Acababa de cursar el primer año de la universidad, como dije antes, cortesía de ese hombre que me mantenía vía su asistente, no tengo ni su teléfono, vamos. No me fue fabuloso en las calificaciones, pero ¡bah!, qué más da, las materias eran aburridas, mis compañeros agradables y bueno, yo me divertí como una loca, eso sí. Supe, por Julia, nuestro vinculo, que no estaba precisamente feliz por mi rendimiento, sin embargo, como era obvio que me había sometido, me dio dinero para ese verano y no dudé, me fui donde Camila, mi prima y Lula, mi tía, que siempre fue casi una madre para mí. Solo le avisé a mamá, ella habló con su hermana y listo, ya viajaba a Chicago.

....

El sonido del agua dejando de correr me alerta, me encuentro sentada sobre la enorme cama que compartimos, esa que es cómplice de lo que entre ambos existe, eso que no sé definir pero que no me permite estar lejos de él, de su olor, de su voz. Me levanto, tomo mis cosas y cuando abre para salir, con aquella toalla enrollada en la cintura, hago acopio de todo mi autocontrol —que por cierto es pequeñito—, lo muevo hacia un lado y entro cerrando con seguro tras de mí, agitada, su pecho ancho, marcado de una forma grosera diría yo, con esa tez oscura húmeda. ¡Agh! Me excita sin remedio, pero de pronto solo escucho su carcajada ronca. Gruño, me vale una mierda, estoy irritada.

Me quito el maquillaje, el vestido que compré en compañía de Camila hace unos días para este evento, —ya tengo tantos que no sé qué hacerles, pero Riah me alienta a no quedarme en casa, a hacer cosas, a salir... porque de lo contrario pasaría mucho tiempo a solas y eso... eso es algo con lo que no sé lidiar a menos de que tenga una guitarra a mi lado y no haya nadie— y me meto a la gran ducha. Ese es otro tema, jamás estoy sola en este lugar. Hay dos empleadas que pululan por toda la casa, así que no me provoca sentarme en ese cuarto donde guardé algunas de mis pertenecías y tocar.

A veces sí, me siento tan aburrida, tan sin rumbo, pese a estar con quien quiero estar, a estar donde deseo estar, me falta algo... y estoy segura de que un hijo ayudaría a menguar la sensación, uno hecho de él, con sus bellos rasgos. Sin embargo, desde hace casi un mes que lo mencioné y lo único que conseguí es que sin fallo use ahora condón, a pesar de que yo soy la que va por esa inyección mensualmente pues así lo decidimos, y él, que solía olvidarlo en momentos alocados, como una ducha juntos, o un momento en la cocina cuando no había nadie, ahora no. Me hace sentir mal. Desconfía eso es evidente, pero jamás me embarazaría así, sin platicarlo, lo malo es que cuando lo hago me dice que no, y no, y no. Hasta esta noche es que saco más información sobre sus motivos. Eso de que no es "tu tiempo" fue como un gancho al hígado.

No sé a qué se refiere, me comporto cuando salimos, me he adaptado, lo espero siempre más que feliz por las noches, o nos encontramos donde desee para comer. Lo hago reír, conversamos sin parar, bueno, más yo que él, pero es agradable para Riah, lo sé. O ¿acaso hay otra cosa?

Salgo con mi camisón media hora después, él lee algo en su Tablet, ya recostado en la cama. Me observa en silencio mientras yo lo ignoro, cuestión que me cuesta un mundo, en realidad nunca lo he intentado hasta ahora porque sé que son de esas luchas perdidas y para qué restregarlo en mi cara. No resisto su cercanía, lo necesito como una adicta. Así ha sido desde el minuto uno.

—¿No me hablarás? —pregunta con su voz profunda.

—No puedo obligarte a querer algo que no deseas. —Deja su aparato sobre el buró, se frota la cabeza y niega suspirando.

—No tienes idea de lo que deseo, así que no asegures tonterías —repone, molesto. Así es él, jamás se anda por las ramas, es increíblemente directo, aunque nunca lo había sido conmigo en el sentido duro. Lo observo desde el otro lado de la cama, me encojo de hombros y finjo que me da igual su molestia, sus palabras.

Más de ti • LIBRO I, BILOGÍA MÁSWhere stories live. Discover now