1.4 Más Unidos

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Al día siguiente le llega un aviso con todo y vitoreo que ahora es el secretario del jefe de toda la empresa. Jimin se ahoga con su propia saliva y se cae ¿Secretario? ¿Por qué? Nunca ha sido secretario y duda que sea un buen momento para ser uno considerando que no sabe ni como ordenarse la mente; con eso se dice mucho al respecto.

Ni siquiera tenía planeado tomar el cargo. Iba a quedarse en su linda oficinita en el piso doce -de treinta y cinco-, y dejaría esto ir. Si bien parece cuestión de estúpido por rechazar algo así... En el fondo tiene la impresión de que es una jugada de Jungkook para acercarlo. Es problemático por ser tan jodidamente obvio. Tímido, pero ¿No le importa ser tan explícito? Si sube lo más seguro es que la gente se de cuenta.

Su plan de rechazo a una paga de ensueño; vértigo por tener que ir hasta el último piso; callarle la boca a todos los que están en el edificio y que lo consideran un niñito tonto -todo por ser el más joven aparentemente es sinónimo de estupidez-, y dormir más tranquilo sin pensar en la montaña de trabajo que tiene... Se fue totalmente a la mierda en un miserable segundo.

Lo titula: Jefe Vikingo.

Encogido en su lugar de repente todos murmuran que el jefe está ahí. Se para a mitad del lugar y con las manos en la cintura toma aire, su cara en una expresión de impaciencia y hasta cierto punto de burla. Posiblemente por lo que iba a hacer.

— ¡JIMIN-SSI!

Su golpea la cabeza con el escritorio ¿¡POR QUÉ!?

Su golpea la cabeza con el escritorio ¿¡POR QUÉ!?

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— ¡JIMIN-SSI! ¡A SU NUEVA OFICINA, AHORA!

—Ay no puede ser...—balbucea queriendo que la tierra se lo tragara. Literalmente tiene a todos viéndolo. No cuenta con la suerte de que alguien en ese lugar se llame igual que él, ni siquiera en apellido ¿Por qué su padre no pudo ser de apellido Kim? Hay de esos en todos lados y aquí hay treinta y cuatro.

— ¡JIMINIE-SSI! —es como si hiciera eco. Eso no es posible.

— ¡YA VOY! ¡YA VOY, YA VOY! —responde de la misma manera. Tiene ganas de llorar de pura vergüenza.

Jungkook se muestra más bien complacido por su posible llanto desesperado. No tuvo más que en serio mudarse hasta allá arriba donde apenas una que otra persona, él y Jungkook pueden pasar. Su oficina ahora es grande, con una vista fabulosa, decoración preciosa como manda la leí en una sucursal de una empresa de Diseño como esta.

Es una rama de tantas en realidad. Por la cual según escuchó, Jungkook se la ha pasado metido desde hace casi dos años para acá. Jimin no quiso saber más al respecto, busca y reza por no arruinarlo. Una cosa es equivocarse en un número -que ya es malo-, y otra arruinar la imagen o empresa de alguien.

Esto es mucho para él y Jungkook lo trata con una ligereza tan brutal que lo sorprende. Está más tiempo en su oficina viéndolo que en la suya propia; deja de resultar incómodo ser observado por él. Puede ser un gesto adorable de su parte, pues ha descubierto que se trata de una sola cosa: Le da mucha vergüenza iniciar conversación. Jeon Jungkook es tímido, es como ver a un conejo gigante.

Esto último es muy curioso porque Jungkook le ha dado más cosas con ese conejo rosa de aspecto pícaro. Le ha contado que lo diseñó a los dieciocho y sencillamente le encanta. Lo llamó Cooky y admite no decir eso a mucha gente porque suena muy infantil.

Jimin se limita a reír y seguir aceptando al pequeño conejo rosa. En momento de aburrimiento el simplemente dibujaba a un perro de capucha amarilla y orejas negras. Jungkook un día llega dándole un peluche con forma de ese perro, lo había bautizado Chimmy y Jimin no supo cómo no se murió de risa por lo ilusionado que estaba el mayor.

Sus gestos son muy tiernos, buscaba el modo de tenerlo al lado aun si no hace falta. También le da regalos innecesarios y excesivos como un departamento justo debajo del suyo y que no podría costear ni vendiendo sus dos riñones. Un guardarropa nuevo, una estilista para que le pintara el cabello las veces que quisiera y... ah, como olvidar el auto...

Un maldito auto y ni conducir sabe.

En un momento de flaqueza quería volver a su rutina de patética existencia solo para que Jungkook parara. Es tierno, es dulce; le encanta, se ríe como no lo ha hecho nunca; comparte con alguien realmente, pero ¿No se está aprovechando de él? Siente que lo hace aun cuando no pidió en ningún momento que Jungkook se ¿Empeñara? ¿Ilusionara? Aun con el pedido de ser pareja le cuesta muchísimo trabajo creérselo. Es ridículo e inverosímil.

Al menos eso creyó hasta que tuvo que acompañarlo a Estados Unidos por un tiempo indefinido. El asunto comenzó a tomar una forma peculiar cuando iban al aeropuerto. Apenas bajaron del auto en el estacionamiento y bajaron las maletas -o él bajó las maletas, quiere sentir que le pagan por hacer algo al menos-, empezó a nevar.

—Eh~ la primera nevada. —abre la mano y un pequeño copo de nieve cayó en su mano. Jungkook se rió viendo arriba.

—Me alegra que sea justo antes de irnos —admite, Jimin está riendo y mira a otro lado, avergonzado. Jungkook saca su celular y se lo da a Jimin—. ¿Quieres tomar una foto?

—Si... Bueno...—Ya lleva más de cuatro celulares que devuelve, quiere comprarlo él, no que Jungkook se lo regale. Que maldita pena. Toma el aparato y se acomoda un poco el pelo en el trayecto. Lo rosa había caído hace algún tiempo por lo que simplemente aplica un poco de tinte para que quedase rubio platinado.

Con un gesto hizo a Jungkook acercarse. Esté sonríe ampliamente por esto, contento de que Jimin si quisiera la foto con él -pensó que sería únicamente a sí mismo-. Da un beso en la mejilla antes de sentir su cara enrojecer. Jimin le da un golpecito en el hombro nada más, con los ojos desaparecidos en su risa.

Just Like Serendipity || KookMinWhere stories live. Discover now