Eternidad.

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Antes de comenzar con el epílogo, quiero dejar claro el final. Al principio de este Joaquín expone su molestia por Emilio y como se siente sin libertad, como supuestamente lo odia. Esto no es así, Joaquín estaba siendo dramático porque él no sabe decirle NO a Winnie y ambos han tenido accidentes, por lo mismo Emilio lo critica y es tan intenso con él.

Por si alguno no entendió.



La luz lo cegó completamente. Sus ojos dolían y con sus manos apenas podía protegerse del resplandor. Su espalda estaba en una superficie dura y estaba totalmente incómodo. Una sombra pronto lo protegió y arrugó su ceño, poco a poco llenándose de valentía para ver dónde estaba y qué sucedía.

—¿Emilio? ¿Emilio Osorio? —una voz conocida llamó su nombre y comenzó a sentarse en la superficie blanca.

Estaba aún tan confundido y desorientado que puso sus manos en el suelo y se levantó para quedar frente a la voz.

—¿Mateo? ¿Qué mierda? ¿Dónde estamos? ¿Cómo estás? ¡Después de la puta boda que te organizamos desapareciste de la faz de la tierra!

Emilio poco a poco fue recordando y llamando la atención del judío, que tenía su boca abierta ante la preocupación de toparse a Emilio en aquel lugar, pues generalmente Joaquín lo visitaba, jamás Emilio.

—Emilio, por favor cálmate, necesito que estés tranquilo y solucionaré todas tus dudas.

Mateo se acercó con cuidado a Emilio y este poco a poco empezó a copiar el ejercicio de respiración que el judío estaba realizando, para calmarlo, para relajarlo y ayudarle a orientarse.

—Emilio, estás en el limbo —soltó la bomba Symanski y los ojos negros del hombre de rulos, casi caen de sus cuencas por el impacto.

—¿El lim...limbo? —preguntó con miedo Emilio sin comprender nada, hasta que en su cerebro se produjo una conexión que lo hizo temblar, en que cada uno de los vellos de su cuerpo se erizaron por la conclusión —¿Estoy muerto?

—Me temo que sí, pero debe existir un error. Quizás fue un desmayo o incluso un paro cardíaco, quizás un golpe en la cabeza y estés aquí por unas horas o días —intentó calmar Mateo, para luego chasquear sus dedos y que un papel blanco apareciera entre ellos, este comenzó a leer intentando informarse más.

Emilio seguía con los ejercicios de respiración, temeroso.

—¡Diego! —llamó en un grito desesperado el judío y ante el pestañeo de Emilio, frente a él, al lado de Mateo, apareció su amigo Diego Ortega, con su ceño fruncido tan confundido como él.

—¿Qué hace Emilio aquí? —preguntó de inmediato y se inclinó para leer junto a Mateo el papel que contenía el destino de Emilio.

Ambos elevaron la mirada para encontrarse con Emilio y apretaron sus labios con nervios y tensión.

KISSES 「emiliaco」Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon