo 21 Amar a Dios en tierra ajena

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—Por fín estamos solos, onē-san. —Tobirama persiguió a su hermana por el corredor de la casa que comparten con el enfermo de su padre. Tenía que aprovechar la privacidad sin los consejeros o los élites pidiendo consejos o reuniones en privado.

La helada de esa tarde era insoportable. No pasaban de la cinco cuando afuera lucía de noche. Cada vez que hablan vapor escapaba de sus bocas. La morena lo vio venir, y por ello lo atrajo hasta ahí. No quiere que nadie escuche los reclamos de su hermano menor.

—Tobirama... —musitó. Trataba de una vez calmar esa ira que trasmite en sus ojos rojizos.

—¿Qué tiene él que no tengan otros hombres de los nuestros? Si tan necesitada por pareja estás deberías aceptar a uno de tus tantos pretendientes Senju que te sobran.

La morena de una manera violenta volvió a ver a su hermano. Estaba rabiosa por las crudas palabras del otro hombre que ama. Quiso darle una fuerte bofetada para que no vuelva a considerarla una caliente que solo busca a Madara para calmar su lujuria.

—¡No me hables con ese maldito tono! —espetó.

—¿Qué harás si vuelvo a hacerlo? —desafío, y se acercó más con la cabeza en alto.

—Te pondré una paliza, Tobirama. No me tientes —amenazó con frialdad. Ya había tenido suficiente de las tonterías del albino.

—Pues tú a mí no me tientes porque si lo haces nuestro padre sabrá sobre tus encuentros con ese...

—¡No te atrevas a llamarlo de tal forma! —rechino los dientes con rabia.

—Bastardo....

Tobirama cerró los ojos, ya sentía la bofetada chocar contra su mejilla. Pero nada recibió, sino una leve acaricia en la mejilla que tenso para sentir menos dolor. Y tras ello los pasos se su hermana siguieron andando por el corredor exterior de la casa.

—¡Espera, onē-san, ¿por qué no me pegas! —exclamó Tobirama yendo tras Hashirama hasta que logró alcanzarla. La tomó del antebrazo y la jaló con él. Ella estaba llorando en silencio. Podía ver ese nudo en su garganta apretar por no dejar escapar un profundo llanto. —Lo siento onē-san, no quería hacerte llorar. Sabes que no soporto ver cómo te arriesgas a ir con él. Entiende que me preocupa que te maté con la guardia baja.

Las palabras del albino sonaron sinceras y la mueca de arrepentimiento lo dejó en claro. Hashirama lloraba porque tenía que abandonarlo a su suerte como segundo al mando y futuro sucesor del clan Senju.

—No vuelvas a llamarlo de tal forma, Tobirama. Regresemos a revisar a nuestro padre. —Otra vez se dio la vuelta.

—¡Escuchame, me preocupas!

—Nada malo va a pasar porque no dejaré que lo haga, si en dado caso llegase a suceder lo mataré primero.

Le dolió en lo más profundo de su corazón, pero la advertencia de su hermano se la llevará consigo a su nuevo camino. Retomó el camino que la conduce hasta la habitación de su padre sin voltear atrás a ver a su hermano que la siguió. Eran escasas las veces que Tobirama vio a su hermana llorar, sin embargo había una cosa que sacara su lado blando, amor.

Mordió su labio inferior hasta sacar sangre por coraje que le causa el carbón de Madara. Él está robando a su hermana, la salvación para el resto de los Senju. Y si ello pasará, se iba a vengar con sudor y sangre.

Entrando a la habitación de Butsuma, el líder estaba sentado en su futón, cubierto con una cobija. La chimenea que brinda el calor de la habitación también sirve para alumbrar. Los hijos que le restan entraron dando una reverencia respetuosa, y tras ello cerraron la puerta corrediza.

El beso de Judas  "Un rey sin corona" [Finalizada] ANTI ROMÁNTICO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora