3. Zakariah

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VERSIÓN BORRADOR ( EN LA VERSIÓN A LA VENTA HAY ALGUNOS CAMBIOS, ESCENAS EXTENDIDAS, EPÍLOGO Y UN EXTRA)


Conduzco hasta el centro de la ciudad, aferrando el volante. Debí quedarme, decirle algo, lo que fuera, lo cierto es que desde que comenzó con el asunto de ser madre logró que todo lo que venía notando se evidenciara sin poder contenerlo.

Desa me embrujó, simplemente la vi en aquella fiesta de Erick, uno de mis socios, y no la pude sacar de mi cabeza. Lucía fresca, diferente a todo lo que hasta ese momento había conocido. Existía y existe algo en su manera de mirar que me desafía, me reta y me llama, como si algo de su ser me reclamara, algo del mío también.

Estaba con ese vestido veraniego, nada excéntrico, con su cabello castaño casi rojizo, lacio, que caía por su espalda de esa manera que me mata. Fue algo insólito, tomaba una copa de vino, giré y lo primero que vi fue a ella, que en ese momento exacto también miraba a mi dirección. Algo pasó porque no pude quitarle los ojos de encima después de ese momento, aún ahora no lo logro.

Me acerqué notando su turbación, pero también su intriga equiparable a la mía, mordía aquel vaso del filo. Sonrió como suele al notar que ya estaba casi frente a ese cuerpo en el que me pierdo cada noche y que de no poder hacerlo sé que no conseguiría continuar.

—¿Lo notaste, eh? –dije como si fuese lo más normal del mundo.

—Tú también, eh —reviró de esa manera fresca y ligera que tiene. Asentí despacio.

—Quizás podríamos comenzar... conociendo nuestros nombres —propuse estudiando sus labios, ya había bajado el vaso y solo pude pensar en sentirlos sobre los míos, casi hasta un punto en el que la excitación me delataría, pero a duras penas logré someterla. Pensando en pingüinos de la antártica jugando baloncesto y no, no es de risa, es un buen método que la verdad no usaba desde la secundaria porque nunca volví a sentir esa excitación absurda, aunque ni en ese entonces me atropelló de esa forma.

—¿Siempre te funciona esto? —preguntó entornando esos ojos sagaces que posee. Sonreí relajado.

—Tú dime, ¿funciona? –reviré sin soltar su mirada. Chispeaba de una manera tan absurda que me dejó atontado.

—Puede... —susurró evaluándome.

—¿Entonces? –pregunté aceptando el desafío impreso en cada una de sus delicadas facciones.

—Entonces, juguemos a adivinarlos y mientras tanto... ¿bailas? —indagó con las mejillas encendidas. Le tendí la mano y nos encaminamos hasta donde los demás se movían al ritmo de la música, la tomé por su estrecha cintura con cuidado, midiendo su reacción y cuando la tuve adherida a mi pecho, todo lo que nunca había tenido sentido lo tuvo. Nos miramos sin respirar ahí, en medio de la gente—. ¿Debo asustarme por esto? —cuestionó con la voz pastosa, sin soltar mis ojos.

—Deberíamos –admití comenzando a mecernos con lentitud. Ese menudo cuerpo se acopló al mío como si estuviese hecho para ella, para encajar en el mío en un círculo infinito.

—Richard —empezó sonriente. Entendí de inmediato y negué. Y así comenzamos un juego largo que terminó cuando su prima nos nombró al vernos juntos, acabando así con nuestra diversión.

Nada fue igual cuando escuché cómo decía mi nombre en voz alta, con los ojos clavados en los míos, era como si viajara por su lengua y resbalara en sus dientes con descuido y suavidad. Mi piel se erizó y mi entrepierna no pudo más, aunque logré ocultarlo gracias al saco.

Esa mujer fue mía justo ahí, en ese instante, pero ahora... ahora me agobia verla así, sin rumbo, sin metas o sueños, sin planes. Sé que ella no es esto en lo que se ha ido convirtiendo este año, pero aún recuerdo las palabras de su padre en vísperas de esa boda que selló su destino junto al mío. "Es mi hija y por lo mismo te digo que es un error, ella no tiene rumbo y solo va por ahí sin sentido. De mi parte no me meteré, pero tampoco la apoyaré y menos daré un centavo más. Es su decisión, una muy estúpida, en la que el único perdedor serás tú."

Más de ti • LIBRO I, BILOGÍA MÁSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora